Zoom a las protestas masivas
En
nuestra época surge una modalidad diferente, principal aunque no exclusivamente
debido a la comunicación instantánea y vertiginosa que permiten las redes
sociales. No es que las manifestaciones multitudinarias constituyan una novedad
en la historia. Las ha habido en muchísimas ocasiones para los más variado
propósitos, pero las que tienen lugar en nuestros días aparecen con
características peculiares y es de interés hurgar sus componentes sociológicos
para entender mejor su sentido.
Sin
duda que tal vez se corre el riesgo de sobresimplificar si se analizan todas
las protestas masivas de los últimos tiempos en forma conjunta. Sin embargo, a
riesgo de esquematizar demasiado es de interés estudiarlas a todas debido a que
cuentan con comunes denominadores aunque con pesos relativos distintos y
expresiones y anhelos en algunos casos tácitos y en otros directos. Claro que
no han sido calcadas unas de otras. Cada una ha mostrado signos distintivos y
sobresalientes, sea las Egipto, Grecia,
España, Francia, Turquía, Estados Unidos, Brasil, Chile o Argentina para citar
las más sobresalientes. De todos modos, insistimos que el fenómeno comparte
rasgos similares aun con reclamos que varían en su jerarquía y, como queda
dicho, algunas características se mantienen en el trasfondo y otras salen a la
superficie.
Lo
primero que debe subrayarse en estas protestas es el grado de enfado y hartazgo
de los participantes. En algunas ocasiones la mecha que inicia el incendio muta
con el tiempo para reclamar otras cosas, sobre todo cuando la sensación de
aglomeración infunde renovado entusiasmo.
Lo
segundo es que por más que no sea la razón central de la marcha, casi siempre
subyace el descontento con el nivel de vida de los manifestantes y en este
punto debemos detenernos. No pocos son los jóvenes que se ven frustrados por lo
que les ocurre en el mercado laboral, lo cual habitualmente se endosa a que no
son suficientes las llamadas “conquistas sociales” o, en otros casos, las
demandas se dirigen a empresarios que se estima los devora la afán de lucro. Ni
lo uno ni lo otro tiene que ver con el problema.
Precisamente,
el desempleo es consecuencia de promesas absurdas de demagogos irresponsables
que a legislar salarios e ingresos
superiores a los de mercado naturalmente se expulsan empleados. Es imperioso
que se comprenda que el nivel de vida no depende de voluntarismos sino
exclusivamente de las tasas de capitalización que hacen de apoyo logístico al
trabajo para aumentar los rendimientos (no es lo mismo arar con las uñas que
hacerlo con un tractor). Esa es la diferencia entre un país próspero y uno
pobre. No es el clima, las etnias, la geografía, los recursos naturales, ni la
buena voluntad de burócratas, son marcos institucionales que respetan y
garantizan los derechos de todos, muy especialmente los derechos de propiedad
al efecto de asignar eficientemente los siempre escasos recursos.
Entonces,
los manifestantes de marras no solo deben entender el tema mencionado del
mercado laboral sino que deben comprender las ventajas de contar con
instituciones civilizadas y políticas concordantes con la sensatez y la
prudencia financiera. Tampoco se trata del lucro empresario que es otra manera
de decir que les interesa mucho obtener ganancias, lo cual es absolutamente
indispensable para lograr los objetivos de mejorar la condición de los más
necesitados debido a las referidas tasas de inversión. Es de interés destacar
que nadie declara que sus ingresos son demasiado altos, aunque se diga que es
un deseo “desmedido”, no aparecen muchos candidatos a inculparse personalmente
de ese mal puesto que siempre está referido al prójimo. El tema de las
necesarias prioridades a los temas de la vida es otro asunto, pero hay mucho de
hipocresía en esta materia.
La
tercera cuestión está referida a la educación o más bien des-educación puesto
que muchos de los que protestan lo hacen para reclamar más de lo mismo, a
saber, mayor intervención estatal en los asuntos privados en lugar de permitir
arreglos libres y voluntarios y liberar energía creadora. En esta plano resulta
que se reclaman mayores prebendas por parte del gobierno, es decir, pedido de
una más intensa succión al fruto del trabajo ajeno. En este contexto es que
suelen aparecer quejas y críticas furibundas contra un capitalismo inexistente,
al tiempo que se exige que se acelere el intervencionismo de los aparatos
estatales en las vidas y haciendas privadas.
El
cuarto tema es la corrupción de los gobernantes, situación que resulta contradictoria
puesto que esta surge de poderes discrecionales del gobierno de turno, lo cual
es contrario a la clara definición de las funciones gubernamentales limitadas a
la Justicia y la seguridad que son faenas que habitualmente no proporcionan los
gobiernos. Al exigir mayor entrometimiento de los funcionarios públicos
necesariamente aumenta la discrecionalidad y, por ende, los espacios para la
corrupción por más nobles que puedan ser las intenciones de muchos
manifestantes.
Por
último, para resumir apretadamente esta gimnasia por disecar el fenómeno que
comentamos, debe subrayarse el creciente clima de reiteradas demandas para que
se otorguen servicios “gratis”, es decir, demandar que se arranquen recursos a
otros para entregarlos a quienes protestan. Este ejercicio dañino conduce al
desmembramiento de la sociedad para convertirla en una tribu salvaje en la que
se torna insoportable e imposible de establecer las mínimas condiciones para la
cooperación pacífica entre las personas.
Esto
nada tiene que ver con las intenciones, puesto que como queda dicho entre los
manifestantes hay mucha gente con los propósitos más abnegados pero los
resultados no siempre se encaminan en la buena dirección, a lo que se agrega la
frecuente infiltración de grupos de facinerosos que suelen cometer todo tipo de
desmanes. Sin duda que también ha habido marchas pacíficas que se limitan a
protestar por actitudes inauditas de sus gobiernos, pero en la mayor parte de
los casos flotan algunos de los aspectos que hemos mencionado telegráficamente
en esta nota. Como decíamos al comienzo, no es posible tomar todas las
manifestaciones de protesta como si fueran homogéneas, estrictamente ni
siquiera dentro de la misma marcha pueden considerarse a todos con idénticos
propósitos puesto que cada uno tiene su personalidad, historia de vida e
intenciones últimas.
La
idea básica de este pantallazo es esbozar lineamientos generales que suelen
tener lugar en estas expresiones modernas y tener en cuenta que la protesta es
una manifestación de salud siempre que su objetivo sea noble como las
beneméritas marchas por la rebelión fiscal cuando los gobiernos se extralimitan
en sus atributos.
- 23 de junio, 2013
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