Escasez de ingenieros
Por León Trahtemberg
Diario de América
La escasez de ingenieros altamente calificados y la falta de estudiantes que se estén formando en carreras tecnológicas se ha convertido en un problema tan agudo para las empresas líderes en Alemania como Siemens, Burkert, Weidmuller, ThyssenKrupp o Bosch (faltan cerca de 50.000 ingenieros), que éstas han empezado a invertir y desarrollar actividades para niños de inicial, para así asegurar la futura provisión de ingenieros requeridos para la industria alemana.
Un reporte de Richard Milne del Financial Times del 16 de junio ilustra cómo se está tratando de interesar a los niños desde los tres años en actividades que los motiven hacia la ciencia y tecnología y a entender lo antes posible “cómo funcionan las cosas”.
Siemens ha proporcionado cerca de 3000 cajas con “kits de descubrimiento” con experimentos científicos realizables por niños de 3 a 6 años, a un costo de 775 dólares por caja. Hacen experimentos como el de construir circuitos eléctricos básicos con cables, baterías y luces. También capacitan profesores para usar estas cajas. Funcionarios de Weidmuller visitan escuelas primarias para jugar juegos de ciencias con niños de 8 años y explicar qué es lo que hacen en su trabajo cotidiano para luego invitarlos a visitar las instalaciones de la empresa. Weidmuller invierte 7,7 millones de dólares al año en programas educacionales, incluyendo el pago a estudiantes universitarios que toman un grado universitario (unos 60.000 dólares al año cada uno), para visitas al extranjero, campamentos de verano y programas educativos duales, en los cuales se combinan los estudios técnicos con entrenamientos en la empresa.
La empresa de aceros ThyssenKrupp convoca un evento bianual denominado “Ideen Park” (parque de exposición de ideas), con amplios salones en los que se exhiben experimentos hechos a mano por niños –y adultos- como aquel que explica cómo funciona un trineo en hielo con circuitos hechos por los mismos niños.
Las empresas están poniendo especial atención en interesar también a las niñas para involucrarse en el trabajo de ingeniería, de modo que se aumente el recurso humano potencialmente apto para estas actividades. Ellas saben que pueden contratar ingenieros en Asia, pero están convencidos igualmente que los profesionales nacionales podrán darle un valor agregado a la industria alemana.
Por su lado también en EE.UU. hay una enorme preocupación por este tema teniendo como telón de fondo el declive en su competitividad y capacidad de innovación tecnológica y un descenso notable en el número de alumnos dedicados a las ciencias y la ingeniería. Un estudio de la Academia Nacional de Ingeniería (NAE) del Perú produjo un reporte relevante reseñado por Eduardo Martínez en la Revista Tendencias 21 el 9 de julio pasado.
La primera constatación del reporte es que las matemáticas y la ciencia ya no son las materias que más interesan y desafían a los estudiantes, los cuales además no tienen interiorizada una idea positiva sobre las capacidades y el rol social de los ingenieros como personas creativas a la hora de resolver problemas, que ayudan a diseñar el futuro y realizan un trabajo que es esencial para la salud, la felicidad y la seguridad de las personas. Sólo el 2% de los estudiantes norteamericanos que terminan el bachillerato de secundaria hacen una carrera científica; sólo el 15% de los universitarios se titulan en ciencias o ingeniería, frente al 38% de Corea del Sur o el 47% de Francia; y todo esto en momentos en que sólo el 14% de los estudiantes sigue una carrera universitaria, frente al 70% de hace 30 años. Se estima que el 60% de los nuevos empleos que se crean en el país requieren formación científica o de ingeniería, pero que sólo el 20% de los candidatos potenciales reúnen estos requisitos.
El reporte basado en cuestionarios telefónicos a 3600 personas descubrió que cada vez son más los jóvenes que no disfrutan con las matemáticas y la ciencia como para convertirse en ingenieros. Sugiere aplicar las más sofisticadas técnicas de comunicación, que no son usuales en la ingenierías, para presentar una imagen renovada del ingeniero, que lejos de responder al estereotipo del técnico aislado e inaccesible, sea percibido como un profesional creativo, que trabaja en equipo, muy sensible a las necesidades de la sociedad a la que le aporta soluciones de beneficio común. En suma, sugiere recrear la imagen social del ingeniero de modo que esta profesión pueda aparecer como más atractiva para las nuevas generaciones de norteamericanos y con ello recuperar el camino ascendente hacia la competitividad.
Estos estudios nos presentan varios retos y habría que preguntarse si estarán lidiando con preocupaciones similares los colegios de ingenieros del hemisferio. En todo caso, esta escasez de ingenieros en el primer mundo podría presentarle una excelente oportunidad a los profesionales latinoamericanis, en la medida que haya un importante esfuerzo para levantar la calidad de la formación de los ingenieros en las universidades de la región.
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