Hace algún tiempo, me resigné al hecho de que los economistas somos los aguafiestas del mundo. Podemos arruinar cualquier propuesta y casi cualquier situación con sólo un par de herramientas analíticas y las palabras “consecuencias no deseadas”. ¿Control de alquileres? Genera escasez y perjudica a los pobres. ¿Salarios mínimos? Reducen el empleo y perjudican a los pobres. ¿Leyes contra la “manipulación de precios”? También pueden causar faltantes y perjudican a los pobres. ¿Intervenciones, reglamentaciones y subsidios que se supone harán que la vivienda y la educación superior sean más asequibles y por lo tanto harán del mundo un lugar más amable, más gentil y más próspero? Estamos viendo la forma en que eso está funcionando ahora mismo. Se entiende la idea: la lista de sueños que se han desvanecido en las rocas de los principios de la economía es larga.

No contentos con arruinar los sueños de unos pocos idealistas, los economistas centraron hace unos años su atención en la Navidad. He aquí algunas ideas de la “ciencia deprimente” que llueven sobre el desfile navideño.

1. Usted no debería tener. No, en serio. Usted no debería tener. La clásica salva de la literatura sobre la economía de la Navidad es la obra de Joel Waldfogel, “The Deadweight Loss of Christmas” (“La pérdida de eficiencia de la Navidad”), que brinda un poco de evidencia acerca del hecho de que la gente sería más feliz si se le obsequiase dinero en efectivo en lugar de un regalo por un monto equivalente. Sí, es la intención lo que cuenta, pero ¿cuántos de nosotros hemos dado (o recibido) obsequios que han terminado siendo entregados en donación algún fin de año o enajenados en una venta de jardín en primavera?

Aprendimos esto de primera mano en una fiesta navideña familiar que involucró a un elefante blanco en un intercambio de regalos. Todos se fueron a casa felices, pero uno de los participantes (un fan de Alabama) abrió una caja de cosas Auburn, otro (un fan de Auburn) abrió cosas Alabama, y uno de los regalos que yo (un fan de Alabama) abrí era una gorra de beisbol del equipo de la Luisiana State University (LSU). Una vez más, todo salió bien al final, pero la distribución inicial fue muy ineficiente.

La espectacular riqueza que disfrutamos en la actualidad ha creado el epítome de un problema del primer mundo: el exceso de regalos. Antiguamente, el hecho de dar un regalo requería de un sacrificio material significativo. Hoy en día, las chucherías son tan baratas que nuestro problema no es la falta de generosidad. Es la generosidad mal canalizada. Usted probablemente ha escuchado a la gente bromear respecto de que los niños suelen estar más interesados en las cajas de los juguetes que en los propios juguetes. Es posible que haya visto este artículo publicado en Wired que efectúa un listado de “los 5 mejores juguetes de todos los tiempos”: cajas, hilos, tubos de cartón, ramas, y suciedad. Como padre de un niño de tres años y otro de 18 meses de edad, puedo dar fe de que esto es casi definitivamente cierto. Al final de la película How the Grinch Stole Christmas (Conocida en español como El Grinch) el Grinch se entera de que la Navidad no proviene de una tienda. El Grinch aprende que la Navidad significa un poco más. A medida que nos adentramos en la recta final hacia la Navidad, es una lección que deberíamos tomar en serio.

2. Su iglesia u organización cívica probablemente deberían cancelar la colecta navideña de alimentos y juguetes del próximo año. En un post que hizo que mi corazón de economista creciese tres tallas, Matt Yglesias explica “¿Por qué las colectas de alimentos son una idea terrible”. Lo más importante es que no existe un almuerzo gratis. En realidad, salir y conseguir los alimentos es algo costoso en sí mismo, clasificarlo es costoso, y su distribución es costosa. Como explica Yglesias, las organizaciones de caridad probablemente pueden aliviar mucho más el hambre si usted les da 20 dólares en efectivo en lugar de papilla de maíz por valor de 20 dólares.

