El Día Después…al 8N en Argentina
Una
vez acallado el blandir de las cacerolas, el escenario nacional presenta, simultáneamente, tres escenografías
diferentes. En cada una de ellas, su protagonista interpreta -según el lugar
que le toca- la historia, dejando clara y definida su impronta. Surgen
pues, traducciones disimiles para la misma obra.
Se
trata del gobierno, la
oposición, y el pueblo. Sobre este último, esta misma semana
estaremos enviando el análisis, para evitar que este texto sea en demasía
extenso, y porque su papel es sustancialmente distinto al de los otros dos
actores de este elenco.
Vamos
pues, a analizar al primero: el
gobierno. Es dable destacar la coherencia impertérrita que ha mantenido desde
su llegada a Balcarce 50: el mismo estilo, la misma desfachatez, idéntico
método, igual objetivo. En consecuencia, el resultado es
inalterable y el mañana previsible, a no ser que un imponderable sorprenda.
La respuesta que ha dado a la masiva movilización
ciudadana deja nuevamente en evidencia qué clase de persona gobierna. Le lava la cara, lo despoja de
cualquier máscara. Ingenuo es asombrarse frente al rostro descubierto. Nunca fue Winston Churchill, ni
Charles De Gaulle, ni Václav Havel. Siempre fue: kirchnerismo.
El INADI puede estar tranquilo, no se discriminó por género. Para Él y Ella, lo
mismo.
En
ese sentido, Cristina Kirchner reaccionó acorde a su naturaleza intrínseca:
voluntariamente ciega, irrespetuosa, con escaso apego a la realidad,
esencialmente mentirosa. A
contra marcha de toda lógica. Si en lugar de ningunear los hechos, hubiese realizado
un ‘mea culpa’ y prometido cambios en la concepción política kirchnerista, la
prueba de fuego habría quedado del lado del pueblo. ¿Cómo se le puede creer
después de un sinfín de incumplimientos? Asumamos que su juego es el
gatopardismo.
Ahora
bien, aunque resulte contradictorio, la Presidente, al optar por la fidelidad a
sí misma, nos favorece más de la cuenta. Hoy,
los argentinos sabemos a qué atenernos, y consecuentemente, es factible
establecer alguna suerte de antídoto. Podemos evitar perder tiempo en
especulaciones y experimentos: el alacrán no altera su veneno.
Un
dato interesante: Simultáneamente a la manifestación del 8N, desde el Ejecutivo
emiten un comunicado dando cuenta de una recomendación médica, para que la
mandataria no viaje a España como lo tenía planeado. Es extraño porque si algo
es celosamente resguardado, eso es la salud de la jefe de Estado. ¿A qué viene informar tan
urgentemente sobre el tema? ¿Por qué no viajar cuando encima, el traslado es en
un avión con todo el confort?
Y
es que no se trata de salud, se trata de información. La expropiación de Repsol dejó su
huella, y el humor de tantísimos compatriotas residiendo en la Madre Patria
tampoco coopera a una bienvenida placentera. Mientras las
calles se poblaban de multitudes, a la mandataria le avisaban que, en España,
la aguardaba un escrache a gran escala.
En
ese contexto, Cristina
pasó el 8N más parecido a un martes 13. Sabida es su negación a escuchar
consejos, a no ser que se trate de su núcleo íntimo pero ya no hay dentro del
gabinete quien se atreva a narrarle con detalles el clima social imperante.
Rogelio Alaniz hizo una comparación de la conducta
presidencial, recordando similitudes con personajes historicos. Y es que en el afán de negar,
Cristina Kirchner puede ser comparada con María Antonieta quién creía que los
manifestantes querían comer pasteles; con Luis XVI que no entendía por qué el
tumulto alteraba el silencio de su ceremonia para vestirse; con Carlos I que
protestaba porque el tumulto lo obligaba a dejar una mesa de juego; con el zar Nicolás que se
quejaba porque los disturbios callejeros le impedían ir de caza; y con Ceacesceau que supuso que todo era una
treta mediática.
Tarea
para el hogar: ¿Cuál
fue el final de todos ellos?
Una de las características de la metodología política
imperante es obviar el mensaje, y aniquilar a quien osó acercárselo. Se explica
así, la situación del periodismo y la constante afrenta a la libertad de
expresión. “Que
pase lo que sea pero que no se sepa“, es la consigna.
La
decodificación de lo expresado por la ciudadanía movilizada sufrió ese proceso.
Presenciamos pues, como afloraron los soldados cristinistas, adiestrados
para negar, rechazar, desacreditar y modificar la realidad. Es verdad que ya
son pocos quienes los toman en serio, pero igualmente molestan, irritan. Ellos
pretenden matar con la indiferencia, y lamentablemente han sumado ya, un número
considerable de parcelas. El senador Aníbal Fernández fue más allá con la apuesta, y confesó
no haber entendido el mensaje; otra afrenta contra una sociedad
maltratada, que no es golpista sino golpeada.
Del
mismo modo, la
ministra de Defensa, Nilda Garré, no comprende que se reclame seguridad.
