A medida que los principales medios noticiosos de la nación coronaron a John McCain (un George W. Bush con esteroides) como el candidato republicano a presidente, su prácticamente criminal desatención de la candidatura de Ron Paul en la campaña presidencial 2008 es casi completa. Los “grandes medios” nunca han considerado a Paul un “candidato importante”, tal como lo evidencia la mezquina cobertura de su postulación.

En verdad, los medios a menudo califican al ardiente movimiento de apoyo popular a favor de Ron Paul como una extraña curiosidad. El problema es que si Ron Paul es un chiflado—como insinúan—entonces también lo son los padres fundadores de la nación. Sus recetas políticas de un gobierno más limitado a nivel interno y constreñimiento militar fronteras afuera lo colocan mucho más cerca del espectro de opinión que dio origen a la nación que a cualquier otro candidato en la contienda de 2008.

Los barones de los medios jamás hubiesen soñado con implicar que los fundadores eran unos “loony tunes”. Pero el enorme gobierno actual del país, con su activismo intrusivo adentro y afuera, se encuentra tan distanciado de la visión fundacional que la manifestación contemporánea de tales valores aparece como absolutamente estrafalaria para los medios de prensa de hoy día.

Más espantoso resulta el énfasis de los medios en criticar los puntos de vista en materia de política exterior de Paul. The Washington Post, en un editorial dedicado enteramente a socavar la candidatura de Paul, sostuvo que Paul es un “aislacionista” que se habría retirado de inmediatamente Irak, no defendería a Corea del Sur si fuese atacada por la del Norte y que ha intentado entender porqué Osama bin Laden ataca a los Estados Unidos.

Sin embargo los padres fundadores de la nación no eran aislacionistas, y tampoco lo es Paul. Al igual que los fundadores, desea evitar los ataques militares innecesarios y desmesurados contra otros países que pervierten a la república aquí en el país. Con su usual modo franco, Paul admite rotundamente que los Estados Unidos han fracasado en Irak. Junto con todos los candidatos demócratas y republicanos que participaron o aún participan de contienda electoral de 2008, Paul comprende los a menudo olvidados efectos malévolos internos de una quijotesca y demasiado amplia “guerra contra el terror”, incluida la guerra en Irak. Entiende que la erosión de la Constitución y las libertades civiles, que hacen que los Estados Unidos sean únicos entre las demás naciones, pueden ser la consecuencia negativa más importante de la guerra.

Paul también es único entre los candidatos al señalar que actualmente los aliados ricos de los EE.UU., tales como Corea del Sur, son capaces de defenderse a sí mismos contra enemigos mucho más pobres. La economía de Corea del Sur es alrededor de 30 veces la de Corea del Norte y ya no precisa una garantía de seguridad de los Estados Unidos. Con la Unión Soviética relegada desde hace mucho al cesto de la basura de la historia, los Estados Unidos ya no necesitan más subsidiar a la defensa europea mediante la retención de la desactualizada alianza de la OTAN y el emplazamiento de fuerzas estadounidenses en Europa.

Paul es un político fuera de lo común que realmente acepta una opinión experta sobre al Qaeda. Esa opinión ha concluido que bin Laden ataca a los Estados Unidos debido a su política exterior hacia el Medio Oriente—es decir, la invasión y ocupación de territorios musulmanes, y el apoyo a favor de Israel y corruptas y autocráticas dictaduras árabes. No obstante, contrariamente a la evidencia empírica y a los sondeos de opinión en el mundo árabe/islámico, otros políticos en los dos grandes partidos—para apoyar sus prescripciones de una política exterior intervencionista—o bien ignoran convenientemente los motivos de al Qaeda o atribuyen insinceramente la hostilidad de bin Laden a su desagrado por la cultura o la libertad política y económica norteamericana.

Resumiendo, Paul se ha dado cuenta astutamente de que los principios fundacionales de la república nunca han sido tan relevantes como lo son para el mundo actual. Sin importar cuál sea el resultado de las elecciones de 2008, la participación de Paul en la campaña y sus debates ha sido de un beneficio enorme al poner de relieve las políticas largamente olvidadas de los padres fundadores de un gobierno limitado y restricción militar y al defender su relevancia y renovación en el mundo de hoy. A eso se debe que me sintiese orgulloso de aceptar una invitación para servir como consejero en política exterior de la campaña de Paul. No obstante, igual que la de un técnico en reparaciones de la firma Maytag, es una tarea solitaria, en virtud de que el ya sabio Paul, no necesita muchos consejos.

Traducido por Gabriel Gasave


Ivan Eland es Asociado Senior en el Independent Institute y Director del Centro Para la Paz y la Libertad del Instituto.