La cátedra del sátrapa

Por Fernando Luis Egaña
Analítica

A los sátrapas les encanta dictar cátedra. Y en especial sobre los supuestos activos de sus regímenes y los pasivos más comunes de sus críticos. Robert Mugabe, el dictador de Zimbabue, acaba de asistir a la asamblea de la FAO en Roma sobre la crisis alimentaria, donde conferenció acerca del abc del problema y le echó la culpa, cuándo no, al imperialismo occidental.

Sí, el mismo Mugabe que lleva casi 30 años de mando continuo y que ha vuelto a Zimbabue el país más pobre de Africa, que ya es mucho decir. Cuando llegó al poder, en 1980, su país era llamado el “granero africano” y hoy en día la tasa de inflación supera el 150 mil por ciento al año, y sus hambreados ciudadanos tratar de huir como pueden hacia Zambia y Mozambique, que no son precisamente unos paraísos de prosperidad. Pero nada, Mugabe se da bomba romana y tiene el tupé de discursear sobre lo qué debe hacerse para solucionar la emergencia alimenticia del tercer mundo.

¿Y qué decir de Fidel Castro? Todavía no pierde chance de pontificar sobre lo humano y divino como si fuera un apóstol del progreso humano. Ahora desde los escritos que publica Granma denuncia a la Unión Europea, a Estados Unidos, al Japón, a los tigres asiáticos y a los gobiernos centristas de América Latina, y los acusa de todos los horrores habidos y por haber.

No le importa para nada que Cuba esté arruinada luego de medio siglo de tiranía castrista. Tampoco le concierne que el salario normal de un cubano apenas roce los 20 dólares al mes, o sea menos de un dólar diario que es el umbral debajo del cual la ONU considera que un ser humano vive en la miseria extrema. Para Fidel la Cuba que ha destruido es la octava maravilla del mundo, que a lo mejor llegará a ser cuando él pase a peor vida y el pueblo cubano logre liberarse del yugo que les esclaviza.

¿Y el señor Mahmoud Ahmadinejad, el extremista que preside Irán? Hace poco fue a la Universidad de Columbia en Nueva York a hablar sobre los derechos humanos en el siglo XXI. ¡Sobre derechos humanos!, un gobernante que se jacta de que pronto hará desaparecer a una nación entera, la israelí, de la faz de la tierra, y que promueve ahorcamientos al por mayor en plazas públicas por delitos tan siniestros como el romance extramatrimonial…

Y desde luego no podía faltar el señor Chávez. La más reciente “cátedra” la dictó a los empresarios en el muy venido a menos Hotel Alba Caracas. En cadena repitió su bla, bla, bla sobre las perfidias del capitalismo y las bondades del socialismo bolivarista. Incluso apeló a uno que otro párrafo de un libro de John Kenneth Galbraith para tratar se sustentar sus palabrerías. Al sabio canadiense le volvería a dar una apoplejía mortal si resucitara y observara a Chávez presentándolo como un mentor.

Un mandamás que en una década se las arregló para desbaratar la economía productiva de Venezuela, convirtiéndola en un Maicao económico que más o menos se parapetea porque el petróleo mundial anda por las alturas siderales de 140 dólares el barril. Si nuestra cesta petrolera se cotizara en los alrededores de 30 dólares, que fue la valoración de “precio justo” acordada por la Opep en la cumbre presidencial de Caracas en el 2000, nuestro país terminaría de convertirse en una catástrofe humanitaria.

Pero así son los sátrapas, mientras más daño inflingen más ufanas son las cátedras.