El Dragon Chino Despliega sus Inversiones
Madrid. – En la década de los 2000-2010, China se ha impuesto como uno de los grandes socios comerciales de América latina. Desde este punto de vista la década pasada ha sido la del auge de las relaciones comerciales entre ambas regiones. En la próxima década es muy probable que veamos estructurarse una nueva relación, más financiera e industrial, junto a la dinámica comercial. Los datos del año 2010 confirman ambas tendencias.
Desde el punto de vista comercial, la relación entre China y América latina ya se ha anclado de manera duradera. Chile lidera la tendencia: el gigante asiático ya es su primer socio comercial. China absorbe 24,5% del total de las exportaciones chilenas (frente a 11,5% hace apenas cinco años atrás). China también se ha convertido, en 2010, en el primer socio comercial de Brasil, abosrbiendo 17% de sus exportaciones totales (frente a 6% hace apenas cinco años). Otro país que se está orientado cada vez más hacia Asia y China es Perú con más de 12% de sus exportaciones dirigidas al gigante asiático. Venezuela y Argentina, por su parte, destinan 10% y 9% de sus exportaciones a China. En todos estos casos, la relación se vertebra en torno a exportaciones de materias primas, cobre, petróleo, soja, mientras China exporta sobre todo a la región sus productos manufactueros. Es decir, América latina tendrá que ver cómo, en esta nueva década, consigue alterar esta asimetría y lograr también exportar más productos de valor añadido a China, un país dónde los hábitos de consumo están cambiando y se irán alterando en el futuro, ofreciendo oportunidades también para exportadores que sabrán aprovecharlas.
En todos estos países es también notable otra tendencia que explica, en gran parte, la gira también del Presidente Obama a la región en 2011: las exportaciones de Argentina, Brasil, y Chile hacia China superan las de éstos países hacia Estados-Unidos. Estos países (dos de ellos motivos de la visita de Obama) ya miran más hacia Asia que hacia el norte del contiente. Para Colombia, Ecuador, Venezuela, México, y Perú, Estados-Unidos es todavía el mayor socio comercial pero en algunos de ellos, como Perú, por ejemplo, el tropismo asiático ya es imparable. El país de la región que menos relación comercial tiene con China sigue siendo México: en 2010 las exportaciones mexicanas hacia el dragón chino apenas alcanzaron 1,4% del total, muy lejos de los 83,5% absorbidos por Estados-Unidos. Igualmente apenas 2% del total de las exportaciones ecuatorianas van dirigidas a China. Un país que está experimentando un giro hacia Asia importante es Colombia: en apenas cinco años las exportaciones hacia China pasaron de representar 1% del total a 5% del total, un incremento notable que también se explica por el tirón exportador de materias primas.
Sin embargo, la gran noticia del año 2010, es el auge de las inversiones extranjeras directas chinas hacia la región, como señalamos en ocasiones anteriores. Es decir, más allá de la relación comercial, China se está ahora perfilando como una de las principales potencias inversores en el continente latino-americano. La década de los noventa y la siguiente fueron las del boom inversor europeo en la región, y en particular español. Este no se agotó, como lo muestran las apuestas inversoras multimillonarias en 2010 y 2011 de nuevo empresas como Telefónica, Iberdrola o Santander, en particular en Brasil. Sin embargo la gran noticia del 2010, es la irrupción masiva de China como inversor en América latina. Durante casi una década la región estuvo esperando el Godot chino: en el 2010 acaba de entrar en escenario.
Brasil es el gran receptor de esta inversión con más de 17 mil millones de inversiones chinas realizadas el año pasado, algo nunca visto. Eso sí cerca de la mitad está representada por la toma del 40% de la filial brasileña de la petrolea española Repsol YPF (7,1 mil millones de dólares). El flujo de capital chino para actividades productivas sumó un tercio del total de los 48,5 mil millones de ingresos por operaciones de inversión directa, según el Banco Central. Estas estimaciones son siempre difícil de realizar porque en muchas ocasiones, China (como otros inversores extranjeros) utilizan vehículos fiscales ubicados en Luxemburgo u otros países como Holanda y Suiza. Entre las mayores operaciones, además de la inversión de Sinopec en Repsol ya señalada, destacan las inversiones de Sinochem (3 mil millones de dólares), State Grid (1,7 mil millones de dólares), ECE (1,2 mil millones), y Wisco (400 millones de dólares), todas ellas vinculadas a los sectores energéticos y de materias primas.
En la primera década del siglo XXI China se afirmó como uno de los grandes socios comerciales de América latina. En esta segunda década del nuevo siglo, se impondrá también como uno de los grandes inversores directos. Ambos ejes, comerciales e industriales, articulan el grueso de las relaciones entre China y lo que ha dejado de ser el patio trasero de Estados-Unidos. Es de esperar que América latina mueva ahora fichas estratégicas y busque, de manera activa, que parte del impulso inversor chino se haga también en áreas de alto valor añadido, que no sólo sus empresas en búsqueda de materias primas se hagan con activos latino-americanos, sino que las que han desarrollado tecnologías como Huawei o ZTE, en los sectores de las telecomunicaciones, BYD, Chery o Geely, en los sectores automotriz, Haier y muchas otras más manufacturas, instalen sus plantas industriales en América latina. Entonces sí que la década del 2010-2020 será una década latina.
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