Desde su fundación en 1913, la Fed (como se conoce habitualmente al sistema de la Reserva Federal de los EE.UU.) ha sido descrita como una agencia independiente y operada por desinteresados servidores públicos que se esfuerzan por realizar un afinamiento de la economía a través de la política monetaria. En realidad, sin embargo, una institución gubernamental que no sea política es tan factible como un gato que ladra. No obstante ello, persiste el mito de una Fed independiente. Una razón para que el mismo perdure es la de que los libros de textos estatistas han ayudado a perpetuarlo durante décadas.

Desde 1948 hasta aproximadamente 1980, Economía de Paul Samuelson fue el libro de textos de introducción a la economía más vendido. Generaciones de estudiantes fueron introducidos a la economía por Samuelson. Pese a que el mismo no es ya tan popular como alguna vez lo fuera, el texto de Samuelson (actualmente co-escrito con William Nordhaus) es aún ampliamente utilizado. Conforme a la edición de 1989 del mismo:

    Los objetivos de la Reserva Federal son el crecimiento constante de la producción nacional y el bajo desempleo. Su enemigo jurado es la inflación. Si la demanda agregada resulta excesiva, y los precios por ende son empujados a la suba, la Junta de la Reserva Federal puede desear detener el crecimiento de la oferta de dinero, y de esa manera retardar el crecimiento de la demanda agregada y de la producción. Si la desocupación es elevada y las empresas languidecen, la Fed puede considerar incrementar la oferta de dinero, elevando de esa forma la demanda agregada y aumentando el crecimiento de la producción. En resumen, ésta es la función de un banco central, el cual es una parte esencial del gerenciamiento macroeconómico en todas las economías mixtas.

Durante casi los últimos quince años, el texto de economía más vendido ha sido Economics de Campbell McConnell, el cual se hace eco del estatismo idealista de Samuelson y Nordhaus:

    Debido a que es un cuerpo público, las decisiones de la Junta de Gobernadores son tomadas según lo que la misma percibe que forma parte del interés del público. . . los Bancos de la Reserva Federal no están guiados por el afán de lucro, sino que, más bien, persiguen aquellas medidas que recomienda la Junta de Gobernadores. . . . El objetivo fundamental de la política monetaria es el de asistir a la economía para alcanzar el pleno empleo y un nivel no inflacionario de producción total.

Estos son meros deseos, no una corroboración de los hechos, existiendo una voluminosa evidencia de que la Fed—como todas las otras instituciones gubernamentales—ha sido siempre manipulada por los políticos.

La Fed como una Herramienta Política

Cuando la Fed fue fundada, la misma era controlada por dos grupos, la Conferencia de Gobernadores, compuesta por los presidentes de los doce bancos regionales, y los siete miembros de la Junta de la Reserva Federal en Washington. En 1935 la Fed fue reorganizada para concentrar casi todo el poder en Washington. Franklin Roosevelt llenó de partidarios a la Fed del mismo modo que más tarde atiborró con aduladores políticos a la Suprema Corte de los Estados Unidos. Roosevelt designó a Marriner Eccles, un acérrimo partidario del gasto deficitario y de las finanzas inflacionistas, como Presidente de la Fed, a pesar de que Eccles carecía de antecedentes financieros e incluso de un título de grado. En aquellos años la Fed era realmente conducida por el mentor político de Eccles, el Secretario del Tesoro Henry Morgenthau Jr., y de ese modo en última instancia por Roosevelt.

Los sucesivos presidentes no estuvieron menos deseosos de influir sobre la supuestamente independiente política de la Fed. De acuerdo con el fallecido Robert Weintraub, la Reserva Federal cambió el curso de su política monetaria de manera fundamental en 1953, 1961, 1969, 1974, y 1977—años todos en los que la presidencia cambió de mano. La política de la Fed casi siempre cambia para acomodarse a las variantes preferencias políticas.1

Por ejemplo, el Presidente Eisenhower deseaba morigerar el crecimiento de la cantidad de dinero. La oferta de dinero creció un 1,73 por ciento durante su administración—la tasa más lenta en una década. El Presidente Kennedy deseaba una creación de dinero algo más rápida. De enero de 1961 a noviembre de 1963, la oferta de dinero básica creció un 2, 31 por ciento. Lyndon Johnson exigía una rápida creación de dinero para financiar una expansión de su estado de bienestar y beligerante. La oferta de dinero más que se duplicó hasta el 5 por ciento. Estas tasas variables del crecimiento monetario tuvieron todas lugar bajo la titularidad del mismo presidente de la Fed, William McChesney Martin, quien obviamente se encontraba más interesado en complacer a su maestro político que en implementar una política monetaria independiente.

