¿Y en qué está al-Qaeda?
Hace 10 años sendas bombas estallaron simultáneamente en las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania, que marcaron un antes y un después para Al Qaeda.
Una década después, sin embargo, la ideología de esta organización y sus consecuencias en el mundo musulmán están siendo cuestionadas.
Los atentados de 1998 contra las embajadas, que dejaron 223 muertos y 5.000 heridos, fueron la primera demostración a los ojos del mundo de la capacidad destructiva de la organización.
Pero fue el 11 de septiembre del 2001, cuando murieron casi 3 mil personas en territorio estadounidense, que la comunidad internacional se dio cuenta del alcance de la fatua o “guerra santa” lanzada por Osama Bin Laden.
Luego, para la incredulidad de muchos, lograron que grupos inspirados en su ideología concretaran atentados mortíferos en Madrid y Londres.
Sin embargo, a pesar de esta expansión, hoy en día son precisamente esas ideas las que están siendo duramente cuestionadas, y no sólo en el extranjero, sino en el seno mismo de la organización.
Sismo ideológico
El ataque más feroz provino de Sayyid Imam al-Sharif, mejor conocido por su nombre de guerra, Dr. Fadl, quién fue uno de los fundadores de Al Qaeda junto con Bin Laden y Ayman al-Zawahiri.
Dr. Fadl ahora cuestiona estos ideales y dice que la violencia indiscriminada va en contra de la Ley Islámica.
“¿Qué bien surge al destruir uno de los edificios de tu enemigo cuando él logra destruir uno de tus países “, escribió en un libro que las autoridades egipcias le permitieron publicar el año pasado desde su prisión.
Según los expertos, al-Qaeda ha dañado su propia causa matando a muchos musulmanes, lo que ha sido, además, una de las razones por las cuales su apoyo decayó enormemente entre la población iraquí.
“Yo les dije que tienen que examinar sus métodos y necesitan consejo. ¿Quién les dio, dentro del Islam, la autoridad de representarnos”, señaló a la BBC Nuam Bin Othman un ex militante radical, quién se ha unido a las criticas en contra de la organización que antes admiraba.
Este hombre es uno de los tantos que califica el extremismo violento como “anti-islámico”.
“Sigue inspirando”
El problema, como el propio Bin Othman admite, es que aún en medio de este debate, muchos jóvenes musulmanes se sienten atraídos por el mensaje de al- Qaeda.
Tal como lo describe Anton La Guardia, corresponsal de Seguridad de la revista “The Economist”, al-Qaeda es más bien una nebulosa que una organización.
“El movimiento tiene una base de líderes que son militantes veteranos, quienes están involucrados con una constelación de grupos de con miles de personas dispuestas a luchar”, explica.
En este sentido, y a pesar de la voz victoriosa de los EE.UU. en su guerra contra los militantes en Irak, hay muchos que advierten que en otros lugares del mundo, incluyendo la frontera entre Afganistán y Pakistán, al-Qaeda está logrando reorganizarse.
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