Bolivia: Democracia mutilada
Por Oscar Ortiz Antelo
El Deber, Santa Cruz
10 de octubre de 2013, 31 años de democracia. En apariencia, Bolivia
vive una democracia dinámica, incluyente y floreciente. En la realidad, de
democracia nos queda muy poco: elecciones periódicas y un Gobierno que
efectivamente ha ganado las elecciones; sin embargo, no gobierna
democráticamente, ni respeta los fundamentos de la democracia.
La República, aunque reconocida por la Constitución
vigente, es negada en sus principios esenciales. El problema no es solo de
semántica ni tiene que ver con el reconocimiento de las naciones indígenas ni
la vigencia de una democracia multicultural. Esto es tan solo el discurso. El
fin es la pretensión de consolidar una hegemonía que concentre todos los
órganos del poder nacional, eliminando la división de poderes, y, por lo
tanto, el concepto de poder limitado.
La inclusión de los pueblos indígenas, un
componente primordial del proceso de cambio, ha quedado como una simple
bandera política. El conflicto del Tipnis provocó el rompimiento de los
pueblos indígenas con el MAS al quedar en evidencia que, una vez en el poder,
lo que se privilegia son los intereses económicos de los sindicatos cocaleros,
quedando los pueblos indígenas minoritarios fuera de los ámbitos del poder
nacional.
La justicia, que en la nueva Constitución
parte del supuesto de que con la elección por voto popular de los magistrados
de los principales tribunales del país consolidaría su independencia y
acabaría con el cuoteo y la intromisión política, se encuentra en su peor
momento. No solo no se ha acabado con los problemas de corrupción y
politización del pasado, sino que se han profundizado. Consecuentemente, los
ciudadanos sufren un estado de indefensión frente a la permanente violación
de los derechos humanos.
Es verdad, con las autonomías se ha
ampliado sustancialmente el número de autoridades electas directamente por
voto popular; sin embargo, las autoridades electas de oposición han sido, en
la mayoría de los casos, suspendidas de sus cargos. La judicialización de la
política no solo persigue a quienes asumen la oposición, sino también a
quienes expresan crítica y disidencia desde los medios de comunicación,
afectando a la libertad de expresión.
El mejor homenaje a la democracia es no
callarse, no ser indiferentes. Asumir la causa democrática es luchar por
nuestro derecho a vivir con libertad y dignidad.
El autor fue presidente del Senado de Bolivia.
- 15 de agosto, 2022
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- 18 de mayo, 2007
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