Un héroe del siglo XXI
El Tiempo, Bogotá
Julian Assange, el responsable del portal WikiLeaks, es, en muchos sentidos, el primer héroe mediático del siglo XXI, si este es y será el siglo vertiginoso de las tecnologías de la información y la comunicación. Pero, sobre todo, si aceptamos que, hasta ahora, esas tecnologías tienen un escenario indiscutible: Internet.
Para que se forme un héroe se necesita que un poder superior conspire contra las acciones de un individuo, que este resista y no se doblegue ante el chantaje de sus perseguidores. Pero el héroe en formación no se vuelve finalmente héroe si no hay multitudes que lo defienden y protegen y que, de muchas maneras, seguirán siendo aliados de su causa.
Aunque Assange se encuentre en prisión preventiva en el Reino Unido, su obra lo desborda y no terminará con una condena ni tampoco con una absolución. El mundo ha entendido el sentido de la feroz persecución contra el individuo que hizo posible el Cablegate del Departamento de Estado norteamericano. Como no se pueden desmentir los mensajes, se está tratando de matar al mensajero, pues tal vez guarde información aún más comprometedora.
La muerte real o simbólica de Assange es el objetivo último del sistema. Este fue burlado por un agente del mismo sistema, el soldado que puso en manos de WikiLeaks las informaciones que están publicando El País, Le Monde, The New York Times, The Guardian y Der Spiegel. No sé si estas informaciones cambiarán los métodos de la diplomacia gringa, pero sí es seguro que rebajarán la credibilidad de las relaciones diplomáticas de Estados Unidos con sus aliados.
Assange cometió un "error" que sus perseguidores pretenden convertir en "crimen": acostarse en agosto pasado con las prostitutas suecas que ahora lo acusan de violación. El acusado se defiende diciendo que la relación fue consentida. Al entregarse voluntariamente a la policía británica, Assange quiso decirles que nada temía, pero nadie puede decir qué mano poderosa hala en estos casos los hilos de la justicia.
No es difícil suponer que el caso por el cual Assange fue detenido y por el cual puede ser devuelto a Suecia y eventualmente llevado a un tribunal amigo de Estados Unidos, sea un caso fabricado por sus enemigos.
A WikiLeaks y Assange no los van a dejar tranquilos, ni el sistema financiero que recibe presiones para estrangular la economía del portal, ni los hackers de la contraparte, embarcados en una guerra de saboteos cibernéticos.
Un importante grupo de "piratas", llamado AnonOps, lanzó ya la operación Payback. Esta "venganza" hace parte de lo que ellos han llamado "la primera guerra informática, que tiene su campo de batalla en WikiLeaks". A medida que crezca la persecución contra Julian Assange, quien tiene decenas de expertos colaboradores ocultos, crecerán los defensores del portal y la imagen de un héroe que por ahora no ha dado muestras de debilidad.
WikiLeaks fue desde el comienzo un atrevido ejercicio de contrainformación con dos beneficiarios privilegiados: los periodistas y los ciudadanos. Son estos, periodistas y ciudadanos, en número cada día más alto, los que forman ahora la contraparte de Estados Unidos y sus aliados.
Algunos comentarios niegan la importancia de estas revelaciones. Argumentan que desde siempre fueron cosas sabidas: que los gobiernos se servían de sus diplomáticos para recibir informes confidenciales sobre países y gobernantes amigos. No hablan de la fragilidad del vehículo que transporta esta carga de inmoralidad, hipocresía e intervencionismo, ni del avance que esto representa en la vida de los ciudadanos libres.
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