¿Por qué los precios de la gasolina se incrementan de inmediato cuando un huracán amenaza su abastecimiento, incluso cuando ya se ha pagado el combustible que se encuentra en los surtidores? ¿Por qué el precio de la gasolina aumenta inmediatamente en Seattle cuando un huracán amenaza a Nueva Orleans o Houston? Una explicación popular para estos crecientes precios de la gasolina es que ello ocurre debido a que comerciantes inescrupulosos e insensibles ven a los desastres como oportunidades para aprovecharse de la gente en momentos de necesidad. Es una explicación emocionalmente atractiva que alimenta el improperio popular e inspira leyes contra los “precios especulativos”. Es también una explicación totalmente equivocada. Nos podemos ahorrar un montón de angustia, muchos de los sufrimientos asociados con la recuperación del desastre y muchísimo dinero en recursos destinado a la aplicación de la ley comprendiendo por qué los precios de la gasolina aumentan en medio de un desastre y con la derogación de las leyes contra los “precios especulativos”.

La gente mala no es la que hace subir los precios. La oferta y la demanda provocan precios altos. Ante un desastre inminente, los consumidores desean más gasolina a cualquier precio dado, lo que significa que la curva de demanda ha variado. Al mismo tiempo, los desastres como los huracanes usualmente significan que la cantidad de gasolina que los comerciantes están deseando vender a cualquier precio dado caerá. Esto se debe en parte al hecho de que ellos mismos tendrán que lidiar con sus propios problemas relacionados con el desastre. También, si la infraestructura energética es afectada ello implica que el costo de adquirir combustible subirá. Un incremento en la demanda junto a una reducción de la oferta significa un aumento en el precio.

El aumento del precio es una respuesta apropiada a las largas filas para cargar combustible antes que un cruel intento de “congelarlo” para favorecer al desvalido. Cuando la gente comienza a aglomerarse para conseguir algo al precio actual, esto les dice a los comerciantes que el precio está demasiado bajo. El incremento de los precios corrige el desequilibrio y envía a los consumidores una importante señal: específicamente, les dice que redoblen sus esfuerzos para conservar los recursos que tienen precios crecientes. Una persona citada por el Memphis Commercial-Appeal mencionaba que no asistiría al festival Cooper-Young en virtud de los precios crecientes de la gasolina después del huracán Ike. Mi esposa y yo hemos suprimido toda conducción innecesaria en respuesta a los precios crecientes de la gasolina. Es desagradable, pero es un sacrificio muy pequeño cuando uno considera el papel de los precios crecientes en agilizar la recuperación de los desastres.

Los eruditos y los políticos son rápidos para criticar a las compañías petroleras y a las gasolineras por obtener “ganancias inesperadas” durante las épocas de desastre. Y es cierto que una compañía petrolera o una gasolinera registrarán una ganancia más alta si los precios se incrementan durante los desastres. Primero, no obstante, esta ganancia es una recompensa al comerciante por anticipar correctamente que el precio sería más alto. Segundo, también envía una señal al mercado que atrae a otros proveedores en busca de lucro.

Gran parte de la confusión se origina en un malentendido respecto del “costo”. El costo de un galón de gasolina no es lo que el comerciante pagó por él. El costo de un galón de gasolina es la siguiente mejor oportunidad del comerciante. Si ayer una gasolinera pagó $3 por un galón de gasolina y espera ser capaz de venderlo a $5 mañana, el costo de ese galón no es $3. Es $5. Al vender la gasolina hoy, el dueño de la gasolinera renuncia a la oportunidad de venderlo mañana a $5. Por consiguiente, podemos esperar que el dueño de la gasolinera cobre $5 por el galón hoy.

El mismo razonamiento explica por qué el precio de la gasolina en Seattle se incrementará después de un huracán en Texas incluso si ese huracán no provocó nada que interrumpa la oferta. El costo para el dueño de la gasolinera de Seattle no es lo que abonó por la gasolina, sino lo que podría obtener por ella si en cambio decidiese venderla en Texas.

Este es uno de mis temas preferidos para tratar en el curso inicial de economía porque emplea algunos principios muy sencillos para demostrar por qué los precios aumentan tras los desastres y porque ilustra las desastrosas consecuencias no queridas de las bien intencionadas intervenciones gubernamentales. Tiene también implicancias respecto de las apropiadas respuestas políticas a los desastres: cuando dejamos al mercado por sus propios medios, los precios tienden hacia la uniformidad en todo el espacio y el tiempo. El precio se eleva, pero al menos alguien que desea gasolina la obtiene. Cuando el gobierno interviene, ostensiblemente para “ayudar” a la gente al tipificar como ilegales a los precios especulativos, genera faltantes. Con amigos como estos, las victimas del desastre no necesitan enemigos.

Traducido por Gabriel Gasave


Art Carden es Investigador Asociado en el Independent Institute y Profesor Asociado de Economía en la Samford University.