Con el reloj marcando la pausa de 90 días en la guerra arancelaria y comercial del presidente Donald Trump, es momento de que el presidente responda a algunas preguntas.
Después de todo, cuando el presidente emplea sistemáticamente el nacionalismo económico en su discurso público, moldea las mentes de las personas, independientemente de si sus declaraciones pretenden negociaciones políticas o reflejan creencias profundamente arraigadas. Y la forma de pensar de las personas tiene consecuencias. Además, aunque el nacionalismo económico se utilice principalmente para presionar a los socios comerciales a fin de que realicen concesiones, la probabilidad de obtener los beneficios previstos depende de la veracidad -o falta de ella- de los argumentos centrales. Si los términos del intercambio no producen resultados beneficiosos, la conclusión sólo puede ser que toda la premisa era falsa y que se producirán consecuencias políticas y económicas perjudiciales. He aquí algunas preguntas que requieren respuesta.
¿Cómo concilia el presidente Trump su afirmación de que el déficit comercial de Estados Unidos es el resultado de barreras injustamente altas a las importaciones estadounidenses cuando en 2023 el arancel promedio ponderado sobre las importaciones estadounidenses era del 2,9% en todo el mundo, una cifra pequeña si se tiene en cuenta que se comercializan mercancías por valor de 33 billones de dólares a nivel mundial? En comparación, el arancel promedio ponderado de EE.UU. sobre sus socios comerciales era sólo ligeramente inferior (2,2%).
Si bien es cierto que existen barreras no arancelarias al comercio, la más importante puede ser la exigencia gubernamental de adquirir bienes y servicios únicamente a proveedores nacionales. ¿Es consciente el presidente Trump de que Estados Unidos es uno de los principales infractores del mundo en este sentido, con políticas estadounidenses de “Buy American” que abarcan cientos de miles de millones en compras gubernamentales cada año?
Durante su primera administración, el presidente Trump renegoció el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que posteriormente se convirtió en el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA en inglés). Si obligar a los socios comerciales a negociar nuevos acuerdos comerciales al estilo Trump es la forma de deshacerse del déficit comercial estadounidense, ¿por qué el déficit comercial de Estados Unidos con sus socios norteamericanos casi se triplicó bajo el USMCA, pasando de 88.000 millones de dólares en 2017 a 235 en 2024?
¿Es consciente el presidente Trump de que en 2023 el arancel promedio sobre las exportaciones estadounidenses a China, India, Corea del Sur, Taiwán y Vietnam -cinco países que representan una gran parte del déficit comercial de Estados Unidos con el mundo- era sólo del 6,2%, mucho más bajo que el arancel del 10,6% que Washington les aplicó? Y en cuanto a Corea del Sur, el sexto socio comercial de Estados Unidos, ¿se percata de que desde 2020 no ha habido aranceles industriales o agrícolas que impidan el flujo de exportaciones estadounidenses a ese país?
El reciente acuerdo comercial entre Estados Unidos y el Reino Unido ha sido promocionado como un ejemplo del tipo de acuerdos que la administración pretende concretar en las próximas semanas y meses. ¿Está al tanto el presidente Trump de que el arancel promedio ponderado que el Reino Unido aplicaba a las exportaciones estadounidenses no agrícolas antes del reciente “acuerdo” era del 0,5%? Si es así, ¿en qué sentido el acuerdo supone una mejora importante?
El presidente Trump acusa a algunos socios comerciales de EE.UU. de aplicar un fuerte “impuesto sobre el valor agregado” (IVA) a las importaciones procedentes de EE.UU. Tiene razón, pero ¿es consciente de que el mismo impuesto se aplica a los productos nacionales de esos países, lo que significa que el IVA no tiene ningún efecto práctico sobre la competitividad de los productos estadounidenses?
El presidente Trump se encuentra planeando actualmente gravar con aranceles del 100% a las películas cinematográficas que no se realicen en Estados Unidos. ¿Cómo planea definir “Made in America”, considerando que la mayoría de las películas estadounidenses rodadas (total o parcialmente) en el extranjero regresan a Estados Unidos para su postproducción, un proceso que involucra múltiples industrias que emplean a innumerables trabajadores estadounidenses?
A la luz de todo esto, los “acuerdos” comerciales que presumiblemente se anunciarán en un futuro cercano —incluida la reciente reducción de aranceles negociada con China— tienen muy pocas probabilidades de cambiar las reglas del juego. No eliminarán el déficit comercial ni repatriarán a las industrias y empleos que han migrado a lugares donde los costos de producción son menos onerosos.
¿O está apostando el presidente Trump a que su base electoral quedará satisfecha al ver al resto del mundo doblegarse ante Estados Unidos en unas negociaciones que cumplen su promesa de “América primero”, independientemente del resultado final?
Traducido por Gabriel Gasave
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