Venezuela: Inundación monetaria
Por Alejandro J. Sucre
El Universal
La buena práctica económica sugiere que la liquidez monetaria debe crecer al mismo nivel que lo hace la cantidad de bienes y servicios que se producen en el país. Un símil sería, mientras más agua vertiéramos en una piscina más subiría el nivel, siempre que el tamaño de la piscina se mantenga igual.
También los precios de los bienes y servicios en Venezuela no crecerían, incluyendo el dólar, si el Gobierno no inyectara liquidez o gasto público más rápido de lo que crece la producción de bienes. Pero la realidad es que desde que el Gobierno bolivariano tomó el poder, la liquidez monetaria creció mucho más rápido que la producción nacional (por más de 10 veces superó la liquidez a la producción en diez años).
La visión del Gobierno acerca de la manera de administrar de la liquidez monetaria vía gasto público es diferente a la ortodoxa. La visión humanista que ellos imprimen no permite que los criterios técnicos monetarios prevalezcan por encima de las necesidades humanas. Esto es, si los más pobres necesitan casas, salud y educación y no hay dinero para atender esas necesidades básicas, entonces la respuesta es crear programas, organizar equipos humanos y emitir dinero hasta satisfacer las carencias. Para el Gobierno bolivariano es inconcebible evaluar a corto plazo con una óptica ortodoxa -de escritorio bajo aire acondicionado- las consecuencias sobre la economía de una sobredosis monetaria por causas de caridad social. Bajos índices de rendimiento de la inversión social, corrupción, inflación, devaluación y baja inversión privada por lo impredecible de los rendimientos económicos en climas inflacionarios, para el Gobierno bolivariano son consecuencias inevitables del proceso de superar la curva de aprendizaje y atender la crisis social que existe en el país. Por eso el Gobierno bolivariano quiere revertir la autonomía al BCV y cualquier critica acerca de los excesos de liquidez monetaria emitidos (vía gasto público) para satisfacer necesidades sociales lo catalogan como falta de solidaridad de los sectores que más tienen recursos en el país.
El Gobierno bolivariano ve como falta de solidaridad humana cuando la clase media patalea por la devaluación, la inflación y la escasez que producen las regulaciones de precios en ambientes inflacionarios, producto de los excesos de liquidez. El Gobierno, al contrario, critica a la clase media y alta por su frialdad ante las necesidades de los pobres y por concentrarse en lograr rendimientos económicos por encima de las necesidades humanas. Es por esto que al Gobierno no le importa hacia donde va últimamente el mercado permuta de dólares, y mientras la clase media se arruina, el Gobierno se concentra en garantizar liquidez y dólares a Bs. 2.150 para los más pobres.
Si los políticos de oposición, los ricos y profesionales de la clase media venezolana se concentrasen más en desarrollar el país y su gente, e invertir tiempo y dinero para despertar y desarrollar las iniciativas de los sectores con menos recursos, entonces tuviésemos un país con más personas que reciben una mano y una oportunidad. Igualmente, si la visión del Gobierno fuese menos materialista y se diera cuenta que el dinero no lo puede todo y que también hay que exigir virtudes, rendimientos y reciprocidad en la inversión social dirigida a los pobres, entonces, en Venezuela lograríamos un futuro menos antagónico.
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