Condenados, crucificados y glorificados

Por Humberto Caspa
El mes de mayo ha sido infernal para algunas estrellas latinas.Las cámaras escandalosas de los paparazzis bajaron al padre Alberto Cutié del cielo y lo colocaron en las playas de Miami; lo pescaron engolosinado con una mujer angelical, le tomaron algunas fotos y lo crucificaron en la portada de una revista sensacionalista.
En la ciudad de Los Ángeles, las autoridades médicas que examinan residuos de substancias peligrosas en los atletas de béisbol, encontraron una porción de “ganodotropina coriónica humana” (HCG) en el cuerpo ostentoso, fornido, ero enfermizo de Manny Ramírez.
Se nota, a leguas, que ha estado utilizando vías extra deportivas y condenables (esteroides entre otros) para proporcionarse de un cuerpo impresionante, que en su forma natural, no mataría una hormiga desnutrida.
De acuerdo a los testimonios de Víctor Conté, fundador de la empresa BALCO, misma que se encargaba de suministrar substancias prohibidas a peloteros de la talla de Mark McGuire, José Canseco, entre otros, dijo que “el HCG se utiliza para balancear los niveles de testosterona [con aquellas personas que han estado ingiriendo esteroides]”.El HCG es una hormona que la mujer produce en forma natural durante el embarazo, pero que al hombre le sirve para reproducir más testosterona cuando éste entra en un periodo de agotamiento.
E otras palabras, Manny Ramírez es un tramposo.Cuando son pescados cometiendo un delito académico, inmediatamente son investigados, condenados y probablemente expulsados.
Manny Ramírez, Alex Rodríguez y esos deportistas que utilizan substancias prohibidas para inflar sus músculos ilícitamente deben ser castigados por lo menos dos años por la primera infracción y de por vida si persisten.El béisbol se mueve con leyes que condonan la ilegalidad de los jugadores.
Por su parte, lo que le sucedió al padre Cutié le pasa a cualquier persona.Su único pecado es aferrarse demasiado a las leyes anacrónicas de la iglesia Católica y especialmente amar con locura a una mujer encantadora.
Cuando la naturaleza toca la puerta de la virilidad del hombre, no existen salmos ni oraciones que detengan a ese monstruo internado dentro de nuestros corazones.El amar a una mujer no es un pecado, tampoco lo es admirar su belleza y hacerse llevar por sus encantos; ni mucho menos es pecado sentir un deseo carnal atorrante por la persona que se ama.
El padre Cutié no debería lamentarse que las cámaras depravadas de los paparazzis le hayan cachado fragante amando a la mujer de tu vida. La Iglesia Católica tiene que cambiar si quiere excelentes líderes como el padre Cutié.
Mientas tanto, el reconocimiento de su error y una disculpa incolora no deberían ser suficientes para reintegrar al tramposo de Manny Ramírez a la tarima del béisbol.Peloteros como Babe Ruth o Fernando Valenzuela no necesitaron de esteroides para ser grandes jugadores.
El autor es profesor universitario
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- 16 de junio, 2013
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