La década que pasó no fue tan mala

4 de enero, 2010

La década que acaba de terminar produjo historias que fueron trágicas (el 11 de septiembre de 2001), horripilantes (el huracán Katrina y sus secuelas) y deprimentes (la crisis financiera y la actual recesión). No obstante, quizás la historia más importante de la década—mayormente inadvertida en la miríada de retrospectivas sobre estos años en los medios de comunicación—es la lenta y constante marcha del progreso económico que marca nuestras vidas de cada día. No se encuentra necesariamente reflejada en el mercado de valores ni en nuestras cuentas bancarias, pero se hace evidente en los pequeños y a veces imperceptibles cambios en nuestras rutinas cotidianas que, con el tiempo, se convierten en grandes y sustantivos.

En The New York Times, Tyler Cowen discutió sobre los alentadores progresos del mundo en desarrollo durante la última década, pero hay sobradas razones para que también los estadounidenses estemos satisfechos con los progresos de esos años. Tan sólo pregunto: «¿Está mi familia mejor en 2010 de lo que habríamos estado en 2000?» La respuesta probablemente sea un rotundo sí: Una rápida comparación entre lo que mi familia tiene actualmente y lo que la gente de mi edad, ingresos y perfil familiar habría tenido hace exactamente 10 años sugiere que estamos mucho, mucho mejor. Éstos son apenas algunos ejemplos de cómo nuestras vidas son diferentes hoy de lo que habrían sido en 2000:

1. Acabamos de pasar un par de semanas visitando a mi familia en Alabama. Cuando precisé encontrar una dirección, la ingresaba en nuestro GPS y dejaba que me guiase. Incluso si me pierdo, puedo llamar a alguien desde mi celular y pedir indicaciones. No siempre funciona, pero es mejor que lo que era viajar hace 10 años.

2. Podemos sacar fotografías con cámaras digitales y compartirlas en varios sitios de medios sociales que nos posibilitan estar en contacto con personas de todo el mundo.

3. Dejamos que nuestra nueva aspiradora robótica Roomba—un regalo de mis suegros que se semeja mucho a un Cylon, para aquellos de ustedes que son fanáticos de Battlestar Galactica—limpie el piso de nuestra sala de estar los domingos a la mañana.

4. He bebido algunas de tazas de café selecto preparado con nuestra nueva cafetera de un solo pocillo Keurig (otro regalo de mis suegros). El café “premium” sigue creciendo de manera constante en el consumo de las masas. Me enteré de la existencia de la Keurig el verano pasado.

5. El entretenimiento ha cambiado mucho. El sábado a la noche, vimos el DVD de la película Paris When It Sizzles (Encuentro en París) en nuestra televisión de amplia pantalla plana. Netflix trae películas y programas de televisión hasta nuestra puerta y nuestras computadoras, y también podemos ver televisión y películas—de manera gratuita—en Hulu.com. Internet ofrece educación, entretenimiento, información y comentarios a un costo muy bajo. También podemos ver DVDs en el auto y aviones con un reproductor de DVD portátil (un salvavidas si estás viajando con niños pequeños).

6. Nuestro lavarropas se malogró, pero el sábado adquirimos uno nuevo a través de internet desde la comodidad de nuestra sala de estar.

8. Este artículo está archivado en Google Docs y será transmitido a través de una conexión inalámbrica cuando lo haya terminado, todo desde la comodidad de mi sala de estar. Google se convirtió en un verbo en la década de 2000, e innovaciones como Gmail y Google Apps son solamente el principio de hacia donde nos llevará el siglo 21.

9. Nada es perfecto, pero seguimos buscando identificar dónde hay margen para mejorar. Muchas personas han perdido sus hogares debido a las ejecuciones hipotecarias y sus puestos de trabajo por una economía recientemente deteriorada, pero esto ilustra las fallas estructurales en el sistema de intervención gubernamental que produjeron una gran cantidad de inversiones insostenibles. Mientras tanto, el progreso que seguimos alcanzando pese al estorbo del gobierno demuestra la robustez y capacidad de recuperación de la economía de mercado.

Resumiendo, más confianza en los mercados y una menor dependencia del gobierno al menos continuará y probablemente acelerará las tendencias que nos dieron la abundancia que actualmente disfrutamos. Ninguno de los cambios que he descrito precedentemente se han originado en audaces iniciativas gubernamentales. Han surgido de empresarios innovadores en respuesta a los incentivos del mercado.

Uno podría desechar esto como un conjunto de divagaciones inconexas de alguien muy privilegiado, pero usted podría efectuar un experimento mental similar para casi todos los perfiles de ingresos, educativos y familiares y encontrar la misma tendencia. La vieja expresión de que “los ricos se vuelven más ricos mientras los pobres se tornan más pobres” es un mito, al menos en los mercados libres. Los mercados nos permiten interactuar unos con otros al expandir las opciones y preferencias de los otros. Particularmente cuando el entusiasmo público por el capitalismo parece estar disminuyendo, esta es una lección que no debería ser olvidada.

Traducido por Gabriel Gasave

  • es Investigador Asociado en el Independent Institute y Profesor Asociado de Economía y Negocios en la Samford University.

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