Una reciente incursión estadounidense en Pakistán desde Afganistán empleando a las Fuerzas Especiales en el terreno es aparentemente parte de la nueva política de “endurecimiento” de la administración Bush contra el Talibán y el santuario de al Qaeda en las áreas tribales de Pakistán. Durante varios años, la inteligencia de los Estados Unidos ha venido pensando que Osama bin Laden y la conducción de al Qaeda se ocultan en estas salvajes y remotas áreas.

Bien, al final, en sus últimos días la administración ha dirigido su política hacia el país correcto. Después del 11 de septiembre de 2001 y de la huida de bin Laden desde Afganistán a Pakistán, la administración terminó en una vía muerta con los proyectos edificadores de naciones en Afganistán y luego en Irak. Estos contraproducentes episodios de trabajo social mediante los militares han incrementado el número de incidentes de terrorismo en todo el mundo y distraído la atención de la administración, los recursos de inteligencia y las unidades de Fuerzas Especiales del objetivo principal de capturar o matar a bin Laden y a los demás líderes de al Qaeda.

Nótese la ausencia de la palabra “Talibán” en la última oración. Incluso Barack Obama y los demócratas declaran que “no podemos perder Afganistán”. La principal razón para el incremento de las incursiones de los EE.UU. en el territorio de Pakistán y el concomitante aumento de los ataques con los Vehículos Aéreos No Tripulados “Predator” en ese país, es impactar los refugios seguros del Talibán para impedir ataques del grupo a través de la frontera contra Afganistán. No obstante los Estados Unidos deben preocuparse por el resurgimiento del Talibán en Afganistán y Pakistán solamente porque su ocupación no-musulmana de una tierra musulmana está causándolo. El gobierno de los EE.UU. y la opinión pública estadounidense han perdido de vista el hecho de que el Talibán no atacó a los Estados Unidos el 11/09, bin Laden y al Qaeda lo hicieron.

Una política estadounidense más agresiva en Pakistán, combinada con la continuada ocupación de Afganistán, es probable que vuelva al Talibán aún más salvajemente popular en ambos sitios. Un incremento del radicalismo islámico en Pakistán es muy peligroso debido a que el país cuenta con armas nucleares. Los EE.UU. originalmente ayudaron a crear a al Qaeda; no generemos ya más amenazas.

Para disminuir la ascendencia del Talibán en Afganistán y Pakistán, la vasta mayoría de las fuerzas estadounidenses y aliadas deberían ser retiradas de Afganistán, dejando solamente un pequeño contingente de Fuerzas Especiales clandestinas y “Predators” para sacar provecho de cualquier oportunidad que se presente de que fuesen localizados bin Laden o a alguno de los demás objetivos. Sin embargo, la mayor parte del esfuerzo de los EE.UU. debería ser reorientado hacia la misma política que redujo la violencia en Irak: pagarle a tus enemigos para que no luchen contra ti.

La remoción de la ocupación no-musulmana del suelo musulmán probablemente le quitará razón de ser al resurgimiento del Talibán en Afganistán y Pakistán, y los Estados Unidos simplemente podrían pagarle a cualquier remanente del Talibán para que no combata. Más importante aún, con sus “ojos en el premio”, los EE.UU. deberían ofrecer lo que sea que el Talibán en Pakistán desee para entregar a bin Laden y la conducción de al Qaeda. En esa parte del mundo, las alianzas a menudo cambian con el flujo del dinero en efectivo. Tras el 1/09, a finales de 2001, cuando bin Laden estaba escapando de las fuerzas estadounidenses, aparentemente les pagó a los afganos para que lo dejasen huir. ¿Entonces, por qué los EE.UU. no pueden pagar lo que sea para atraparlo? Pídasele al Talibán que diga que quiere. Algunos sostienen que no importa cuán alta sea la recompensa, el Talibán está demasiado dedicado a sus creencias islamistas radicales como para entregar a bin Laden, pero la agrupación regularmente viola sus principios para juntarse provechosamente con los caballeros de la droga de Afganistán.

Pero la suma sin duda alguna será mucho más que los insignificantes 50 millones de dólares que el gobierno de los EE.UU. ofrece actualmente por la cabeza de bin Laden. Dicha suma parece mucho, pero es un vuelto para países y movimientos políticos, tales como el Talibán.

Creo que sería esperar demasiado de la administración Bush—que se ha distraído de manera incompetente con cada una de sus tareas en la “Guerra contra el Terror” del que debería haber sido su principal objetivo: capturar o matar al perpetrador de uno de los más aberrantes actos de terror en la historia humana—que tome el camino correcto en estos momentos finales. Pero en virtud de que una nueva administración se encuentra a la vuelta de la esquina, la esperanza se presenta eterna.

Traducido por Gabriel Gasave


Ivan Eland es Asociado Senior en el Independent Institute y Director del Centro Para la Paz y la Libertad del Instituto.