Un editorial publicado en el Boletín de julio de 2009 de la Asociación Estadounidense de Jubilados (AARP es su sigla en inglés), repite el mismo cliché que casi todas las noches escuchamos en los noticieros de MSM: Que actualmente existen 47 millones de estadounidenses sin seguro médico. El editorial de la AARP prosigue argumentando que esta situación es escandalosa, que todos los estadounidenses deberían tener “opciones costeables de seguro médico”, y que en términos de reforma, “ahora es el momento de actuar”.

La triste historia de 47 millones de personas carentes de seguro es, quizás, el argumento emocionalmente más persuasivo planteado por la reforma nacional de la atención médica. Pero, ¿el supuesto número de personas sin seguro es razonablemente correcto? O, por el contrario, ¿es una estadística intencionadamente engañosa diseñada para promover una agenda de reforma específica?

La cifra de 47 millones de personas que no cuentan con seguro médico es generada por un informe anual de la Oficina del Censo de los Estados Unidos. Sin embargo, ese informe también señala que entre los 47 millones de no asegurados se incluyen aproximadamente 10 millones de inmigrantes indocumentados que carecen de seguro médico. Así, al sustraer estos 10 millones, la cifra de ciudadanos estadounidenses sin seguro médico se reduce en más de un 20 por ciento... hasta aproximadamente los 37 millones.

But is it accurate to assume that even 37 million Americans cannot afford health insurance? Absolutely NOT. Even Hillary Clinton during her presidential campaign once admitted that 25% of the uninsured could afford health insurance but chose not to purchase it. The Census Bureau reports that there are roughly 17 million people who make more than $50,000 per year and who, for whatever reason, decide not to carry health insurance.

Pero, ¿es correcto asumir que incluso 37 millones de estadounidenses no pueden solventar un seguro médico? Absolutamente NO. Incluso Hillary Clinton durante su campaña presidencial admitió en una ocasión que el 25% de las personas no aseguradas podían costear un seguro médico pero prefieren no contratarlo. La Oficina del Censo informa que hay casi 17 millones de personas que ganan más de 50.000 dólares al año y que, por alguna razón, deciden no tener una cobertura de sus gastos médicos.

In short, with two reasonable adjustments, the number of Americans who cannot afford health insurance has been reduced from 47 million to approximately 20 million.

Resumiendo, con dos ajustes razonables, el número de estadounidenses que no pueden costear un seguro médico ha sido reducido de 47 millones a aproximadamente 20 millones.

Pero, ¿es la cifra de 20 millones razonablemente correcta? Probablemente no. Los individuos que cambian de empleo pierden el seguro médico que les brindaba su empleador, y cuando lo hacen la Oficina del Censo los contabiliza como “no asegurados”. Lo cual técnicamente es correcto. No obstante, durante épocas económicas normales, aproximadamente la mitad de estas personas readquirirá una cobertura de seguro médico con un nuevo empleador en aproximadamente cuatro meses.

Finalmente, hay millones de adultos y niños estadounidenses que disponen de un acceso casi gratuito a las prestaciones médicas a través del Medicaid y otros programas gubernamentales que en verdad no precisan el costo directo de un seguro médico y que no obtendrán uno.

Así, con los ajustes razonables, hay en verdad menos de 10 millones de estadounidenses que son supuestos “crónicamente no asegurados” (La Kaiser Family Foundation afirma que el número podría rondar los 8 millones). Estos son individuos que han estado desempleados durante más de 2 años y/o gente de hogares que son demasiado pobres como para costear las primas de un seguro medico de no empleador y quienes, por algún motivo, tienen un acceso limitado a los servicios de salud sufragados por los contribuyentes.

Admitamos entonces que hay entre 8 y 10 millones de estadounidenses (de una población total de 307 millones) que no pueden costear un seguro médico y que esta situación puede requerir un ajuste marginal en las políticas públicas. (La mayoría de los estados exigen coberturas costosas; morigerar esa imposición disminuiría el costo de los seguros médicos).

Pero independientemente de que esa situación requiera un masivo proyecto de reforma de la asistencia médica federal–con nuevas reglamentaciones y reglas para los proveedores de atención médica, las compañías aseguradoras y los fabricantes de medicamentos–es absolutamente problemática.

Los políticos y los grupos de intereses, ansiosos de reconstruir el mundo médico a su antojo, harían bien en respetar el juramento hipocrático que se exige a los médicos: “Primero, no causar daño”.


Dominick T. Armentano es Profesor Emérito en Economía en la University of Hartford (Connecticut) e Investigador Asociado en The Independent Institute en Oakland, California. Es autor de Antitrust & Monopoly (Independent Institute, 1998)