El sucesor de Martin, Arthur Burns, era un seguidor tan leal de Richard Nixon que perdió toda credibilidad profesional al aprobar de manera entusiasta los desastrosos controles de salarios y precios de Nixon. Aún cuando su staff le informó en el otoño de 1972 estaba pronosticado que la oferta de dinero iba a crecer a un extremadamente robusto 10,5 por ciento en el tercer cuatrimestre, Burns defendió un crecimiento aún más rápido antes de las elecciones. La tasa de crecimiento de la oferta de dinero en 1972 fue la más rápida en cualquier año desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y ayudó a reelegir a Richard Nixon.

Sin embargo, el Presidente Ford reclamó un más lento crecimiento monetario como parte de su programa “Azotemos a la Inflación Ya,” y la Fed lo cumplió con una tasa de crecimiento del 4,7. Pero, cuando Jimmy Carter fue elegido, Burns nuevamente cumplió con los deseos presidenciales subiendo la tasa de crecimiento al 8,5 por ciento. Carter no volvió a proponer a Burns para el cargo, pero sus sucesores ulteriores fueron igualmente cooperativos. La oferta de dinero se incrementó en una tasa anual del 16,2 por ciento en los cinco meses que precedieron a la elección de 1980—un record post la Segunda Guerra Mundial.

En 1981, Donald Regan, el Secretario del Tesoro de Ronald Reagan, defendió, y obtuvo, un crecimiento monetario más rápido. Un año más tarde, el propio Presidente se reunió con el Presidente de la Fed, Paul Volcker, para hacer lobby por un crecimiento más atenuado, el cual fue diligentemente producido por la Fed. Más recientemente, Alan Greenspan, según se informa, ha estado adaptándose mucho al Presidente Clinton.

Ambas Partes se Benefician

La Fed se encuentra influenciada obviamente por el poder ejecutivo. Pero la relación entre la Fed y las administraciones es mucho más profunda. Como lo observara Robert Weintraub, dicho contacto ha sido y continúa siendo fomentado mediante la designación cruzada de personal de alto nivel en ambas direcciones. Los funcionarios se han reunido también semanalmente durante décadas. Pero el contacto personal no es necesario para que la Fed se permita ser utilizada como una herramienta política. Los puntos de vista políticos de la administración son por lo general bien conocidos. El economista Thomas Havrilesky ha desarrollado incluso un índice de las señales emitidas por el poder ejecutivo, basado en crónicas de los periódicos sobre las preferencias en materia de política monetaria de la administración conforme lo informado en el Wall Street Journal. 2 Y como Weintraub concluyó, un Presidente de la Junta de la Reserva Federal que ignore los deseos del Presidente lo hace a su propio riesgo.

La Fed y los presidentes se benefician por igual con este arreglo. El economista Edward Kane ha sostenido contundentemente que la función política última de la Fed es la de servir como chivo expiatorio político cuando las cosas van mal. Escribe Kane: Cuando acontece que las políticas monetarias son populares, los interesados pueden sostener que su influencia fue crucial para su aceptación. Por otra parte, cuando las políticas monetarias resultan impopulares, ellos pueden culpar de todo a una testaruda Reserva Federal y sostener además que las cosas hubiesen sido peores si no hubiesen presionado a los funcionarios de la Fed en cada oportunidad.3 A cambio de este favor, se le permite a la Fed amasar un enorme fondo para sobornos (analizado más abajo) con los intereses ganados sobre los títulos gubernamentales que la misma adquiere a través de sus operaciones en el mercado abierto.

¿Una Demanda por Inflación?

