Obama sigue sin entender al mundo islámico

28 de October, 2009

A pesar de que el presidente Barack Obama tiene más empatía por las opiniones del mundo islámico que su antecesor y parece comprender vagamente que ellas no afectan la seguridad de los EE.UU., no entiende específicamente que el entremetimiento y la ocupación estadounidense en los países musulmanes inflama a los radicales islámicos y es la principal causa de los ataques revanchistas anti-estadounidenses por parte del terrorismo islamista.

En Afganistán, Obama ya ha arrojado más tropas y probablemente será acicateado por los militares y conservadores para una nueva escalada. Esto a pesar de una línea de tiempo que pareciera indicar que la insurgencia crece como una reacción a la presencia extranjera en el país. Hasta 2005, las fuerzas de los EE.UU. se encontraban estacionadas principalmente en Kabul, y la presencia del Talibán en Afganistán era mínima. Durante 2005, las fuerzas estadounidenses se trasladaron hacia el resto del país y extrañamente (o no tan extrañamente) en 2006 se inició el resurgimiento de los talibanes. En otras palabras, el incremento del número de efectivos de los EE.UU. tiene el efecto contraproducente de meramente escalar el conflicto.

Obama y el resto del “establishment” bipartidista de la política exterior han ignorado este hecho evidente debido en gran medida a que perciben que lo opuesto es lo que ha acontecido en Irak. Un aumento de las tropas de los EE.UU. en 2007 no parece haber reducido de manera considerable la violencia etno-sectaria y la rebelión contra el ocupante estadounidense. No obstante, muchos expertos afirman que el aumento de tropas tuvo menos que ver con la reducción de la violencia que lo hecho por la separación sectaria consecuencia de la limpieza étnica previa y el pago a los guerrilleros sunitas para que no combatiesen contra las fuerzas de ocupación estadounidenses. Después de todo, para las elecciones iraquíes en 2005, las fuerzas de los EE.UU. tenían el mismo número de efectivos que durante el incremento de tropas, sin embargo el caos imperó. Y los problemas en Irak “no se terminan hasta que estén terminados”, tal como lo han demostrado los recientes bombardeos en masa contra los edificios del gobierno iraquí. Las inquietas milicias sunitas no han sido integradas a las fuerzas de seguridad iraquíes, y uno sólo puede preguntarse qué sucederá cuando los pagos finalmente finalicen.

Más parecida a Afganistán que a Irak es la situación en Somalia. Los responsables de la política estadounidense se preocupan de que la ausencia de un gobierno central fuerte y una insurgencia islamista convertirán a esa nación en un posible refugio para los terroristas de Al Qaeda, pero rara vez reconocen que la política de los EE.UU. causó el problema en primer lugar. Al-Shabab, el movimiento islamista militante que actualmente está tratando de asumir el control del país, tenía un mínimo apoyo popular antes de que la CIA comenzara a apoyar a los corruptos señores de la guerra somalíes. Normalmente, los somalíes suelen ser musulmanes moderados. Los EE.UU. patrocinaron y ayudaron luego al archirrival de Somalia, Etiopía, en su invasión de Somalia. Tal intervención y ocupación extranjera hizo que el apoyo popular para al-Shabab se disparase hasta generar el problema actual. Si un país extranjero estuviese invadiendo u ocupando a los Estados Unidos, los estadounidenses probablemente apoyarían a cualquier fuerza que hiciese retroceder a la interferencia externa.

De hecho, los estadounidenses ya lo hicieron. ¿Por qué un país que nació de la exasperación causada por el control y la ocupación británica no puede entender que a la gente en otros países no le agradan los intrusos extranjeros más que a los estadounidenses?

Después del 11 de septiembre de 2001, el presidente George W. Bush supuso que Al Qaeda había atacado a los EE.UU. a causa de sus libertades. Sin embargo, otros países que gozaban de libertades políticas y económicas no fueron atacados. La mayor parte de los analistas de la política exterior prefirieron ignorar o restarle importancia a todos los escritos de Osama bin Laden sobre sus motivos para atacar a los Estados Unidos: la intromisión y ocupación estadounidense en los países islámicos. ¿Por qué?

El Intervencionismo—una política exterior no tradicional de los EE.UU. que se desarrolló después de la Segunda Guerra Mundial—tiene muchos intereses creados que lo apoyan, especialmente las burocracias en materia de seguridad del gobierno, y por lo tanto cuenta con el apoyo de los dos partidos políticos. Las intervenciones extranjeras les dan mayores presupuestos a dichas burocracias y también subvencionan en secreto a diversas industrias (por ejemplo, la intervención de los EE.UU. en el Golfo Pérsico beneficia a las compañías petroleras estadounidenses). Así que a pesar de poner en peligro a los ciudadanos de los EE.UU. —sometiéndolos al terrorismo anti-estadounidense al estilo del 09/11— y engrosar las filas de los militantes y terroristas en Afganistán, Pakistán, Irak y Somalia, la intromisión de los EE.UU. en el mundo musulmán y en otros lugares continúa, porque grupos de interés políticamente poderosos se benefician con esa política a expensas del público en general.

Traducido por Gabriel Gasave

  • es Asociado Senior en el Independent Institute y Director del Centro Para la Paz y la Libertad del Instituto.

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