Un clásico (pero característicamente crudo) episodio de South Park nos enseña una importante lección sobre la formulación de políticas. La lección se repite a lo largo de una recurrente serie de educativos momentos. Steven Horwitz y yo discutimos esto en una columna para Freeman Online el año pasado. Es una lección que vale la pena repetir, y es una lección que tiene un montón de aplicaciones.

Es un apuesta segura decir que muchas de las propuestas de políticas que entran en su campo de visión están basadas en una mirada del mundo más apropiada para los gnomos roba calzoncillos de South Park que en una discusión seria y razonada.

Un poco de historia. Los chicos de South Park deben dar una presentación a los votantes en la que explican por qué el pueblo debería impedir que una gigantesca corporación (“Harbucks”) abra una sucursal junto a Tweek’s Coffee, un comercio local. Encuentran un grupo de gnomos que han estado robando ropa interior como parte de un gran plan, dividido en tres fases:

Fase 1: Recoger calzoncillos.

Fase 2: ¿?

Fase 3: Beneficio.

Cuando a los gnomos se los increpa acerca del signo de interrogación y se les pregunta cómo, exactamente, pasan de la ropa interior a los beneficios, no tienen una buena respuesta.

Funciona de la misma manera con muchísimas discusiones políticas. Considere virtualmente cualquier problema sobre el cual los exprimidores a mano profesionales en los medios de comunicación y la academia se preocupan. El argumento usualmente procede de la siguiente manera:

Fase 1: Aprobar una ley.

Fase 2: ¿?

Fase 3: Virtud y/o prosperidad.

La economía es el arte de ver lo que sucede en la Fase 2 y determinar si la intervención propuesta conducirá al resultado deseado. Como escribió Henry Hazlitt en su libro Economía en una Lección (que analizo aquí), “El arte de la economía consiste en observar no sólo los efectos inmediatos sino también los efectos a largo plazo de cualquier acto o política; consiste en indicar las consecuencias de dicha política no sólo para un grupo sino para todos los grupos de la sociedad”.

O, como Thomas Sowell subtituló su libro Applied Economics, la economía implica “pensar más allá de la fase uno” (o la Fase 1, en este caso). En otras palabras, el arte de la economía es el arte de ver lo que sucede en la Fase 2 y si ésta en realidad conduce a la fase 3.

Considere un caballito de batalla de mis amigos de derechas: las drogas. El argumento por lo general es el siguiente:

Fase 1: Reprimir con más fuerza las drogas.

Fase 2: ¿?

Fase 3: Limpieza, sobriedad, virtud y prosperidad.

La guerra contra las drogas, sin embargo, ha sido un fracaso espectacular. Los barrios y las familias han sido destruidas, los EE.UU. encarcelan a un porcentaje de su población mayor que el de cualquier otro país, y nuestra guerra contra las drogas ha dado lugar a una violencia increíble en el norte de México.

Parte de la furia contra la inmigración ha sido tan sólo una consecuencia no deseada. Hace unos meses, escuché a un comentarista radial conservador enumerando los problemas asociados con la violencia del narcotráfico a lo largo de la frontera entre México y los Estados Unidos. En lugar de reconocer que la guerra contra las drogas ha sido un fracaso y bregar por su finalización, el comentarista pidió una mayor aplicación de restricciones a la inmigración.

O considere un caballito de batalla de mis amigos de izquierdas: la atención médica universal. La misma frase es engañosa porque da por sentado que la aprobación de un mandato de “hacerlo” dará lugar a una “atención médica universal”. O, para modificar la forma en que Steven Horwitz y yo lo expresamos el año pasado, el modelo implícito toma prestado de los gnomos roba calzoncillos:

Fase 1: Aprobar una ley decretando que todos tengan atención médica gratuita.

Fase 2: ¿?

Fase 3: Todos tienen toda la atención de la salud que necesitan.

Esto ciertamente no implica decir que la atención médica estadounidense no se encuentra en verdad en muy mal estado o que no precisa ser enmendada. Lo está y lo necesita. Sin embargo, tenemos que ser muy cuidadosos para entender primero lo que ocurre en la Fase 2 y segundo si esto llevará a que todos tengan toda la atención médica que necesitan.

Cuando no permitimos que los precios emerjan para contribuir a mediar la cooperación, estamos distorsionando los incentivos de la gente y generamos desperdicios bajo la forma de faltantes o sobrantes. Ello sucede en el mercado de la gasolina cuando imponemos precios máximos y ocurre en el mercado del trabajo no calificado cuando imponemos precios mínimos. Incluso, si aceptamos que la atención médica universal es un objetivo deseable, estoy plenamente seguro que en el momento en que esta propuesta se abra paso a través del proceso político estadounidense y la gente responda a sus incentivos, se descubrirá que el remedio legislativo era peor que la enfermedad.

Demasiado a menudo, las propuestas de políticas son evaluadas sobre la base de sus intenciones en lugar de sus resultados previsibles y el debate prosigue como si el conflicto fuese puramente distributivo o como si los objetivos fuesen en sí mismos moralmente deseables. Sin embargo, esta es la política económica de los gnomos roba calzoncillos. Para mantener una conversación realmente útil acerca de la política, es necesario centrarse menos en la conveniencia de lo que podemos imaginar en la Fase 3 y pensar más sobre lo que está pasando en la Fase 2.

Actualización: Busqué en Google el título y descubrí que ésta ciertamente no es una idea original. Aquí están los resultados de la búsqueda (en inglés) para otros que han aplicado la lógica de los gnomos roba calzoncillos a la política.

Actualización 2: Esta es una idea increíblemente versátil. Lawrence White, mi coautor en la bitácora Division of Labour me indicó su uso de esta idea en una entrada de 2006, sobre la ayuda para el desarrollo. Se ha dicho que la clave de la originalidad es la falta de memoria–pero no puedo recordar quién lo dijo y Google no está ayudando.

Traducido por Gabriel Gasave


Art Carden es Investigador Asociado en el Independent Institute y Profesor Asociado de Economía en la Samford University.