El propio Bush ha mentido de un modo tan grave que precisa ahora que el bipartidista “Grupo de Estudios sobre Irak”—conducido por el enmendador de problemas de la familia Bush, el ex Secretario de Estado James Baker—le diga al público estadounidense que las cosas están rápidamente en declive. Según el New York Times, un miembro de la comisión reconoció anónimamente que, “Hay una verdadera sensación de que el reloj está en marcha, que Bush está desesperado por un cambio, pero que nadie en la Casa Blanca puede salir a decirlo ante estos comicios que se aproximan”. Pero los informes sobre la situación de los medios de comunicación sitos en el terreno en Irak deberían decirle al pueblo estadounidense que la administración Bush le está mintiendo acerca de las posibilidades de éxito allí. Sin embargo, a diferencia de los húngaros, que han reiteradamente puesto a miles de manifestantes en las calles para tratar de echar a su primer ministro por mentir respecto de la economía húngara, los estadounidenses parecerían encontrarse apáticamente resignados a la convicción de sus políticos de que mentir es algo bueno, una sana diversión.

No queda claro si incluso esta comisión es capaz de decir la verdad acerca de Irak. Funcionarios de la Casa Blanca e integrantes de la comisión le dijeron al Times que Baker es improbable que produzca hallazgos que no cuenten con la aprobación previa y tácita del Presidente Bush. El Times cita a uno de los colegas de Baker admitiendo, “Es un republicano muy leal, y no lo verán ponerse en contra de Bush”. Dado que Baker es un respetado estadista veterano sin tarea alguna en la línea de mando, uno pensaría que sería más fácil para él anteponer la lealtad a los Estados Unidos a la lealtad a George W. Bush o la familia Bush. Aparentemente no.

Desgraciadamente, esta lealtad extraviada ha provocado que Baker descarte la única solución viable que quedaba para Irak: la descentralización del gobierno iraquí. Baker tendría que admitir que la situación allí es espantosa a efectos de adoptar la drástica solución que propuse hace más de un año y medio y que Joseph Biden, el demócrata de mayor jerarquía en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, ha apoyado más recientemente. Baker ha descartado ya la idea de dividir a Irak en tres regiones autónomas y distribuir la riqueza petrolera entre los kurdos, chiítas y árabes sunnitas. Ha sostenido públicamente que las poblaciones de las principales ciudades están demasiado entremezcladas como para crear regiones autónomas, las cuales sostiene, provocarían una guerra civil de ser implementadas.

En su reciente viaje a Irak, si Baker y la mayor parte de los demás comisionados hubiesen puesto el pie fuera de la fortaleza de la llamada Zona Verde, habrían descubierto que el país ya se encuentra en medio de una guerra civil. En verdad, la guerra civil y la limpieza étnica resultante han reforzado lo que es una partición natural. Los kurdos y sus milicianos poseen su propio cuasi-país en el cual el gobierno iraquí no gobierna y la bandera iraquí no flamea. Muchas de las áreas chiítas se encuentran gobernadas por milicianos, que también han infiltrado la policía y el ejército iraquí. En las áreas sunnitas, los guerrilleros controlan efectivamente muchos pueblos. Las fuerzas estadounidenses han sido incapaces de desarmar a alguno de estos ejércitos.

La guerra civil se intensificará si no se permite a estas regiones gobernarse a sí mismas. Dada la historia reciente de Irak, estos grupos están luchando entre sí debido a que temen que el nuevo gobierno central sea empleado para oprimir a aquel grupo o grupos que no estén en el poder. La única forma de morigerar sus temores es hacer que el gobierno central sea débil o inexistente. Dado que existen múltiples grupos étnicos y religiosos viviendo en las ciudades, es una falacia que cada una de las regiones autónomas en Irak tendría que estar compuesta por territorios lindantes. Podrían también ser creadas más de tres regiones. Además, si por ejemplo, la líneas regionales tuviesen que ser trazadas de modo tal que algunos miembros del grupo sunnita fuesen una minoría en el territorio del grupo chiíta, los chiítas podrían ser disuadidos de ejercer violencia contra ellos en virtud de que tendrían una minoría en las áreas sunnitas, y viceversa.

Muchos opositores a la descentralización o partición utilizan el ejemplo de la guerra civil durante el quiebre de Yugoslavia. No obstante, ese no es el único modelo. Checoslovaquia y la mayor parte de la Unión Soviética se dividió de manera pacífica. Aún en el caso de Yugoslavia, cuando Eslovenia, Croacia, y Bosnia se separaron de Yugoslavia, si a los serbios en esos estados se les hubiese permitido afiliarse a Serbia, una guerra civil podría haberse evitado.

El presidente y quienes lo aconsejan deberían admitir la verdad a sí mismos y al pueblo estadounidense: Un Irak unificado y democrático resulta inasequible. Solamente entonces pueden adoptar y vender la solución radical de reconocer la existencia de facto de la partición en Irak y reducir o incluso eliminar drásticamente al gobierno central potencialmente opresivo. Esta solución es la única esperanza que queda para un retiro estadounidense con algún honor y la mejor oportunidad para alcanzar la paz y prosperidad en Irak.

Traducido por Gabriel Gasave


Ivan Eland es Asociado Senior en el Independent Institute y Director del Centro Para la Paz y la Libertad del Instituto.