¿Cuál fiesta en Guatemala?
El jueves se conoció una buena noticia: la
agencia calificadora de riesgo Standard and Poors (S&P) mejoró su
perspectiva de riesgo para nuestra deuda pública. El Gobierno se
apresuró a declarar que ello representaba una “muestra de confianza” en
el país. Sin embargo, antes de destapar las botellas de champán,
debemos entender qué quiere decir esta mejora. Una calificación de
riesgo no es más que la opinión de la agencia respecto de la habilidad y
disposición de un deudor de cumplir con sus obligaciones financieras,
cabalmente y a tiempo.
Naturalmente, la opinión no es “blanco o negro”, sino
viene en distintos tonos de gris. Inevitablemente, tampoco es una
ciencia exacta —como la reciente crisis financiera lo demostró—. Por
ello se usa una escala de letras que va desde AAA —la deuda de menor
riesgo— hasta D —deuda que está morosa—; y dentro de cada escala se
agrega la “perspectiva” que puede ser positiva, estable o negativa. La
deuda del Gobierno de Guatemala es BB —similar a la de Portugal—, y lo
que cambió es que pasó de perspectiva “negativa” a “estable”. La
pregunta es ¿por qué?
En opinión de S&P, con el reciente
aumento de impuestos, el Gobierno tendrá más fondos para, eventualmente,
darle mejor servicio a la deuda pública. S&P también espera que
haya mejores tasas de crecimiento económico y, en su opinión, la
combinación de ambas cosas tiende a disminuir el riesgo de nuestra deuda
pública. Una calificación de riesgo es algo importante porque si ésta
mejora, el sector privado también podría contratar deuda a mejores tasas
en los mercados internacionales. Tasas de interés bajas son buenas para
alentar proyectos de inversión. Desde esa perspectiva la noticia es
bienvenida.
La celebración termina cuando nos damos cuenta de que
el pilar de la mejora fue un aumento de impuestos. Lógico, S&P está
velando por los intereses de nuestros acreedores. Recuerden que su
trabajo es estimar la probabilidad de impago; por lo tanto, mientras más
impuestos, mejor. No es necesariamente lo mismo desde la perspectiva
ciudadana que, primero, es endeudada y, luego, es esquilmada por su
gobierno. Todavía estamos esperando que más impuestos impliquen mejores
gestiones públicas, no solamente gobiernos más grandes… Viéndolo así,
qué cara nos salió la calificada. Con una deuda pública a punto de
llegar a los Q100 mil millones y creciendo, tal vez hubiese sido mejor
quedarnos igual pero con menos deuda… Peor, ahora el Gobierno está más
envalentonado para seguirnos endeudando…
Así que cuando escuche en
la propaganda oficial que esto es un “logro” del Gobierno, recuerde que
se realizó a costa del incremento más grande de impuestos de nuestra
historia moderna. Recuerde también que la deuda pública descansa sobre
sus hombros, los de sus hijos y los de sus nietos —si aún no tiene
nietos, apúrese, el Gobierno necesita tributarios—. En realidad, más que
un mérito del Gobierno, es un mérito de la capacidad ciudadana para
soportar una deuda pública cada vez más grande sin ver beneficio alguno.
Ahora que ya sabe, puede ir a celebrar, si todavía tiene ganas.
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