Está bien establecido también que los políticos emplean a la Fed como una herramienta de creación de dinero para fomentar su propia reelección. Como Robert J. Gordon escribiera en el Journal of Law and Economics hace más de 20 años: los incrementos en el dinero y en los precios no le son impuestos a la sociedad por un gobierno caprichoso o aprovechado, sino que en cambio representan la respuesta maximizadora de votos del gobierno ante la presión política ejercida por parte de los potenciales beneficiarios de la inflación. 4

Gordon se equivoca al negar que el gobierno sea inherentemente caprichoso y aprovechado, pero destaca un buen punto: los políticos están naturalmente inclinados a financiarles limosnas gubernamentales a los grupos de intereses especiales con el impuesto oculto de la inflación, la cual le esconde al público contribuyente los verdaderos costos del gobierno. Junto a los funcionarios preocupados por las elecciones, a favor de las políticas monetarias expansivas se encuentra el lobby de las bajas tasas de interés, liderado según Edward Kane, por los constructores y los sindicatos de la construcción y por las instituciones financieras que hacen su negocio endeudándose en el corto plazo para prestar al largo plazo.

La Fed avala un caudal enorme de investigaciones, algunas de las cuales son muy buenas. Pero como la revista Business Week lo observara en una oportunidad: existe evidencia inquietante de que el esfuerzo de investigación de unos 500 doctores en economía del banco está siendo forzado a amoldarse a un perfil que es determinado políticamente por el staff del Presidente de la Reserva Federal. Algunos economistas de la Fed admiten que la conveniencia política es la norma. Dice el ex economista de la Fed Robert Auerbach que la práctica en el Banco donde trabajaba era la de pulir la investigación a través de la Junta de Gobernadores y la de "persuadir" a los economistas de borrar el material que a la Junta o a los funcionarios del Banco no le agradaba.” 5

De esta forma, toda la investigación de la Fed debería ser tomada con un grano de sal. Sin embargo, un reciente estudio merece en particular una atención especial. En 1992, la directora de investigaciones de la Fed de Boston, Alicia Munnel, publicó un informe afirmando encontrar una persistente discriminación en contra de las minorías en materia de prestamos hipotecarios en Boston. El estudio, empleado para justificar las cuotas raciales para los préstamos bancarios, se encontraba fatalmente errado. La información fue tremendamente enmarañada. Igualmente importante, el informe fracasaba en controlar los índices de confiabilidad crediticia, el historial laboral, el ingreso, y así sucesivamente. Cuando fue confrontada con estos hechos por Peter Brimelow y Leslie Spencer de la revista Forbes, Munnel admitió: No tengo evidencia . . . nadie posee evidencia del prejuicio al prestar.

El Lobby Financiado por los Contribuyentes

La Fed utiliza también su posición privilegiada—y en especial su fondo para sobornos de varios miles de millones de dólares generado por los intereses por las compras efectuadas en las operaciones en el mercado abierto—para hacer lobby. Su método preferido es el de presionar a los bancos miembros, a los cuales regula , para que hagan lobby a su favor. También recluta a un pequeño ejército de académicos investigadores, quienes se benefician de los subsidios a la investigación de la Fed, de empleos temporarios, y de invitaciones a conferencias en lugares exóticos, para que testifiquen en su favor en las audiencias parlamentarias.

Por ejemplo, a fines de los años 70, el Diputado Henry Reuss presentó un proyecto de ley que autorizaba a la Oficina de Contabilidad General (GAO son sus sigla en inglés) a auditar al sistema de la Reserva Federal. El mismo no fue aprobado debido a que, como lo explicara más tarde Reuss, con la Junta de la Reserva Federal en Washington sirviendo como centro de comando, se montó una bien orquestada campaña de lobby, empleando a los miembros de las juntas de directores [de los bancos regionales] como punteros. En un discurso a la American Bankers Association después de que la ley GAO fuese derrotada, el presidente de la Fed de Richmond, Robert W. Lawson, felicitó a los banqueros comerciales reunidos en la asamblea por sus éxitos: los banqueros en nuestro distrito y en otras partes hicieron un tremendo trabajo para ayudar a derrotar a la ley de la Oficina de Contabilidad General. Eso demuestra lo que puede hacerse cuando los banqueros del país se juntan.6 Los académicos se comportan de una forma igualmente desgraciada, alertando sobre potenciales abusos y asegurándole al Congreso que se podría confiar en que la Fed se comporte responsablemente.

Durante décadas, los creyentes en la teoría del interés publico del comportamiento de la Fed culparon de los fracasos del organismo en asegurar la estabilidad de precios, al conocimiento incompleto de la agencia y a lo dificultoso de hacer afinamiento de la economía. Pero las investigaciones sugieren que el antecedente abismal de la Fed en controlar la inflación refleja no meramente la incompetencia, sino la manera en la cual la Fed se encuentra organizada.

