Ecuador: Consecuencias no deseadas
El presidente propuso recientemente una reforma al Código Civil que consiste en que los deudores, mediante la entrega como pago del inmueble prendado, consigan que se extinga la obligación a favor del banco acreedor. Por otro lado, el Gobierno ha venido implementando una política de promoción agresiva de financiamiento subsidiado de viviendas a través del Biess. Al respecto es posible observar lo siguiente:
1) Un banco presta dinero, no casas. El dinero que presta en su mayor parte es de los depositantes y, naturalmente, espera recibir en pago dinero y no inmuebles. Obligar al acreedor (el banco y los depositantes) a que acepte en pago inmuebles, en lugar de dinero, constituye una limitación a los derechos de propiedad. Además, así como el deudor se beneficia cuando gana plusvalía su propiedad, este también debe asumir el perjuicio cuando pierde valor. Es así como debe ser, que el deudor internalice los beneficios y pérdidas, no solamente lo primero.
2) Los acreedores no son tontos. Si se aprueba la reforma mencionada, los banqueros podrán ser obligados a acatar las nuevas reglas de cobro pero no podrán ser obligados a asumir riesgos que les podrían generar grandes pérdidas a ellos y a sus depositantes. Ellos se adaptarán a la nueva norma aumentando las cuotas de entrada, elevando las tasas de interés y reduciendo los plazos, de acuerdo con la eventual sobrevaloración de los inmuebles según su ubicación. En definitiva, se producirá una restricción en la concesión de créditos para los sujetos menos privilegiados: aquellos que buscan financiamiento de hasta $ 146.000 para vivienda única. De cualquier manera, esta medida tendrá un impacto limitado, ya que es de suponer que no será de aplicación retroactiva y solo se aplicará a los créditos según las condiciones anteriormente mencionadas.
3) Se está invirtiendo la plata de los afiliados al IESS en un banco que concede créditos con criterios políticos. En tan solo un par de años el Biess ha llegado a concentrar el 53% del mercado nacional de hipotecas. La asignación del crédito concedido por el Biess obedece a fines políticos y de desarrollo económico (generación de “operaciones financieras con retorno social”, “impulsar la producción”, “garantizar nuevas fuentes de empleo”), mas no de rentabilidad. Con esos objetivos en mente, el Biess se dedica a prestar el dinero de los afiliados en condiciones extremadamente laxas, lo cual puede hacer mientras la economía continúe creciendo gracias a condiciones externas favorables, pero podría resultar en cuantiosas pérdidas para los afiliados una vez que las cosas ya no sean color de rosa. Algo similar ocurría con Fannie Mae y Freddie Mac (empresas patrocinadas por el Estado) y ya sabemos cómo eso contribuyó a inflar una burbuja inmobiliaria en Estados Unidos.
Cuando escasee el crédito para los sujetos de crédito menos privilegiados se culpará a los bancos privados, quienes simplemente reaccionan como cualquier depositante quisiera que su banco reaccione en aras de proteger su dinero. Y cuando los créditos concedidos por el Biess generen pérdidas a los afiliados, veremos a los de siempre culpar al “mercado”.
Puede ser que los legisladores y el presidente estén llenos de buenas intenciones, no obstante, podrían terminar perjudicando a quienes pretenden beneficiar.
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