A lo largo de su investigación, F.A. Hayek hizo hincapié en el problema del conocimiento y explicó cómo los mercados utilizan y dispersan conocimiento que no puede ser conocido o articulado por una sola mente. La recolección y distribución del confort y la alegría enlatados se encuentra con el mismo problema. La gente conoce sus propias preferencias mejor que usted. La papilla de maíz podría ser un bonito gesto, pero ¿qué ocurre si el receptor es alérgico al maíz?

3. La economía es como los Transformers: Hay más de lo que ven los ojos. Sin duda, alguien está leyendo esto y diciendo “bueno, si usted mirase a los ojos a las personas que están recibiendo la ayuda, usted entendería”. Sin embargo, déjeme decirle algo. La economía hace hincapié en las consecuencias no deseadas y ocultas de las distintas acciones. Supongamos que usted pudiese alimentar a dos niños con el mismo esfuerzo que está utilizando actualmente para alimentar a uno. ¿Le gustaría saber cómo?

Si somos honestos con nosotros mismos, veremos algunas de las formas en las que la Navidad deja al descubierto nuestra hipocresía. Usted probablemente ha escuchado a alguien decir “no des hasta que duela; da hasta que se sienta bien”, y nuevamente, creo que si somos realmente honestos con nosotros mismos muchas de nuestras obras de caridad tienen menos que ver con ayudar al más humilde de nuestros hermanos que con mostrar que somos la clase de persona que se preocupa por el más humilde de nuestros hermanos. He escrito antes que “no dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha” no es simplemente un sano mandato bíblico con respecto a nuestra entrega. También es una excelente economía. Si usted no ha leído acerca de las personas que de forma anónima pagan las cuentas de lo que otros reservaron con anticipación en las tiendas Kmarts de todo el país, ello es un excelente ejemplo de lo que estoy hablando.

4. La compra por impulso no va a “ayudar a la economía”. Consumimos alrededor de dos tercios de la producción nacional cada año, y es cierto que la producción se lleva a cabo con el objetivo de generar bienes y servicios que hagan feliz a la gente. Al mismo tiempo, el consumo per se no genera un crecimiento económico sostenible. “Gastar más” es una receta intuitiva pero desacertada para lo que aflige a la economía estadounidense. Si bien la compra de un surtido mayor de baratijas y chucherías podría ayudar a las ganancias de los minoristas y fabricantes en el corto plazo, nos deja con menos recursos no consumidos con los cuales construir la economía del mañana.*

5. La paz en la tierra y la buena voluntad para los hombres puede ser disfrutada y desplegada con mayor eficacia. La intención de ayudar a la gente no es lo mismo que en verdad ayudar a la gente. Las buenas intenciones y unos cuantos dólares le servirán para conseguir una taza de café, si tiene suerte: las “buenas intenciones” canalizadas a través de instituciones patológica podrían hacerle cargar con un recuento de cadáveres. En uno de los libros más provocativos que leí este año, Timothy Keller explica cómo la Generous Justice (Justicia Generosa) es algo más que dar cosas. Es la decisión de un estilo de vida que exige involucrarse de manera significativa en las vidas de otros. En el largo plazo, es probable que esto sea mucho más eficaz que simplemente aglomerar toda nuestra benevolencia en unas pocas semanas frenéticas.

Como un mentor me ha dicho, la economía nos demuestra que es muy difícil ser caritativos de maneras que beneficien realmente a las personas que estamos procurando ayudar. Algunos pueden considerar que esto es incluso triste y deprimente. En verdad, creo que es un tanto liberador, ya que sugiere que–a riesgo de ser dramático–un mundo mejor es posible. Un nuevo paradigma para la caridad y la justicia requerirá que pensemos mucho “fuera de la caja” de las donaciones. Con la Navidad de 2011 y un nuevo año justo a la vuelta de la esquina, es un desafío que espero se lo encare frontalmente.

*–Obviamente, esta es una discusión muy breve que no trata todas las potenciales objeciones de manera frontal. Por suerte, existe YouTube. Aquí está la versión 2011 de la épica conferencia de Roger Garrison sobre la Teoría Austriaca del Ciclo Económico.

Traducido por Gabriel Gasave


Art Carden es Investigador Asociado en el Independent Institute y Profesor Asociado de Economía en la Samford University.