Hasta la creación de la Fed, no existía ninguna tendencia a la suba en el nivel general de precios. La inflación tenía lugar durante las guerras, pero los precios luego decrecían gradualmente a sus niveles anteriores. Desde el establecimiento de la Fed, sin embargo, ha existido una continua marejada alcista en los precios. Los académicos de la escuela del public choice (elección publica) consideran que una razón importante de por qué la Fed ha provocado tanta inflación es la de que la misma se beneficia con ella. Dado que la totalidad de la operación ha estado financiada desde 1933 con los ingresos obtenidos por los pagos de intereses sobre las tenencias de títulos gubernamentales, la Fed tiene un incentivo para adquirir los títulos (y de esa forma expandir la oferta de dinero), el que es mayor al incentivo que tiene para venderlos. Adquirir títulos gubernamentales es una fuente de ingresos para la Fed, cuyas entradas derivan del interés pagado sobre los mismos. El vender los títulos, por otra parte, le provoca una pérdida de ingresos.

La Fed se encuentra forzada a reintegrarle al Tesoro el exceso de ingresos, pero disfruta de gran discrecionalidad sobre su presupuesto y se las arregló para gastar más de $2 mil millones en sí misma durante 1996. Los funcionarios de la Fed viven muy bien con sus ingresos. Como lo reveló un reciente informe de la Oficina de Contabilidad General: la Fed posee 25.000 empleados, maneja su propia fuerza aérea de 47 Learjets y de pequeños aviones de carga, y tiene flotillas de vehículos, incluidos 59 automóviles personales para 59 gerentes de los bancos de la Fed. . . . Un curador de tiempo completo vigila su colección de pinturas y esculturas.7 La Fed mantenía $451 mil millones en activos acumulados en 1996, cuando se embarcó en construirse varios nuevos y costosos edificios de oficinas. El número de empleados de la Fed que ganan más de $125.000 al año más que se duplicó (de 35 a 72) desde 1993 a 1996; incluso al jefe de ordenanzas (conocido como el director de servicios de apoyo) le pagan $163.800 como salario anual más beneficios. El dinero es pródigamente gastado en asociaciones profesionales, entretenimiento y viajes.

El economista Mark Toma ha estudiado los hábitos de gasto de la Fed y considera que la misma en la práctica maneja la política monetaria con un ojo puesto en cómo sus gerentes y empleados pueden beneficiarse de ella. Eso significa instituir un prejuicio respecto de las compras de bonos y la creación de dinero.8 De manera similar, William Shughart y Robert Tollison afirman que la Fed se comporta exactamente como las otras burocracias gubernamentales, recargando sus gastos operativos mediante el incremento del número de empleados en su nómina salarial.9

Es decir, la Fed utiliza la expansión de su staff a efectos de reducir los importes que debe restituirle al Tesoro. De esta forma, cuando se involucra en políticas expansionistas, escriben Shughart y Tollison, la Fed puede tanto incrementar la oferta de dinero e incrementar el tamaño de su burocracia debido a que las dos metas son atendidas por las compras de títulos en el mercado abierto. Las políticas de contracción, por otra parte, fuerzan a la Fed a disminuir sus beneficios y su staff. Debido a este singular mecanismo de financiamiento, sostienen Shughart y Tollison, la Fed ha sido más exitosa en ensanchar su staff de empleados a lo largo del tiempo que el resto del gobierno federal como un todo. Además, este efecto en el empleo puede parcialmente explicar por qué la Fed ha estado en apariencia más deseosa de involucrarse en políticas monetarias expansionistas que en las de contracción.

La Reglamentación como una Herramienta Política

La Fed utiliza también sus vastas facultades reglamentarias para propósitos políticos, en vez de para promover el interés público. La autoridad de la Fed es extensa, pero en gran medida la misma es materia de abuso a través de la aplicación de la Ley de Reinversión en la Comunidad (CRA son sus siglas inglés) de 1977. Bajo la CRA, la Fed debe ponderar los antecedentes de que el banco cumple con las necesidades de la comunidad, antes de permitirle a un banco fusionarse o abrir una nueva sucursal o incluso instalar un cajero automático. Una industria entera de activistas políticos sin fines de lucro incoan reclamos ante la Fed, los cuales deben ser evaluados antes de que el banco pueda obtener la aprobación del organismo. Usualmente, los activistas amenazan con estancar las fusiones o expansiones de las sucursales a menos que los bancos les otorguen—no a los pobres en sus comunidades—dinero, una práctica que muchos banqueros consideran puro chantaje.

