El español neutro, ¿de verdad existe?

Inesperadamente, un hecho político como fue hacer
entrar en vigencia una ley de 1986 -el miércoles pasado, más de un
cuarto de siglo después de su creación, se publicó en el Boletín Oficial
la reglamentación de la ley de doblaje- renovó el interés acerca de un
hecho lingüístico: el llamado castellano neutro.
Es curioso también que esto haya coincidido más o menos
en el tiempo con otro hecho, más parroquial: en una columna pasada,
"Tiempo de inauguraciones y encuentros especiales", del 8/7, el
presidente de la Academia Argentina de Letras, José Luis Moure, se había
referido a "la diferencia entre el empleo del lenguaje en sus registros
cotidianos y su forma estándar, la elaborada como lengua de cultura".
Algunos comentaristas habían confundido "lenguaje estándar" con el
"castellano neutro", y otros comentaristas habían recordado
oportunamente varios artículos de la profesora Lucila Castro para
aclarar el tema. Uno en particular, publicado en la sección Opinión de
este diario el 19/11/2004, que se llama "Nadie puede ser neutral".
El artículo está, por supuesto, lleno de conceptos brillantes, de manera que se aconseja fervorosamente su lectura (en https://bit.ly/156Gcgv
). En tanto eso ocurra, he aquí algunos fragmentos: "?los
hispanohablantes siempre celebramos la unidad en la diversidad. Así era
antes, cuando no estaba de moda la comunicación y tal vez por eso no nos
diéramos cuenta de todo lo que nos separaba. Por eso ahora hemos
emprendido la búsqueda del vellocino de oro del español internacional
(?) Llegaríamos así al famoso español neutro que algún avispado
empresario del doblaje nos quiso hacer creer que existía, al castellano
neutro (un oxímoron) de la ley de doblaje argentina"; "un aspirante a
hispanoneutroescribiente poco avisado seguramente evitaría la palabra pibe , pero difícilmente se le ocurriría que manejar
, en la acepción de conducir un vehículo, es un americanismo. Y
emplearía tranquilamente ese verbo en una traducción al español neutro.
Pero poco importaría, porque de todos modos lo entenderían y, de paso,
los españoles enriquecerían su vocabulario".
La profesora Castro concluye así su lección: "Es
preferible una buena traducción al madrileño o al porteño o al
guatemalteco, con toda su carga de intencionalidad y connotación, a esos
engendros supuestamente neutros que no son ni chicha ni limonada".
El tiempo dirá cómo sigue este proceso de doblar las
series de TV y las películas "al argentino", e incluso qué camino harán
estos productos si consiguen acceder a otros mercados de América latina.
De tener éxito nuestra interpretación del neutro, no nos encontraremos
con la sorpresa de oír (sí) doblados a los actores argentinos. Quien
esto escribe descubrió una noche en un canal de cable que sólo pasa
películas dobladas al español la versión en castellano neutro de Un novio para mi mujer
: Adrián Suar y Gabriel Goity discutían en un parque de diversiones
bien porteño, pero doblados al colombiano. ¿Deberíamos deducir, como lo
menciona la profesora Castro en otro artículo, que el español neutro es
"cualquiera menos argentino?" Por suerte, la canción de fondo de la
película, que era de Cacho Castaña, no estaba doblada.
© LA NACION
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