A su juicio es una “sensación
fogoneada por los medios“. Frente a tamaña declaración,
creo que alcanza con algunos nombres que vienen azarosamente a la mente para
responderle: Matías
Berardi, Santiago Urbani, Isidro Píparo. Son apenas tres representantes de un
nuevo gremio: el de las víctimas. A esta altura, el número excede toda
estadística y todo razonamiento.
Es cierto que el no entendimiento y la “tercerización”
de las culpas vienen acompañando desde hace años al gobierno. En el año 2004, Juan Carlos
Blumberg, llenó la Plaza de los Dos Congresos, sin más reclamo que una política
tendiente a disminuir y erradicar la delincuencia. Sencillez extrema que
tampoco entendieron.
Para
corroborarlo basta con una frase escrita por Horacio Verbitsky en su columna de
domingo: “El Estado
busca terrenos donde puedan levantarse viviendas populares, como alternativa a
la construcción de cárceles“. Me disculpo, pero ¿qué análisis racional
puede hacerse al respecto? No es sino un estimulo a delinquir, una apología del
delito.
Y esto recién comienza. Echando más nafta al fuego, los
voceros del gobierno, especialmente Carta Abierta, enfatizaron que si hubo
movilización, prácticamente hay que agradecerle a Cristina. Gracias a su
democracia, la gente no fue reprimida.
Si realmente el kirchnerismo considera ser dueño del
sistema democrático, estamos aún con más graves problemas. Ni Raúl Alfonsin fue
el padre, ni Cristina Fernandez es la madre de la Democracia. Esta , hoy, es tan huérfana como
quienes salieron, justamente a reforzarla el pasado jueves.
Pretender a su vez, descalificar la marcha aduciendo
falta de liderazgo es un argumento peligroso si no apologético. El pueblo
también reclamó eso, pero
en todo caso, ese mensaje fue para las fuerzas opositoras o las
individualidades que se hallan peleando ese rango. Allí también hay trabajo
pendiente.
Consulto:
Si hubiese marchado al
frente un Alfredo De Angeli o el ex Obispo Piña, por citar algún nombre
cualquiera, hubiesen entendido cual es el reclamo y obrado en consecuencia?
Si no somos serios, al menos seamos sinceros.
Otra
consideración interesante: si
la gente esta demostrando girar hacia un régimen democrático más directo es por
el fracaso del sistema de representación soberana. Y quien enfatizo e hizo un
hito de la gestión sin intermediarios fue ni más ni menos que la Presidente. Ni
reuniones de Gabinete, ni estructura partidaria, ni vocero presidencial que
obré como tal, ni ministros reales porque ella abarca todas las áreas. Habla
del estado de las vías ferroviarias así como del dengue, de los yacimientos
petrolíferos, de los bonos, el comercio o del qué estudiar en los colegios.
A
su vez, si la sociedad hubiera presentado politicas y un proyecto concreto, la
reacción hubiera sido aún más virulenta. ¿Cuánto hubieran tardado en denunciar que los caceroleros querían
abolir la actual administración, y tomar el gobierno? Igual,
a su modo, lo hicieron…
La apelación a clases medias y altas no puede siquiera
tenerse en cuenta. Es un argumento maniqueo. Sumando los ingresos de los cientos
de miles de manifestantes no sé si se alcanzaría la cifra que podría lograrse
sumando el patrimonio de cada funcionario, proveedor, asesor, secretario del
asesor, y asesor del secretario, amén del de la Presidente de la Nación…
Además se reclamó por la inflación, y ellos mismos
reconocen que esta golpea a los más pobres. Se reclamó por Justicia, y no son
precisamente los poderosos quienes están en los penales. Se reclamó por
educación, y como la Señora adujo, los ricos pueden estudiar en Harvard y
Georgetown… Se reclamó por seguridad, y son las zonas marginales donde se halla
el más alto índice de criminalidad. Se reclamó por transporte, y son los
humildes quienes se hacinan en colectivos, trenes y subtes.
Claro
que sería interesante observar por qué las clases bajas no se movilizan
(suponiendo que así fuera), pero no le gustaría a la jefe de Estado escuchar
hablar del ‘cepo al
reclamo’ que son los planes sociales y el asistencialismo extorsivo. Pretender
gobernar un país ignorando más de un millón de habitantes es infantil. Si esa
es la idea, que reemplace al menos el “Todos y Todas” porque muchos
quedamos afuera.
¿Qué sucede con la oposición? Poco y
nada, y quizás eso sea lo peor. Después del 8N, la situación de los partidos o
fuerzas opositoras se equilibró con la actual realidad del oficialismo.
Ya no está en condiciones de inferioridad. Ambos deben plantearse, de ahora en más, la sucesión
porque si algo quedo claro fue la muerte de la re reelección de Cristina.
Y
queda el pueblo que
como ya he esgrimido, será analizado en una segunda parte de este informe.
La sociedad se encuentra en un proceso diferente, con otras asignaturas
pendientes. Ello no le resta responsabilidades. Salió del sueño profundo, pasó al bostezo, a
desperezarse, y hasta se paró, pero no llegó aún a ninguna parte. El
camino sigue adelante.
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