Caos en Madrid

16 de March, 2004

Parecería que el pueblo español puede agradecerle a la administración Bush por los horrendos ataques con bombas a cuatro trenes suburbanos en Madrid, los que mataron a 200 personas e hirieron a 1.500. A pesar de que el New York Times editorializó que los ataques eran un “recordatorio de que el terrorismo es una amenaza mundial y que combatirlo no es solamente un problema de los Estados Unidos,” España no fue atacada al azar. Fue aparentemente atacada por ser una de las pocas naciones en el mundo que apoyaron la innecesaria invasión estadounidense de Irak.

Los terroristas radicales islámicos han aparentemente atacado una vez más, provocando una carnicería en masa y la extinción de un gobierno aliado que ha proporcionado un apoyo fundamental a la política estadounidense sobre Irak. Una cinta de video, si es autenticada, indica que España fue atacada por su cercana asociación con la guerra de los EE.UU. contra Irak. De esta forma, contrario al intento de la administración Bush de hacer una cartera de seda en base a orejas de cerdo, la ocupación estadounidense de Irak no ha erradicado a los terroristas desde otros lugares hacia Irak sino que parece haber actuado como un afiche de reclutamiento para los atacantes jihadistas alrededor del mundo. También, los ataques terroristas en todo el mundo desde el 11 de septiembre—por ejemplo, España, Indonesia, Marruecos, Turquía y Arabia Saudita—indican que los militantes islamistas están intentando atacar a los cooperativos amigos y aliados de los EE.UU. a fin de a trazar una cuña entre ellos y la superpotencia. Con la caída del colaborador gobierno español y su sustitución por uno socialista mucho menos dócil, los terroristas pueden muy bien haber alcanzado esa meta con relación a España.

Y aparentemente el gobierno español puede haber estado desviado acerca de la causa de los ataques como la administración Bush lo ha estado respecto de la necesidad urgente de una guerra en Irak. Con la inminencia de las elecciones españolas, al menos existe alguna evidencia circunstancial para apoyar la sospecha del electorado español de que el gobierno del Primer Ministro José María Aznar culpó inicialmente a los separatistas vascos por el incidente para intentar desasociar a la matanza de su impopular política de apoyar enérgicamente la guerra estadounidenses contra Irak (90 por ciento del público español se oponía a esta política). De acuerdo con un funcionario antiterrorista español, la seguridad española había estado siguiendo a varios de los cinco hombres arrestados, mucho antes de los atentados. Además, funcionarios españoles y documentos judiciales públicos y secretos indicaban que al menos uno de los sospechosos, Jamal Zougam, había estado vinculado hace más de dos años atrás con una célula de al Qaeda que opera en España.

La ira del público respecto de las bombas y del manejo de las mismas por parte del gobierno español podría poner una intensa presión sobre el entrante gobierno socialista para cumplir su promesa de retirar a los 1.300 soldados españoles en Irak en ausencia de un mandato de las Naciones Unidas.

Para la administración Bush, las bombas en España, el repudio de un gobierno aliado cercanamente en la guerra y la posibilidad de un retiro de las tropas españolas se agregan al cúmulo de malas noticias provenientes de Irak en un momento en el que los reporteros estarán preparando las historias sobre el primer aniversario de la guerra (el próximo 19 de marzo). Primero, la semana pasada en una audiencia parlamentaria, George Tenet, el director de la CIA, admitió que había corregido afirmaciones erróneas por parte del Vicepresidente Cheney sobre Irak y que tendría que volver a hacerlo. Segundo, recientemente una constitución interina iraquí fue firmada pero probablemente no valga ni el papel en la que se encuentra escrita debido a que intensos desacuerdos fueron empapelados y varias cuestiones importantes fueron dejadas sin tratar. Tercero, el más poderoso clérigo shiita iraquí, el Ayatolá al Sistani, continúa insistiendo contra la democracia mientras la administración Bush se figura cómo “democratizar” a Irak sin obtener un resultado que pudiese no gustarle. Cuarto, las víctimas estadounidenses continúan sin aminorar en la medida que seis soldados estadounidenses fueron muertos el pasado fin de semana con bombas aún más sofisticadas colocadas a la vera del camino. Quinto, las protestas contra la guerra se están reanudando—esta vez con la participación de los familiares de los soldados muertos durante el conflicto.

Cuando la principal justificación original para pelear una guerra prueba no tener asidero—en el caso de Irak, la ausencia de las armas de destrucción masiva—la familia de los soldados muertos se empieza a cuestionar si sus seres queridos pueden haber muerto en vano. Tales preguntas, sin embargo, no preocupan a los arquitectos de escritorio de la guerra de la administración Bush. Cuando le fue preguntado en el programa Late Edition de la CNN si la guerra valía las vidas de los 564 soldados estadounidenses muertos hasta la fecha, el Secretario de Defensa Rumsfeld opinó: “Oh, mi Dios, sí. No hay duda alguna … 25 millones de personas en Irak son libres.”

La administración Bush ha sido muy indiferente respecto de desperdiciar el dinero y las vidas de otras personas (de los estadounidenses y ahora de sus aliados) en la Aventura Iraquí de George y de Don. Pero los nativos en los Estados Unidos y en España pueden estar inquietándose.

Traducido por Gabriel Gasave

  • es Asociado Senior en el Independent Institute y Director del Centro Para la Paz y la Libertad del Instituto.

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