El complejo de la seguridad-industrial-parlamentario

19 de October, 2006

Hacer que nuestros conciudadanos estadounidenses tengan una mayor comprensión de los males de una sociedad dominada por el gobierno y las virtudes de una sociedad libre ha sido siempre una tarea difícil y frustrante. No sorprende que Albert Jay Nock la equiparara al trabajo de Isaías. La gente es llevada fácilmente por el mal camino mediante las promesas gubernamentales de salvación, especialmente cuando está consumida por el temor de su seguridad física o su seguridad económica. Dificultando aún más las cosas se encuentra la cooptación por parte del Estado de un vasto número de personas que ha descubierto que en los Estados Unidos el auge del Gran Hermano ofrece enormes oportunidades para el enriquecimiento personal—la mayor ventaja del fascismo por sobre el socialismo.

El potencial para hacerse de tamaño botín ha sido apreciado durante largo tiempo en conexión con el complejo militar-industrial-parlamentario (MICC es su sigla en inglés), y en los años recientes ha atestiguado una enorme bonanza. Entre los años fiscales 2001 y 2006, los desembolsos del Departamento de Defensa, excluidos los pagos al personal militar, se incrementaron de $217 mil millones a $366 mil millones, o un 69 por ciento (49 por ciento después del generoso descuento por inflación del Departamento de Defensa). Casi todo este dinero llega a los bolsillos de los propietarios, empleados, y proveedores de las empresas contratistas de las fuerzas armadas. No somos proclives a ganar muchos conversos a la causa de la libertad entre esta multitud.

Junto a esta atrincherada monstruosidad depredadora, el gobierno ha construido durante los últimos cinco años un aparato completamente novedoso e incluso más amenazante, al que denomino el complejo de la seguridad-industrial-parlamentario (SICC sería su sigla en inglés).Según el informe de Paul Harris publicado el 10 de septiembre de 2006 en el Guardian: “Hace siete años existían nueve compañías con contratos con la seguridad interior. Para 2003 eran 3.512. En la actualidad hay 33.890. El dinero es enorme. Desde 2000, $130 mil millones en contratos han sido suministrados”. Harris añade: “Con tanto dinero para ofrecer y tantos nuevos ricos, existe un poderoso incentivo económico para explotar la amenaza a los Estados Unidos. La industria de la seguridad interior cuenta con un ejército de cabilderos trabajando en favor de sus intereses en Washington. Se hace más grande cada año y desea que el dinero siga fluyendo. Los Estados Unidos están paralizados por un negocio basado en el temor”.

Rastreé una de las fuentes de Harris hasta el sitio informativo en Internet del Center for Public Integrity. Si usted desea volverse realmente desanimado respecto de las perspectivas en favor de la libertad, pase algún tiempo examinando la voluminosa información del centro sobre los cabilderos, sus clientes, las sumas de dinero que se gastan, y así sucesivamente. Según esta información, el número de compañías y otras organizaciones registradas como cabilderos ante el gobierno federal con relación a la seguridad interior se ha incrementado de 3 en 2001 a 671 en 2004 (el año más reciente respecto del cual el centro ha recopilado dicha información). Poco sorprende que Alex Knott, administrador del proyecto Lobby Watch del centro, declare: “Todo este dinero en la industria está para quien lo quiera. Es como una fiebre del oro “.

Sin embargo, ninguna fiebre del oro involucró a las masivas sumas de dinero actualmente listas para ser utilizadas en el SICC. Para obtener una apreciación del contorno de este aparato pirático, visite el sitio en Internet de Government Security News (GSN), una publicación online que se anuncia a sí misma como “el periódico encargado de la seguridad gubernamental”. En las pocas ediciones que examiné, descubrí material suficiente como para poner a cualquier persona sana en un estado de desesperación por la causa de la libertad. En una edición de agosto de 2006 (volumen 4, edición 12), por ejemplo, uno encuentra una bonita publicidad a todo color con el titulo, “¿Buscando millones en próximos contratos gubernamentales?” Debajo de un gráfico circular describiendo las dimensiones de las diversas categorías de botines listos para ser asidos, el texto prosigue: “Saber dónde mirar es la mitad del desafío. El gasto en tecnología de la información de los gobiernos federal, estadual y local excederá los $70 mil millones en 2007. ¿Qué está esperando?” Tras lo cual el lector es dirigido a un sitio web “para aprender más acerca de los contratos del Sistema de Integración y quién está ganando”. Puede estar seguro de que los ganadores no incluyen a los contribuyentes en general ni a los ciudadanos cuyos derechos están siendo sofocados por los oportunistas que aprovechándose del temor, se apresuran a volverse ricos mediante el suministro de bienes y servicios al Estado de Vigilancia.

