La gente está muy enfadada por un reciente informe que da cuenta que la Administración de la Seguridad en el Transporte (TSA es su sigla en inglés), el Departamento de Seguridad de Tennessee, y varias otras agencias federales y estaduales “llevaron a cabo una operación de Prevención y Respuesta Intermodal Visible (VIPR como se la conoce en inglés)” en varias instalaciones en Tennessee, incluyendo las estaciones de autobús de Nashville y Knoxville. A medida que la Guerra contra el Terror ingresa en su segunda década, quizás no resulte sorprendente que el largo brazo del Departamento de Seguridad Interior siga extralimitándose.

En base virtualmente a cualquier estándar, estamos gastando demasiado dinero en la Seguridad Interior. Lo estamos gastando también de manera imprudente y demostrando la sabiduría de Benjamin Franklin quien dijo que al sacrificar la libertad por la seguridad acabamos sin ninguna de ellas.

La Seguridad interior se encuentra increíblemente mal administrada. Cada viaje a través del aeropuerto—y actualmente cada encuentro con una operación de VIPR que podría estar ocurriendo en una carretera o en una estación de autobús—es un testimonio de la prodigalidad y futilidad de una exagerada reacción en curso frente a la amenaza del terrorismo. La amenaza ciertamente no es cero, pero como los expertos John Mueller y Mark G. Stewart puntualizan en una serie de artículos que escribieron para Slate, casi con certeza no es lo suficientemente alta como para que nuestro gasto actual en la Seguridad Interior supere una prueba de costo/beneficio. Estiman que tendría que detener 1.667 ataques similares al fallido atentado con bombas de Times Square en Nueva York a fin de que el gasto actual de la Seguridad Interior valga la pena. Estoy virtualmente seguro de que la amenaza no es tan alta.

En un informe sobre las nuevas actividades en las carreteras, el Canal 5 de Nashville citó al Departamento de Seguridad de Tennessee y al Comisionado para la Seguridad Interior Bill Gibbons. Gibbons dijo que un terrorista “es más probable en la carretera interestatal” que en un avión. Incluso si estuviese el 100% acertado, eso no significa que el Departamento de Seguridad Interior tenga que empezar a llevar a cabo operaciones en las carreteras. Si ambas probabilidades—la posibilidad de que usted encuentre a un terrorista en la autopista y la probabilidad de que encuentre a un terrorista en la carretera interestatal—están muy cercanas a cero, entonces los recursos que estamos utilizando para reducir esas probabilidades casi con seguridad tendrían un mejor uso en otras partes.

Además, los incentivos son los equivocados si el objetivo es proporcionar una seguridad efectiva del modo más eficiente posible. ¿Por qué? El gasto en materia de Seguridad Interior está sujeto a presiones políticas y no a los incentivos del mercado. Escribiendo para Foreign Policy a principios de este año, Anne Applebaum documentó algunas de las formas en las que los dólares de la Seguridad Interior son imprudentemente gastados.

Esto no es debido a alguna malevolencia especial por parte de la gente que gasta el dinero. Se debe a los incentivos creados cuando los recursos son asignados por mediante medios políticos en vez del intercambio voluntario.

Hace unas semanas, escribí acerca de las lecciones que podemos aprender de uno de mis episodios favoritos de Los Simpsons. El episodio “Mucho Apu y pocas nueces” también nos enseña una lección acerca de la sobre reacción a las amenazas de menor importancia. Al comienzo del episodio, un oso se desplaza lentamente desde las colinas y causa un gran revuelo entre la gente del pueblo. Homero se escandaliza y marchan al Ayuntamiento exigiendo que el alcalde Diamond Joe Quimby haga algo respecto de los osos. Quimby responde creando la Patrulla Oso, que despliega un montón de sofisticados y caros equipos (incluido un bombardero sigiloso) con el fin de proteger a los Simpsons y sus vecinos de Springfield de los osos. Más adelante en el episodio, recibimos una útil lección acerca de lo que implica la expansión de una misión cuando vemos un titular en el Springfield Shopper diciendo que “La Patrulla Oso incrementa la campaña de bombardeos”.

En muchos sentidos, el Departamento de Seguridad Interior es como la Patrulla Oso. Es caro. Es inmanejable. Es invasivo. Pero por sobre todas las cosas, es considerablemente innecesario. La mayor parte de lo que los gobiernos de todos los niveles están gastando en Seguridad Nacional ha sido desperdiciado. Lo último que deberíamos darles es más dinero y poder.

Traducido por Gabriel Gasave


Art Carden es Investigador Asociado en el Independent Institute y Profesor Asociado de Economía en la Samford University.