La próxima guerra de Malvinas
Carmelo
Titirico, del Consejo de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq) que agrupa a
comunidades de indígenas bolivianos aymaras, informó que amputarán las manos a
ladrones reincidentes y castrarán químicamente a violadores flagrantes,
enmarcados dentro de la "justicia comunitaria" originaria, consagrada
en la Constitución promulgada por Evo Morales. Ahora surge claro por qué,
algunas tribus, se mantienen tan primitivas, es que la violencia va contra la
naturaleza, destruye.
La
violencia es, en todo sentido, la corrupción. Evo afirma que su patrimonio
creció gracias "a los ponchos regalados" por el pueblo. Ahora es
verdad, como dijo una oficialista, que su patrimonio todavía es "muy
escaso respecto al de otros presidentes". Es que, a diferencia del mercado
donde las transacciones surgen del acuerdo entre las partes, precio de por
medio, la coacción del Estado -que se arroga el monopolio de la violencia- es
decidida arbitrariamente por los políticos y la parte coaccionada, insatisfecha,
queda tentada a sobornar. Así, no sorprende que el exjefe de gabinete del
brasileño Lula, fuera sentenciado a casi 11 años de prisión por corrupción.
Sorprende que no ocurriera con muchos más funcionarios.
Más de 160.000 asesinatos se produjeron en Venezuela desde 1999 (sin invasiones
ni guerras), es el resultado de la violencia estatal. Es que la coacción del
Estado impide el desarrollo del mercado provocando miseria, marginación,
desocupación, tráfico de drogas, etc., multiplicando el delito que resulta
funcional al gobernante ya que atemoriza a la población y promueve el
despliegue de Fuerzas Armadas que, por cierto, ganan terreno respondiendo al
Gobierno.
Guste
o no al racionalismo, existe una naturaleza que tiene un orden maravilloso que
debe respetarse. El Sol sale todos los días, la ley de la gravedad no deja de
regir, el sexo es para procrear y continuar la especie y muchas cosas. Y la
moral es esa adecuación del hombre a las reglas naturales de supervivencia y
continuidad que lo hacen útil y feliz. Lo inmoral, entonces, dice la filosofía
desde los griegos, es la violencia que se define, precisamente, como aquello
que pretende coactivamente torcer el desarrollo natural espontáneo de las cosas.
Así,
inmoral es violar las reglas del mercado natural. Si un Estado, por caso,
acuerda libremente tomar deuda a cambio de un pago determinado, debe respetar
esa naturaleza pacífica, ese acuerdo voluntario. Precisamente a raíz de una
deuda impaga del Estado argentino, el buque escuela de su armada, la fragata
Libertad, fue confiscada en el puerto ghanés de Tema por un reclamo del fondo
de inversión NML Capital. Pero el barco, ocupa demasiado espacio y la intención
del puerto era remolcarla a un kilómetro. Cuando los funcionarios intentaron
acceder a la nave los marinos apuntaron sus armas. Además, el gobierno
argentino, dijo que denunciará a Ghana ante el Tribunal Internacional del Mar.
Pareciera
que Argentina, como durante el último gobierno militar que utilizó la guerra de
Malvinas para exaltar el chauvinismo imponiéndose violentamente a los
habitantes de las islas- para tapar su fracaso económico (es que la coacción,
la violencia sobre el mercado destruye, ¡qué otra cosa!), quiere exaltar el
nacionalismo para esconder que, si el país anduviera razonablemente bien, la
deuda sería irrisoria y podría pagarse, cumpliendo el mandato moral.
El autor es miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity en el Independent Institute, de Oakland, California.
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