El abuso de las ordenes de restricción temporales pone en peligro a las verdaderas victimas

29 de December, 2005

El 15 de diciembre, el Juez del Tribunal de Distrito de la ciudad de Santa Fe Daniel Sanchez firmó una orden de restricción temporal contra el conductor del programa nocturno de la cadena televisiva CBS David Letterman, exigiéndole que mantenga distancia de Colleen Nestler.

Según Nestler, durante más de 10 años Letterman ha venido enviándole mensajes codificados por las ondas aéreas que le comunicaban su deseo de casarse con ella. (Nestler ha acusado también a las personalidades de la TV Regis Philbin y Kelsey Grammer de comunicarse con ella a través de códigos televisivos.) Letterman afirma que no conoce a la mujer.

La orden de restricción temporal (TRO es su sigla en inglés) de Nestler puede ser absurda, pero la misma destaca un debate sin sentido sobre el posible uso equivocado de las ordenes de restricción.

Una orden de restricción es una orden judicial que le “ordena a una persona que no haga algo, tal como el hecho de tomar contacto con otra persona, ingresar al hogar familiar o trasladar a un niño fuera del estado.” Por lo general son emitidas a favor de las mujeres respecto a situaciones de violencia doméstica, acechos y divorcios en los cuales es alegada la violencia.

Las TRO son “a menudo concedidas sin notificación …hasta que pueda ser celebrada una audiencia a fin de determinar la conveniencia de cualquier medida cautelar”. La TRO de Nestler fue otorgada ex parte, lo que significa que tan solo una de las partes fue escuchada por el juez.

El propósito de una orden de restricción es el de proteger a alguien de una amenaza creíble. Pero el caso de Nestler plamtea interrogantes respecto de si las ordenes de restricción se han apartado de su intención original.

Las ordenes de restricción permanentes exigen de una audiencia que no tranquiliza a los escépticos. Los jueces y los tribunales que emiten las TRO son los mismos que deciden sobre sí validar o no sus pronunciamientos anteriores.

La reacción del Juez Sanchez a la poco halagüeña cobertura de la prensa tampoco es ningún reaseguro. De conformidad con el periódico Santa Fe New Mexican, “Cuando se le preguntó sí podría haber cometido un error, Sanchez dijo ”no”. También sostuvo que había leido la solicitud de Nestler”.

La solicitud acusaba a Letterman de provocarle crueldad mental, privación del sueño y una bancarrota. Nestler solicitó que Letterman “no piense en mi, y me libere de su acoso mental”.

Sanchez resaltó esta la lectura de la solicitud debido a que los abogados en su distrito han alegado que él “por lo general no lee los documentos legales presentados”. Dado que la emisión de una TRO se encuentra dentro de las facultades discrecionales de un juez, resulta difícil decir cuál escenario es el más perturbador: un juez informado que valida los delirios de Nestler o un juez negligente que no se preocupa de leer lo que firma.

Aún más perturbadora es la circunstancia de si las TRO frívolas o infundadas constituyen un lugar común.

Las agrupaciones de mujeres sostienen que el abuso de las TRO es algo raro; consideran que la emisión y la aplicación de las ordenes de restricción debe ser fortalecido a fin de salvar las vidas de las mujeres.

Han habido casos angustiosos.

Jessica Gonzales obtuvo una orden de restricción limitando el acceso a sus tres hijos por parte de su esposo enajenado. No obstante, él asesinó a los niños antes de ser abatido por la policía.

A comienzos de 2005 Gonzales se convirtió en un caso celebre para organizaciones tales como la National Association of Women Lawyers. Trató de demandar al departamento de policía por no tomar seriamente su orden de restricción. La Corte Suprema falló en su contra.

En contraste, las agrupaciones en defensa de los derechos de los hombres y de los padres sostienen que las ordenes de restricción y las TRO en particular se han convertido en un papelerío estándar en los divorcios controvertidos o en los casos de supuesto abuso. Consideran que muchas TRO son meramente una movida estratégica mediante la cual un adversario acosa al otro o logra ventaja en cuestiones tales como la custodia de los hijos.

Una prueba determinante de cuán vulnerables son las TRO al abuso es la de lo fácil que resulta obtenerlas.

Los procedimientos varían según el estado, pero el Tribunal Superior de California en Sacramento es típico. El tribunal advierte que “no se exigen aranceles para su presentación. … Debe presentar la solicitud al empleado antes de las 2:45 p.m”.

El juez tomará una decisión sobre una TRO. Luego, “debe presentarse personalmente en la Ventanilla 3 del mostrador de inicio de trámites de Derecho de Familia a las 4:00 p.m. [poco más de una hora después]… el mismo día”.

La página en Internet del tribunal publicita una clase gratuita para el llenado de la solicitud ofrecida por el grupo “Women Escaping a Violent Environment”, el cual aboga por las victimas femeninas de la violencia doméstica y de la agresión sexual.

En Oregon, DivorceNet proporciona consejo sobre las TRO. Como en la mayoría de los estados, un solicitante solamente precisa sostener un “temor de violencia incluso si nada ha ocurrido. Algunas solicitudes pueden ser hechas telefónicamente.

La aparente facilidad con la que las TRO son emitidas constituye un problema para aquellos que desean que todas las ordenes de restricción sean tomadas en serio. Cualquier orden judicial que puede ser obtenida por teléfono mediante la declaración de un temor, o recogida en la Ventanilla 3 en poco más de una hora, trivializa el proceso.

Pero una TRO no es algo trivial. Es una limitación legal sobre la libertad de otro ser humano. Debería ser emitida solamente ante la presencia de una verdadera amenaza. Las solicitudes falsas o frívolas deberían ser consideradas de la misma forma que los falsos informes policiales.

La orden en contra de Letterman fue revocada el martes cuando un juez de Nuevo México falló a su favor, pero su prominencia lo ha colocado en una posición excepcional para estimular el debate sobre el uso y abuso de las ordenes de restricción.

En los años 90 fue acechado por una admiradora esquizofrénica que se suicidó tras pasar años en la cárcel por irrumpir en la casa de Letterman.

A comienzos de este año, su bebe fue blanco de un frustrado ardid de secuestro con pedido de rescate. Resulta inescrupuloso que una fanática obsesionada haya obtenido la aprobación judicial para acosarlo aún más.

Sin embargo, espero que la vindicación legal de Letterman no esté basada en los tecnicismos esgrimidos hasta ahora por sus abogados, tecnicismos tales como el argumento de que el tribunal de Nuevo México carece de jurisdicción.

Espero que su victoria esté basada en el principio de que todas las ordenes de restricción deben cumplir con los estándares legales de la imparcialidad y de la evidencia sí es que las mismas desean inspirar respeto.

Traducido por Gabriel Gasave

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