Washington, DC—Es curioso, pero el petróleo concentra la mente de todos cuando revolotea alrededor de los 100 dólares el barril, como lo ha hecho en estos días debido a la turbulencia en Oriente Medio y Africa del Norte, donde yacen seis de cada diez barriles de las reservas conocidas. De repente, el espectro de mediados de 2008, cuando el crudo alcanzó los 145 dólares, planea sobre nuestras cabezas y todo, de los conductores cabreados a los analistas y Presidentes, entra en pánico —y, ay, propone soluciones—. Se baraja una posible intervención de la OTAN en las zonas en conflicto, nuevas y masivas inversiones (y subsidios) en combustibles alternativos, súplicas a la OPEP y otras respuestas desesperadas.

Hay una razón fundamental por la cual el petróleo seguirá siendo caro. Cualquier erupción política o social allí donde se produce petróleo empeora las cosas, pero la era del petróleo caro precede a la efervescencia árabe. Lo que ésta y otras crisis hacen es apenas reforzar los fundamentos, que tienen que ver con la oferta y la demanda.

Lo cual no quiere decir que las consecuencias de las insurrecciones sean insignificantes a corto plazo. Libia es un proveedor clave de crudo dulce ligero para Europa, en especial Italia, Francia y España. Es cierto que Arabia Saudí mantiene una capacidad ociosa que podría colocar otros 4 millones de barriles diarios de petróleo en el mercado, pero no es crudo dulce ligero. Si estos países europeos se vieran obligados a comprárselo de Nigeria y Argelia, que es donde Estados Unidos obtienen parte de su crudo dulce, los precios seguirían alocados por la puja entre unos y otros.

Pero el verdadero problema es éste. Una capacidad ociosa de unos 4 millones de barriles al día no basta para resolver un creciente desequilibrio mundial entre la demanda y la oferta, como Charley Maxwell, el más respetado analista de asuntos petroleros del mundo, viene afirmando desde hace años. Según la Agencia Internacional de la Energía, la demanda mundial diaria creció en 2,7 millones de barriles sólo el año pasado, debido principalmente a los mercados emergentes, como China e India. Desde hace algunos años, la demanda crece a un ritmo mayor que la oferta y —a menos que los gigantes emergentes de repente se enanicen— es probable que continúe. Aunque se sigue descubriendo petróleo, esos descubrimientos vienen cayendo desde la (remota) década de 1960. Salvo un breve repunte una década más tarde, Las reservas conocidas se han precipitado de manera sostenida desde entonces. Y la incompetencia de los gigantes petroleros ruso y venezolano se encarga de que caiga la producción en lugares donde hay reservas.

Precisamente por todo esto —y por razones ecológicas— el mundo ha subvencionado a mano abierta las fuentes alternativas de energía. Hasta el momento, o han resultado ser costosas para su masificación (automóviles eléctricos) o han provocado una escasez de alimentos y la disparada de sus precios (etanol a base de maíz). Por otra parte, el aumento de los precios del petróleo también ha alentado al capital privado a aumentar sus inversiones en la industria del crudo, compensando el efecto que esos mismos precios tuvieron al estimular la búsqueda de alternativas. ¿Usted preferiría usar su dinero para encontrar oro negro si lo puede vender a $100 el barril o, digamos, gas natural, que sólo puede vender a $4?

Antes de las revueltas en Oriente Medio y el Magreb, los tiranos árabes habían anunciado planes para aumentar unos 100 mil millones de dólares en inversiones petroleras en los próximos cinco años, cerca de dos tercios de lo que aparentemente se necesita para apenas para satisfacer la demanda.

Pero incluso si esos planes se llevasen a cabo, la presión de la demanda continuará y crecerá. Todo lo cual significa dos cosas. Primero: el petróleo, fuente de casi todo el combustible para transporte en el mundo, seguirá siendo dominante. Y segundo: ya que los descubrimientos y las inversiones son insuficientes para sofocar el fuego de la demanda, el petróleo costará cada vez más. Esto cambiará algún día.......cuando los fundamentos del mercado así lo dispongan, no cuando los gobiernos, los cárteles, las organizaciones no gubernamentales o los expertos lo decidan.

Sí, habrá consecuencias. Si los suministros de petróleo a Europa se ven seriamente comprometidos, la región dependerá aún más de Rusia, algo que trata desesperadamente de evitar dadas las tácticas mafiosas que emplea Moscú con su gas natural, canalizado a través de Ucrania. Si la gasolina alcanza 4,50 o 5 dólares en las gasolineras en Estados Unidos, a Barack Obama se le esfumará la reelección en 2012. Y así sucesivamente. Pero, más allá de estos efectos, la conclusión es meridiana: tenemos que acostumbrarnos a la idea de un petróleo muy caro por un tiempo muy largo. Ninguna arlequinada política cambiará eso.

(c) 2011, The Washington Post Writers Group


Alvaro Vargas Llosa es Asociado Senior en el Independent Institute.