El socialismo cubano debería morir con Castro

5 de December, 2016

La noticia de la muerte de Fidel Castro ha generado elogios para él de parte de numerosos políticos de izquierdas. Mientras que Castro posee un historial de asesinatos, ejercicio dictatorial del poder y ha cometido muchas violaciones a los derechos humanos, unos antecedentes que incluso aquellos que lo alaban aborrecen, son las mismas políticas que algunos izquierdistas ensalzan la fuente de la pobreza de Cuba.

Por ejemplo, en respuesta a la noticia de la muerte de Castro, el candidato presidencial del Partido Verde Jill Stein escribió en Twitter, "Fidel Castro era un símbolo de la lucha por la justicia a la sombra del imperio. Presente!"

Y la congresista Barbara Lee, demócrata por California, quien se reunió con Castro ocho veces a lo largo de los años, dijo que cuando se enteró que Castro había muerto, "estaba muy triste por el pueblo cubano. Él condujo una revolución en Cuba que llevó a mejoras sociales para su pueblo".

No cabe duda de que Castro tiene la sangre de inocentes en sus manos. El Proyecto Archivo Cuba, que exige rigurosa documentación, ha verificado la muerte de 5.600 personas frente a pelotones de fusilamiento y unos 1.200 asesinatos extrajudiciales adicionales. El historiador R.J. Rummel estima que un número mucho mayor de 35.000 a 141.000 cubanos ha muerto a manos del gobierno de Castro.

Los izquierdistas a menudo se disculparon por la brutalidad de los gobiernos socialistas afirmando que los fines justifican los medios. Un defensor de Stalin supuestamente le dijo a George Orwell que "usted no puede hacer una tortilla sin romper huevos". A lo que Orwell respondió: "¿Dónde está la tortilla?

Castro tuvo más de 50 años para cocinar la tortilla y todo lo que entregó fueron huevos rotos. El problema es que la receta, el socialismo, no puede generar una comida de prosperidad económica.

El socialismo requiere que el gobierno posea los principales insumos para la producción (tierra, capital y, al menos implícitamente, la mano de obra de sus propios ciudadanos) y formular un plan de producción y distribución para toda la economía. Pero los planificadores socialistas no pueden saber qué bienes los consumidores desean más urgentemente y el modo más económico de producirlos, debido a que carecen de los precios libremente formados que son subyacentes a los cálculos de pérdidas y ganancias en las economías de mercado.

Además, la planificación necesariamente implica la centralización de una gran cantidad de poder. Los individuos en posiciones de poder a menudo carecen de los incentivos para planificar eficientemente incluso si supieran cómo hacerlo. Una libertad política significativa es ilusoria cuando aquellos en el poder controlan el sustento económico de sus ciudadanos, de modo tal que los gobernantes a menudo planifican para su propio beneficio antes que para el beneficio de su pueblo. Los terribles abusos de poder que se han producido bajo el socialismo son una característica del sistema, no un error.

La mayor parte de los ex países socialistas se convirtieron a alguna forma de economía mixta (capitalismo intervencionista) a finales del siglo XX. Quedan sólo tres países socialistas: Cuba, Venezuela y Corea del Norte y todos ellos son un desastre dado que todos los países socialistas padecen estos severos problemas de incentivos e información.

El fracaso del socialismo cubano debería ser evidente para cualquiera que esté dispuesto a reconocerlo. La pobreza es generalizada; el transporte es pésimo; los bienes básicos de consumo son insuficientes tanto en cantidad como en variedad; la infraestructura se está desmoronando; e incluso la muy elogiada atención de la salud de Cuba ha fallado. El sistema de salud para las elites cubanas (el Partido Comunista, los militares, los escritores oficiales, etc.) es lo que alaban los forasteros. Para la mayoría de los cubanos es tan malo que tienen que llevar sus propias sábanas, jabón, toallas, comida y papel higiénico a los hospitales.

Castro se pegó dogmáticamente a las fracasadas políticas socialistas, mientras que la mayor parte del mundo fuera de Cuba viró pragmáticamente hacia los mercados. Incluso China, donde el Partido Comunista mantiene su control político, hizo reformas importantes alejándose de la planificación socialista y hacia los mercados. Las reformas de China han permitido a casi mil millones de personas (billón en inglés) escapar de la pobreza extrema, mientras que Cuba ha permanecido estancada.

El lema de Castro era "Socialismo o muerte". Su socialismo generó una economía muerta. El futuro de los cubanos será mucho más brillante si las políticas socialistas de Castro se fuesen a la tumba con él.

Traducido por Gabriel Gasave

  • es Asociado Senior en el Independent Institute y Director del Free Market Institute de la Texas Tech University.

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