Por ejemplo, el National Training and Information Center (Centro Nacional de Entrenamiento e Información) con sede en Chicago amenazó con demorar una fusión por parte de un banco de Chicago a menos que el Centro recibiera $30.000 para renovar sus oficinas. El banco estuvo de acuerdo, y además otorgó $500.000 a otras organizaciones de izquierda. En Boston, el activista izquierdista Bruce Marks, titular de la Union Neighborhood Assistance Corporation, interpuso un reclamo ante la Fed respecto del antecedente en materia de préstamos a la comunidad del Fleet Financial Group hasta que el Fleet acordó otorgarle $140 millones a su organización y efectuar $8 mil millones en préstamos a individuos y empresas favorecidas por el Sr. Marks. Somos terroristas urbanos, le explicó Marks al Wall Street Journal.10

La CRA es utilizada con frecuencia como una medio de extorsión racial. Por ejemplo, la Fed, bajo la dirección del ex Gobernador Lawrence Lindsey, encontró disparidades estadísticas en los prestamos, ej.., el porcentaje de préstamos otorgados por la Shawmut Services Corporation a los negros y a los hispanos no concuerda con la proporción de esos grupos dentro de la población. Sin embargo ningún individuo reclamó por discriminación y la Fed no afirmó haber encontrado víctima alguna. De hecho, entre 1990 y 1992, cuando la discriminación supuestamente ocurrió, los préstamos hipotecarios de Shawmut a los negros e hispanos más que se duplicaron, y el índice de rechazo de hipotecas cayó en un 45 y 26 por ciento respectivamente. Sin embargo, la Fed empleó a 150 personas para que saliesen a buscar individuos que afirmaran haber sido discriminados por Shawmut y a ofrecerles $15.000 a cada uno, robándole efectivamente a la compañía $1 millón.

Conclusiones

Cualquier monopolio gubernamental será corrupto e ineficiente, pero la Fed puede ser el peor monopolio gubernamental de todos. No solamente opera para su propio beneficio en nombre de promover el interés público, y ofrece a los funcionarios del gobierno una cobertura política para sus políticas personales, también la Fed no permite escape alguno. Al menos, uno puede negarse a tratar con, digamos, el monopolio gubernamental en materia escolar mediante la enseñanza en el hogar o enviando a nuestros hijos a las escuelas privadas. Pero uno no puede eludir los efectos del monopolio monetario de la Fed. Es el momento de despolitizar y desnacionalizar nuestro dinero.

Notas:

1. Robert Weintraub, “Congressional Supervision of Monetary Policy,” Journal of Monetary Economics, abril 1978, pp. 341-362.

2. Thomas Havrilesky, “Monetary Policy Signaling from the Administration to the Federal Reserve,” Journal of Money, Credit and Banking, vol. 20, no. 1, febrero 1988.

3. Edward J. Kane, “Politics and Fed Policymaking,” Journal of Monetary Economics, vol. 6, 1980, p. 206.

4. Robert J. Gordon, “The Demand for and Supply of Inflation,” Journal of Law and Economics, vol. 18, 1975, p. 808.

5. Robert D. Auerbach, “Politics and the Federal Reserve,” Contemporary Policy Issues, Otoño 1985, p. 52.

6. Ibid., p. 53.

7. John R. Wilke, “Fed`s Huge Empire, Set Up Years Ago, Is Costly and Inefficient,” Wall Street Journal, 12 de septiembre, 1996, p. 1.

8. Mark Toma, “The Inflationary Bias of the Federal Reserve System,” Journal of Monetary Economics, vol. 10, 1982, pp. 163-190.

9. William Shughart and Robert Tollison, “Preliminary Evidence on the Use of Inputs by the Federal Reserve System,” American Economic Review, junio 1983, pp. 291-304.

10. Susan Alexander Ryan and John Wilke, “Banking on Publicity, Mr. Marks Got Fleet to Lend Billions,” Wall Street Journal, 11 de febrero, 1994, p. A-5.

Traducido por Gabriel Gasave


Thomas J. DiLorenzo es Investigador Asociado en The Independent Institute, Profesor de Economía en la Loyola College en Maryland, y autor colaborador del libro, Taxing Choice: The Predatory Politics of Fiscal Discrimination.