Uno pensaría que a nadie le caben dudas respecto del terrible legado de Fidel Castro. Y sin embargo hemos escuchado a importantes líderes decir algunas cosas indignantes.

¿Cuál es el verdadero legado político de Castro? Las últimas elecciones libres en Cuba fueron en 1948; Fidel Castro convirtió a la isla en un Estado policial más despiadado que el que heredó del régimen de Batista. Las guerrillas que exportó a América Latina dieron lugar a salvajes dictaduras militares de derecha en la década de 1970. Hoy en día ningún país de América Latina, con la patética excepción de Venezuela, emula a Cuba. Los pocos populistas de izquierda que fueron aliados de Cuba han sido derrotados en las urnas (Argentina), constitucionalmente removidos del poder (Brasil), u obligados a renunciar a sus esperanzas de otra reelección inconstitucional (Ecuador y Bolivia), mientras que Daniel Ortega de Nicaragua se ha trasformado en un déspota de derecha.

Poco después de recibir el mando de parte de Fidel (primero de manera provisional, luego formalmente), Raúl Castro, que desearía copiar la fórmula vietnamita (capitalismo de Estado y gobierno de partido único), comenzó a renunciar a algunos principios básicos del modelo económico socialista de Cuba. No fue muy lejos, pero algunas de sus medidas—aquellas que relajaron las draconianas reglas sobre la emigración, permitieron a los pequeños emprendimientos operar de forma privada y restablecieron relaciones diplomáticas con los Estados Unidos sin el requisito previo del levantamiento del embargo— tienen un tufillo contrarrevolucionario.

¿Qué pasa con el legado económico de Fidel? El respetado economista cubano Carmelo Mesa-Lago ha calculado que el subsidio soviético ascendió a 65 mil millones de dólares (billones en inglés) durante un período de 30 años y que la generosidad de Venezuela hacia la isla ascendió a 10 mil millones de dólares (billones en inglés) anuales durante el reinado de Hugo Chávez. (La misma continúa en forma disminuida con Nicolás Maduro).

Castro deseaba convertir a Cuba en una potencia agrícola, pero hoy en día importa más del 70 por ciento de los alimentos y la zafra azucarera, que alcanzó los 8 millones de toneladas hace mucho tiempo, se ha reducido a cerca de 1,4 millones de toneladas. La pequeña actividad industrial que todavía existe es la mitad de lo que era en el momento de la caída del Muro de Berlín. El profesor de economía y bloguero Tyler Cowen considera que el ingreso per cápita del país es inferior a los 2.000 dólares.

¿Qué pasa ahora? Raúl Castro anunció en 2013 que cederá el poder en 2018 y pareció sugerir que sería sucedido por Miguel Díaz Canel, un ingeniero eléctrico. Raúl cederá la Presidencia del Consejo de Estado y el Consejo de Ministros, pero el verdadero poder reposa en las Fuerzas Armadas y el Partido Comunista, donde continuará teniendo la última palabra. Su yerno, Luis Alberto Rodríguez, es la cabeza de GAESA, el “holding” de las Fuerzas Armadas, que controla directamente la mitad de la economía de Cuba. Es el órgano al que debe asociarse si usted desea invertir en turismo, venta minorista, proyectos de infraestructura, etc..

Para no hablar de la tercera generación de los Castro, ya posicionada para cosas importantes. Un hijo de Raúl Castro, Alejandro, es coronel del Ministerio del Interior y jefe de la contrainteligencia.

A los 85 años, Raúl no estará ahí para tomar decisiones por mucho más tiempo. Pero cualquiera que piense que este es el comienzo de una transición política significativa está muy equivocado. El hermano de Fidel cree en la combinación de reformas de mercado limitadas con partido único—la "vietnamización" del modelo cubano. Puede que no sea Fidel, pero detenta suficiente autoridad como para asegurarse de que nada raro ocurra bajo su vigilancia.

Lo que es mucho menos claro es qué sucederá después de que Raúl Castro se haya ido. Ningún funcionario del Partido ejerce suficiente poder como para asegurar la perpetuidad del sistema. Aunque la sociedad civil es demasiado débil en este momento para rebelarse contra el régimen de partido único, las grietas que podrían abrirse dentro de la estructura del Estado podrían desatar fuerzas de la clase que vimos en Europa Oriental, tanto dentro como fuera del Partido Comunista.

Pero eso no ocurrirá en lo inmediato.

Traducido por Gabriel Gasave


Alvaro Vargas Llosa es Asociado Senior en el Independent Institute.