¿Adiós al salvavidas de las remesas?
París, – En los últimos años las remesas han cobrado una importancia cada vez mayor en muchos países de América latina. El volumen de los flujos se disparó al alza, pero la crisis global ha comenzado a ralentizar durante los últimos meses los envíos de dinero que los emigrantes hacen a sus países de origen. De hecho, en su último informe sobre remesas publicado en agosto de 2009, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anticipa que en el 2009 la caída podría afectar a casi unos 4 millones de personas en toda América Latina. Las remesas hacia la región caerán un 11% con respecto al año anterior, para situarse en 62 mil millones de dólares.
Esta cifra no deja de ser una cifra muy respetable. Como en años pasados, el volumen de las remesas seguirá siendo todavía muy comparable a los flujos de inversión extranjera directa. De hecho, las remesas tienden a caer menos que éstos y se muestran, en todo caso, menos volátiles que otros flujos de capitales, incluidos los flujos de inversión directa o los flujos de cartera. No deja de llamar la atención, sin embargo, la orientación a la baja. En el primer semestre del 2009, según el Banco Mundial, las remesas cayeron un 7 por ciento en República Dominicana, un 10 por ciento en El Salvador y otro 10 por ciento en Guatemala. En México las remesas sumaron poco más de 11 mil millones de dólares durante el mismo período, lo que significó una reducción anual de casi el 12 por ciento.
En algunos casos cabe matizar la naturaleza de este descenso, ya que los efectos del tipo de cambio limitan la reducción real. Por ejemplo, si bien las remesas están experimentado un bajón nominal significativo en México, la depreciación del tipo de cambio del peso contra el dólar compensa las menores cantidades de dinero enviadas. El problema afecta más bien a aquellos que han perdido sus empleos en Estados Unidos y han dejado de enviar remesas. El análisis de los efectos de este parón merece una mayor atención y un análisis más detallado; las estadísticas suelen ser demasiado áridas y no capturan realidades individuales que pueden ser dramáticamente diferentes. En México, por ejemplo, los Estados de la federación no se están viendo afectados de la misma manera: en Chiapas y Tabasco las variaciones anuales alcanzaron el 25 por ciento durante el primer semestre del 2009 en comparación al mismo período de 2008, mientras en Colima todavía registraban un aumento del 1,6 por ciento y estados como Baja California o Nayarit los descensos eran inferiores al 6 por ciento
Los datos de los envíos desde España, junto con Estados Unidos el principal país de emisión de remesas hacia América latina, arrojan alguna luz sobre lo que está ocurriendo. La crisis en España golpea especialmente a los inmigrantes, muchos de ellos empleados en los sectores de la construcción. En promedio, el total de remesas enviadas desde España hacia los diferentes países receptores ha disminuido algo más del 7 por ciento entre 2007 y 2008. Sin embargo la crisis no se ceba de manera igual con todos y algunas comunidades de inmigrantes se ven más golpeadas que otras: los ecuatorianos y dominicanos son relativamente los más afectados, con descensos de más del 18 y del 16 por ciento, respectivamente.
Los envíos a familiares en el país de recepción varían en función de las rentas disponibles de los trabajadores en los países de emisión. Ésta obviamente disminuye cuando los trabajadores pierden sus empleos, se recortan sus sueldos o reciben menos ingresos. Así, salvo algunas excepciones, los giros a los países de origen caen conforme lo hace el número de sus inmigrantes dados de alta en la seguridad social. Los tres principales países de recepción de remesas de España son Colombia (1,5 mil millones de dólares en 2008), Ecuador (casi 1,3 mil millones) y Bolivia (casi 800 millones). En los tres casos los envíos han disminuido: casi un 9 por ciento en los casos de Colombia y Bolivia y el ya comentado 18 por ciento de Ecuador, el mayor descenso relativo registrado. Un fenómeno interesante es el de las remesas hacia Bolivia, que han caído pese a aumentar el número total de sus afiliados. Renesas.org apunta que una explicación posible es el impuesto sobre remesas decretado por el gobierno boliviano a finales del 2007.
Estas variaciones en los envíos invitan a la reflexión. Algunos países tienen una fuerte dependencia de las remesas en general, como es el caso de América Central. En Honduras, por ejemplo, el flujo de remesas ha disminuido en más de un 8 por ciento en el primer semestre del 2009, ubicándose por debajo de los 1,3 mil millones de dólares. Se estima que las remesas que se dejen de enviar desde España pueden tener un impacto de hasta el 0,65 por ciento sobre el PIB de Ecuador o del 0,60 por ciento sobre el de Bolivia según el think tank remesas.org. Aún más importante será el efecto sobre las economías centroamericanas, andinas o caribeñas del descenso de las remesas procedentes de los Estados Unidos, donde se concentra la mayoría de emigrantes de estos países. El próximo informe Perspectivas Económicas de América Latina 2010, del Centro de Desarrollo de la OCDE, analiza las implicaciones que este reequilibrio de las remesas tendrá en el desarrollo de la región.
Más allá de las consecuencias económicas y financieras de las remesas, hay otro efecto importante que merece una consideración especial: el impacto de las remesas sobre las democracias en América Latina. Académicos como Glen Biglaiser y Karl DeRouen han demostrado que las remesas tienden a dirigirse más hacia estados democráticos que autoritarios. Otros analistas, como Tobias Pfutze, concluyen que los inmigrantes han sido agentes de difusión democrática, en particular en el caso de México antes de la transición política del año 2000, donde las remesas incrementaron significativamente la probabilidad de victoria de los partidos de oposición. La relación entre remesas y democracias invita sin duda a más análisis y estudios. Sin embargo, lo que está claro es que la reducción nominal y real de estos flujos hace más vulnerables a los segmentos de población más pobres del continente y amenaza con potenciar el descontento social y político.
La inestabilidad política y social de hecho ya se aprecia en el continente, como demuestra el reciente episodio de Honduras. La disminución del colchón de protección y salvavidas que las remesas representan para amplios sectores en toda la región, en particular en los países más pobres, invita a encontrar mecanismos compensatorios. Uno de ellos puede ser potenciar el papel contra-cíclico de la ayuda al desarrollo, como hemos argumentado en un trabajo publicado recientemente (Emmanuel Frot y Javier Santiso, “Development aid and portfolio funds: Trends, volatility, and fragmentation”, OECD Development Centre, Working Paper, 275, Diciembre 2008). De hecho Estados Unidos y España, las dos principales fuentes de envío de remesas hacia América latina, también son los mayores donantes en la región. Este esfuerzo sólo se puede alabar.
Ojala otros países donantes también ponga en su radar a América latina, aumentando la eficiencia, el volumen y la naturaleza contra-cíclica de su ayuda. Sería la mejor cooperación posible hacia una región que ha venido apostando de manera decidida por la democracia a lo largo de las últimas décadas.
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