Modestas expectativas electorales
Por Horst Grebe
La Paz. - En Bolivia, las campañas electorales se llevan a cabo con el mismo temperamento de confrontación que ha imperado desde que Evo Morales asumió la Presidencia de la República en enero de 2006. El oficialismo hace un uso abusivo de los recursos del Estado y aprovecha para convertir en propaganda los resultados de su gestión, lo que evidencia que el programa de la alianza que lideriza el Movimiento al Socialismo (MAS) carece de ideas macizas como las presentadas hace cuatro años.
En consecuencia, no hay nada equivalente a la nacionalización de los hidrocarburos o la convocatoria a la Asamblea Constituyente; algunos temas de su propuesta podrían interpretarse como la prolongación natural de dichas medidas; otros corresponden a las aspiraciones sectoriales de sus aliados, y en algunos casos se trata de ideas alentadas por la holgura proporcionada por el desempeño de la economía (compra de satélite, aviones y armamento).
Por su parte, las propuestas programáticas de lo que hoy en Bolivia se denomina oposición no tienen consistencia intelectual ni proporcionan una visión apropiada de país a futuro.
Las fuerzas presentes no parecen interesadas en demostrar su interpretación de las necesidades del país a corto y mediano plazo, y evidencian que la inhabilitación del adversario es su idea central.
La oposición insiste en retar a Evo Morales a un debate público, algo que éste trata de evitar por todos los medios. Pero aún si dicho debate se produjera, tampoco hay razón para esperar grandes conceptualizaciones o novedades en cuanto a sus respectivos planteamientos. Lo cierto es que la configuración del campo político no permite otra cosa que una confrontación desnuda de fuerzas con objetivos cuantitativos respecto de sus bancadas en la futura Asamblea Legistaliva.
La pretensión del oficialismo es contar con una mayoría suficiente en ambas cámaras para aprobar sus propuestas legislativas sin tomar en cuenta a la oposición. Por lo mismo, esta última sólo aspira a repetir lo que hizo en la Asamblea Constituyente: tratar de bloquear todas las iniciativas.
En los años venideros no se puede esperar una prolongación simple de las condiciones imperantes en el cuatrienio pasado. Hasta mediados del 2011 se llevarán a cabo elecciones presidenciales en una docena de países latinoamericanos con el consiguiente cambio en la correlación de fuerzas vigente hasta ahora en la región. Para un país que ha elegido el alineamiento ideológico en lugar del pragmatismo en el logro de sus objetivos nacionales, tales cambios podrían ser un problema mayúsculo.
El objetivo de polarización del escenario político, perseguido por ambas partes traerá restricciones en cuanto a la expresión política de la diversidad del país, la cual tendría que manifestarse en una representación plural de ofertas políticas, lo que por supuesto no se logra sólo con un esquema de alianza con movimientos sociales o comités cívicos, respectivamente.
De acuerdo con las encuestas más confiables, las posiciones del electorado pueden dividirse en tres grandes grupos: los que están a favor del MAS; los que están en contra del MAS, y los indecisos. Todo hace pensar que se trata de tres grupos más o menos similares en sus dimensiones pero enormemente diferentes en su ubicación geográfica.
La batalla estratégica se librará en las cuatro principales ciudades del país. La estrategia del MAS se refiere a dicha distribución geográfica y no a la manifestación de preferencia de voto, que le favorece todavía ampliamente en el agregado nacional. Por eso ha sacrificado la representación de sus antiguos aliados y ha abierto algunos lugares de alta visibilidad para invitados en una supuesta representación de las capas medias urbanas.
La experiencia internacional demuestra que un sistema político bipartidista no es conveniente para sociedades complejas y diferenciadas; también está demostrado que los partidos pequeños pueden cumplir con la función de expresar el temperamento y la situación de los sectores medios de la sociedad, con sus causas diferenciadas, sus principios éticos y sus valores filosóficos. Para ello basta contener una representación parlamentaria de calidad.
Se puede anticipar una Asamblea Legislativa compuesta por tres bancadas diferentes en términos cuantitativos y cualitativos. La mayoría representada por la bancada del MAS con una relativa disciplina ante las iniciativas del Poder Ejecutivo; la bancada opositora del Plan Progreso para Bolivia – Convergencia Nacional (PPP – CN), que no cuenta con ningún dispositivo para garantizar la disciplina parlamentaria de sus miembros, y una tercera fuerza minoritaria de Unidad Nacional (UN) que podría jugar un papel importante a la hora de las deliberaciones en la medida en que logre preservar la cohesión de sus miembros y la lealtad con sus propuestas programáticas.
Bajo tales condiciones habría alguna posibilidad de una mayor deliberación respecto del amplio catálogo legislativo que tendrá que tratar la futura Asamblea Legislativa para poner en marcha la nueva Constitución Política del Estado.
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