El futuro del automóvil: Los vehículos eléctricos están en camino

13 de marzo, 2000

Hay un montón de risitas ahogadas en algunos círculos, ahora que la General Motors ha retirado del mercado a su automóvil eléctrico EV-1 de dos plazas. ¿Explica esto el fin del auto eléctrico? Difícilmente. Pero pone en evidencia que los avances tecnológicos no deberían ser prematuramente acelerados en la producción. Y ciertamente no en respuesta a los exagerados temores respecto de catástrofes climáticas.

Los detractores del auto eléctrico apuntan a la conocida confiabilidad del motor de combustión interna (ICE es su sigla en inglés) y aseveran que los controles electrónicos de la emisión de gases y los conversores catalíticos han logrado una polución cercana a cero. Están en lo cierto; los nuevos automóviles difícilmente contribuyan a la polución generada por otras actividades humanas como el cortar el césped, la quema de hojas, el humo de las chimeneas, etc. Están también en lo correcto al declarar que la electricidad necesaria para cargar las baterías de los autos eléctricos, cada 60 a 80 millas, deberá ser producida en alguna parte, probablemente mediante una estación de electricidad alimentada a carbón que se sumará a la polución del aire.

Sin embargo los críticos pasan por alto algunos factores cruciales. Un auto eléctrico es capaz de lograr una eficiencia energética mucho mayor que la de uno movido mediante un ICE. La técnica bien establecida del «frenado regenerativo» puede recapturar la energía del movimiento que está ahora disipada (y desperdiciada) en los frenos de las ruedas, y retroaccionarla en las baterías del auto. Los motores eléctricos empleados para accionar las ruedas funcionan también como generadores eléctricos que toman energía de las ruedas y la vuelven a convertir en energía eléctrica. De esta manera, la eficiencia energética del auto es duplicada o triplicada. Dependiendo de las condiciones de manejo, debería ser posible alcanzar cerca de 80 millas por galón de gasolina, sin reducir el tamaño del vehículo o restringir el estilo y la comodidad de los pasajeros.

El otro problema tiene que ver con la distancia limitada y el alto costo de un automóvil impulsado a batería; se relaciona con la necesidad de transportar un gran número de costosas y pesadas baterías a efectos de alcanzar una distancia decente de más de unas pocas docenas de millas entre una carga y otra. Pero este es un problema fantasma que puede ser solucionado mediante un cargador abordo. Un ICE pequeño, funcionando como un alternador a una velocidad constante, allí donde la eficiencia es la más elevada y la polución la menor, puede alimentar al tanque de combustible estándar y producir un alcance de hasta 1000 millas entre recargas. Una versión más elegante usará una pequeña turbina como cargador, o quizás una celda de combustible; el resultado será el mismo. Este automóvil «híbrido» utilizaría menos baterías motrices que un auto puramente eléctrico dado que el alcance ya no depende del número de baterías. Un híbrido sería más barato, liviano, y también de fácil mantenimiento.

Afortunadamente, hay mucha competencia en la industria automotriz. Las compañías japonesas están experimentando con distintos diseños de vehículos híbridos y poniéndolos a prueba en el mercado de los consumidores. Hay competencia también en la industria de las baterías. La batería común de plomo ácido está siendo mejorada a fin de producir más energía por libra y para resistir más ciclos de recarga. Y existe una lista que deja perplejo de nuevos tipos de baterías en plaza; batería basadas en sulfuro, zinc, litio, o hidruros metálicos. La mejor triunfará.

Proyectos más avanzados están basados en celdas de combustible que cargan a las baterías motrices. Las baterías pueden incluso ser descartadas todas a la vez en favor de diseños avanzados de una rueda de equilibrado para el almacenamiento de la energía. El campo está todavía plenamente abierto, con un premio atractivo que aguarda al ganador en el mercado mundial y que vale casi medio billón (trillón en inglés) de dólares por año y que sigue creciendo rápidamente.

Las cosas se irán resolviendo a medida que los consumidores tomen sus decisiones, basados en el costo inicial, la eficiencia de combustible, y factores atinentes a la comodidad y a la seguridad. No sucederá de la noche a la mañana– ni siquiera en una década. Pero podemos predecir confiadamente que así como el siglo 20 fue el siglo del ICE, el presente será el siglo del vehículo eléctrico.

Traducido por Gabriel Gasave

  • (1924–2020) fue Investigador Asociado en el Independent Institute, y Profesor Emérito de Ciencias Medioambientales en la University of Virginia.

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