Entre las muchas atracciones fascinantes que aparecen en el sitio de GSN se encuentra “Alrededor del país”, que describe los contratos situados en diversos estados (una extensa diversidad geográfica de contratos gubernamentales, desde hace tiempo un atributo del complejo militar-industrial-parlamentario o MICC, es un signo revelador de la intervención parlamentaria), “Contratos”, que ofrece los detalles de las recientes adjudicaciones, y “Oportunidades de negocios”, que describe “recientes y próximas solicitudes del gobierno”. En las ediciones de agosto de 2006, GSN presenta una lista impresionante de las principales empresas del SICC, las que van desde oscuras firmas tales como 4D Security Solutions, Alutiq, y Cernium hasta nombres familiares como Boeing, Diebold, Northrop Grumman, y Lucent Technologies. Que venga una, que vengan todas. Los únicos perdedores son las billeteras de los ciudadanos y sus libertades.

Como en cualquier otra industria dinámica, las firmas del SICC se reúnen en presentaciones comerciales para exhibir y ofrecer sus nuevos productos. (Si usted nunca revisó las publicaciones y exhibiciones comerciales en el MICC, en verdad no conoce el significado de la publicidad grotesca, llamativa y desagradable). De esta manera, la GSN para agosto de 2006 contiene un aviso para un masivo show comercial a celebrarse en el Jacob Javits Convention Center en Nueva York el 24 y 25 de octubre. Allí usted puede “obtener nuevos productos y soluciones, hacer nuevos contactos y ganar un conocimiento critico de la industria”. Entre los participantes estarán “9.100 profesionales de la industria” y más de 400 compañías líderes en exhibición”, incluidas Bosch, Brinks, Honeywell Security, Panasonic, Tyco, y muchas otras.

GSN también tiene disponible un servicio de colocación laboral, en donde empleadores y empleados pueden encontrarse recíprocamente. Entre los casi dos mil empleos listados, aquellos destinados a ingenieros de sistemas y software, gerentes del área de la tecnología de la información, y otros tipos de tecnólogos sobresalen por su número, pero otras clases de trabajos están disponibles para usted y para mi—bien, en verdad, probablemente no para mi, pero seguramente muchas personas estarán dispuestas a ocupar estos cargos bien remunerados.

Después de todo, el gobierno de los Estados Unidos no está escatimando gasto alguno de manera ostensible para proteger a todos los estadounidenses de cada forma conocida de amenaza y también de muchas amenazas todavía inimaginables. Los estadounidenses no esperan menos de su gobierno, el cual constantemente se presenta como su salvador de primera instancia. Es extraño decirlo, pero sin embargo, nadie parece estar especialmente angustiado por la calidad fraudulenta de la mayor parte de los bienes y servicios que están siendo procurados bajo la rubrica de la seguridad interior, un objetivo nebuloso que ahora suscita—no por accidente, sino por designio—poco más que un gigantesco intercambio de negociados políticos por productos que meramente pretenden proteger a Volk und Vaterland (A la patria y el pueblo).

Para los fines presentes, no obstante, la mala noticia es que los propietarios y empleados de las firmas que integran el SICC probablemente no tengan interés alguno en unirse a un movimiento para restaurar nuestras libertades perdidas. Por el contrario, estos individuos son literalmente los hermanitos y hermanitas del Gran Hermano. Si bien involuntariamente, estos ayudantes y sirvientes del sector privado de la generalizada invasión gubernamental de la privacidad de todos, han conformado un nuevo bastión en contra de quienes procuren distraer al pueblo estadounidense de su urgencia desenfrenada hacia la tiranía.

Traducido por Gabriel Gasave

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