En la estela del retozar triunfal de los EE.UU. a través de Irak, hay un boquete abierto en el “eje del mal.” En el pasado, cuando las apuestas eran mucho mayores, han existido siempre tres naciones en tales coaliciones “Darth Vader”. Durante la Primera Guerra Mundial, las naciones que lucían los sombreros negros eran Alemania, el Imperio Otomano y el Imperio Austro-Húngaro. En la Segunda Guerra Mundial, teníamos a Alemania (otra vez), Italia y Japón. Para continuar imitando a los gigantes del ayer y proporcionar un universo de naciones para combatir en una guerra perpetua para la paz perpetua, la administración Bush necesita demonizar, elevar y sacralizar a otra despótica nación en su equipo ideal de rebeldes.

Un funcionario de la administración caracterizó recientemente a Siria, Libia y Cuba como el “equipo universitario junior” del mal. ¿Será alguno de estos chicos malos elevado a la selección de los mayores? Con la reciente retórica blanca y caliente de la administración contra Siria—acusando a ese régimen de producir armas químicas, albergar a terroristas y hacer desaparecer a los autócratas de Irak, y, en general, de ser un estado “truhán”—ese país posiblemente se encuentre en la actualidad obteniendo las mejores probabilidades en Las Vegas. Pero no tan rápido—no deje afuera a Moammar Qaddafi de Libia y a Fidel Castro de Cuba. Si Michael Jordan puede reaparecer, ellos podrían también hacerlo. Por supuesto, las probabilidades son mayores para ellos, pero tuvieron años de experiencia en el equipo de los mayores antes de ser enviados a la selección junior.

Fidel Castro, con la ayuda de la Unión Soviética (el “Imperio del Mal”) y de la China comunista, fue una espina clavada en los Estados Unidos durante la Guerra Fría. Con el derrumbe del benefactor soviético de Castro, él ha permanecido más tranquilo en los últimos años. Si desease regresar al juego, tendrá que rehabilitar su alicaído ejército y revivir sus esfuerzos ahora inactivos de patrocinar al terrorismo (como Corea del Norte, Cuba permanece en la politizada lista del Departamento de Estado de las naciones que patrocinan al terrorismo, a pesar de que sus esfuerzos en la pasada década han sido más bien patéticos).

¿Y se acuerda de Qaddafi de Libia? Durante la administración Reagan, el gobernante de esa pequeña nación de África del Norte no solamente estaba en la selección mayor de los truhanes: era la estrella. La administración Reagan, sobre todo con el fin de justificar incrementos en el presupuesto de defensa, hizo de Qaddafi la esencia del mal, para luego olvidarse eventualmente de él. El sucesor de Reagan—Bush I—lo dejó tranquilo debido a que Saddam Hussein de Irak, Slobodan Milosevic de Serbia y Manuel Noriega de Panamá se convirtieron en los “peligrosos” tiranos de pacotilla de esa administración. Clinton, por supuesto, continuó acosando a Hussein y a Milosevic y sustituyó a Raoul Cedras de Haití por el degradado Noriega en el club de los matones del tercer mundo que fueran equivocadamente comparados con Hitler (un realmente peligroso titán de la muerte, quien en verdad poseía medios militares y económicos formidables e intentaba asumir el control de una región entera de poderío económico y tecnológico). Pero Qaddafi todavía se encuentra dando vueltas y podría ciertamente regresar al banquillo para llenar el lugar vacante.

En la categoría de probabilidad remota, tenemos a Pakistán y a Arabia Saudita. Pese a que ambos países no se encuentran en la lista estadounidense de naciones terroristas porque son “amigas” (muchas de las cuales, con el transcurso de los años, se han pasado al otro equipo), han provocado la ira de los halcones que tienen cercanos al entrenador Bush II. Aunque los sauditas tienen barriles de petróleo y los pakistaníes están (de algún modo) ayudando a los Estados Unidos a capturar a Osama bin Laden, esas naciones previamente ayudaron directa o indirectamente a al Qaeda—un grupo terrorista que ataca realmente a los Estados Unidos (a diferencia de los grupos terroristas apoyados por Saddam Hussein que nunca enfocaron sus ataques contra los Estados Unidos).

¿Y qué respecto de la inclusión de al Qaeda en el eje? El grupo no tiene casi ninguna oportunidad de llenar el lugar vacío en la lista del “eje del mal” debido a que es realmente una amenaza a los Estados Unidos. Al igual que Irak, que ha sido eliminado del seleccionado, los otros compañeros de equipo del eje—Irán y Corea del Norte—son naciones pequeñas y relativamente pobres con ejércitos anticuados que residen en la otra mitad del mundo respecto de los Estados Unidos. Si se los deja tranquilos, plantearían poca amenaza a la colosal superpotencia estadounidense. Como dijera la CIA antes de la Segunda Guerra del Golfo, a menos que fuese atacado, Irak probablemente no utilizaría sus armas de destrucción contra los Estados Unidos ni se las daría a los terroristas. (De hecho, Irak ni siquiera las utilizó en esa extrema circunstancia—lo que demuestra definitivamente su insignificancia como amenaza.) Probablemente lo mismo sea cierto para los otros miembros actuales del eje. En el peor de los casos, aún si Irán, Corea del norte o los miembros del seleccionado junior de los “truhanes” consiguen unas pocas armas nucleares, podrían ser disuadidos de emplearlas para atacar a los Estados Unidos por la abrumadora dominación mundial del masivo arsenal nuclear estadounidense.

La propia circunstancia de que al Qaeda es una amenaza genuina a los Estados Unidos, y que los países del eje no lo son, implica que el grupo terrorista nunca integrará el equipo. De hecho, la administración Bush necesitó del eje para divertir la atención pública de la verg�enza de no encontrar Osama bin Laden y destruir a al Qaeda. Debido a que esa realidad todavía se mantiene, la administración precisa seleccionar rápidamente un nuevo equipo a fin de llenar el lugar de Irak en el salón de la fama de los malvados.

Traducido por Gabriel Gasave


Ivan Eland es Asociado Senior en el Independent Institute y Director del Centro Para la Paz y la Libertad del Instituto.