Raúl Castro contra Yoani Sánchez
Yoani Sánchez, a su pesar, tiene la clave. La prueba de que el
gobierno de Raúl Castro no ha cambiado prácticamente nada, y continúa
siendo un régimen incorregiblemente estalinista, es la organización de
los actos de repudio contra la bloguera Yoani Sánchez tras autorizar su
salida del país.
A Yoani le han permitido ejercer su derecho a
viajar –que nunca debió negársele–, pero llevándose con ella, tras
ella, el acoso de la policía política, las amenazas, los gritos de los
energúmenos que no le permiten hablar, exactamente como si estuviera en
Cuba. Salió del país, en efecto, pero se llevó a cuestas la dictadura.
Lo único que falta es que la golpeen físicamente,
algo que puede ocurrirle en cualquier momento, como le sucedió en
Ginebra al activista Frank Calzón, a quien dejaron inconsciente sobre el
pavimento de la sede de la Comisión de Derechos Humanos, a donde había
acudido a denunciar los maltratos a los presos políticos.
La dictadura cubana, que copió y mantiene la
estrategia de la extinta KGB contra todo aquel que disienta de la línea
oficial, sostiene su “legitimidad” sobre lo que se conoce como un
“mecanismo escolástico” calcado del modelo teocrático-católico del
medievo, entonces auxiliado por la temida Inquisición:
- La verdad es lo que deciden las autoridades.
- Los Castro son las autoridades y han descubierto todas las verdades.
- Esas verdades pueden cambiar de acuerdo con la conveniencia de las autoridades.
- Lo único que les está permitido a los súbditos es obedecer, confirmar y alabar el discurso de las autoridades.
- Quien discrepa o disienta de esas verdades es un loco, un canalla que vende su conciencia y un agente del enemigo.
- Por lo tanto, merece ser aplastado.
Para verificar la infalibilidad de las autoridades
en los regímenes totalitarios, y para comprobar el carácter malvado de
quienes disienten, se ponen en marcha lo que en la repugnante jerga
policiaca, cargada de eufemismos, llaman “medidas especiales”.
Yoani Sánchez, como tantos demócratas de la
oposición, ha sido y será víctima de numerosas “medidas especiales”
organizadas por un enorme cuerpo de la policía política dedicado a esos
sucios menesteres, a cuya cabeza está situado el coronel de la
inteligencia Rolando Alfonso Borges, jefe del Departamento Ideológico
del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
¿Qué hace ese Departamento contra Yoani ? La espía
constantemente. Esparce rumores viles sobre su vida íntima. Trata de
enemistarla con su entorno. Le coloca chivatos en su grupo que se
disfrazan de amigos. Le inventa complicidades con delitos que nunca ha
cometido. La insulta y trata de desacreditarla de mil maneras. Le
organiza –como ahora tras su salida de Cuba—actos de repudio ejecutados
por turbas del Partido Comunista reclutadas por otro brazo del
Ministerio del Interior: el Instituto de Amistad con los Pueblos,
creador de los numerosos Comités de Amistad con Cuba que existen en
todo el planeta consagrados a instrumentalizar a los partidarios de la
dictadura.
Quien quiera saber cómo funciona la policía
política cubana y cuál es su estructura, le recomiendo vivamente que
conozca cómo operaba la KGB soviética: los cubanos son discípulos
aventajadísimos. Para eso hay un libro fundamental, The Sword and the Shield: The Mitrokhin Archive and the Secret History of the KGB.
Vasili Mitrokhin era uno de los archiveros de la
KGB y huyó con muchos de sus papeles tras la debacle de la URSS a
principios de los noventa del siglo pasado. Mitrokhin consiguió asilarse
en Londres y, con la colaboración del historiador Christopher Andrew,
publicó dos tomazos fundamentales. El otro se titula The World Was Going Our Way: The KGB and the Battle for the Third World. De ambos hay traducciones al español.
Reitero la premisa de este artículo porque me parece
fundamental: el significado último de la persecución a Yoani Sánchez
es que en la Cuba de Raúl Castro todo sigue igual. Continúa mandando la
policía politica, se mantiene incólume el estalinismo, y no existe la
menor intención de crear espacios de libertad en los que los demócratas
puedan expresar sus ideas. Todo lo que ha hecho Raúl Castro es alargar
un poco la cadena.
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