El largo camino de RoboCop al siglo XXI
The Wall Street Journal Americas
Los cineastas que hacen nuevas versiones de películas de culto enfrentan un cruel desafío. Los fanáticos que forman parte del núcleo duro de la audiencia suelen ser los críticos más caprichosos. Algunos seguidores leales de RoboCop, la cinta de 1987, han comenzado a desestimar la versión actual, que se estrenó la semana pasada en Estados Unidos y América Latina, al referirse a ella como "Fauxbocop" (una suerte de "RoboCop falso").
En 2012, cuando el Festival Internacional de Cine de Dallas celebró el 25º aniversario del estreno de la película original con una proyección a sala llena y una charla posterior, la audiencia prácticamente gruñó cuando se mencionó la nueva versión y nada menos que Peter Weller, quien interpretó al RoboCop original, le dijo a la multitud que la versión moderna sería una porquería, pese a que no la había visto.
José Padilha, quien dirigió y concibió la nueva RoboCop, entiende las críticas. "El núcleo de fanáticos suele tener razón. La mayoría de las nuevas versiones que se han hecho no han sido buenas", reconoce. "Creí que los fans apreciarían que yo no intentara hacer la misma película de nuevo, porque es muy buena tal como es. Eso sería absurdo".
La RoboCop original era una obra de ciencia ficción filmada con pocos recursos, con un nombre caricaturesco, pero excedió los límites tradicionales del cine con una mezcla de opiniones políticas, humor negro y violencia desmesurada, lo cual era parte de una sátira. La premisa: en un Detroit de un futuro cercano, los policías están siendo masacrados por pandillas ligadas al narcotráfico. El departamento de policía pasa a ser controlado por Omni Consumer Products Corp., una empresa que está desarrollando robots para reemplazar a los agentes del orden No obstante, el prototipo de un "androide de seguridad" falla durante una demostración y acribilla a un empleado en el salón de conferencias de la compañía.
El presidente ejecutivo confiesa estar "muy decepcionado" y un empleado oportunista le propone un plan de contingencia. Después de que Alex Murphy, uno de los mejores policías, es brutalmente ejecutado por los miembros de una pandilla, la empresa rescata lo que queda de su organismo en la forma de un androide que combate el crimen. Cuando parpadea por primera vez para despertarse como RoboCop, la pantalla visual de Murphy ejecuta el programa de inicio de DOS, COMMAND.COM.
La película parodiaba a los ambiciosos ejecutivos de mediados de los años 80, un momento en el que los gerentes leían el tratado militar chino El arte de la guerra como un texto de negocios.
También apuntaba sus dardos contra la tercerización de la seguridad pública por parte del gobierno, nuestra creciente dependencia de las máquinas para hacer nuestro trabajo sucio y el declive de las manufacturas estadounidenses (pese a estar ambientada en una derrotada Detroit, fue rodada entre los edificios más futuristas de Dallas). Como parte del humor negro, la película original tenía noticieros de televisión falsos sobre los percances del sistema satelital de defensa y comerciales falsos. El director holandés Paul Verhoeven quería que la parodia de la cultura estadounidense fuera grotescamente violenta, y el film recibió inicialmente la calificación de X, es decir sólo para adultos.
A RoboCop le fue lo suficientemente bien en la taquilla para que el estudio Orion Pictures (que posteriormente fue adquirido por MGM) estrenara secuelas en 1990 y 1993.
En 2008, el estudio contrató a Darren Aronofsky para dirigir una nueva versión del original pero el esfuerzo quedó en la nada. Los fanáticos, sin embargo, no desaparecieron. En 2011, un grupo de arte de Detroit usó la plataforma de Internet de crowdfunding, o financiamiento en masa, Kickstarter para recaudar unos US$67.436 en aportes de todo el mundo con el fin de levantar una estatua de RoboCop, la que debería erigirse en el segundo semestre de este año.
Un afiche de la película original decoraba la oficina del presidente de la nueva división de películas de MGM, Jonathan Glickman, cuando se reunió en 2011 con Padilha, un realizador brasileño que ha hecho documentales y películas de acción con tintes políticos, para dialogar sobre la posibilidad de dirigir una película en Hollywood.
"Hablamos de muchas películas que no quería hacer", recuerda Padilha. "Todo el tiempo estaba detrás del escritorio el poster de RoboCop y yo pensaba 'Eso es lo que quiero hacer'. Al final del encuentro, no pude contenerme". El director explicó su visión de lo que sería un RoboCop del siglo XXI. "Para mi sorpresa, dos días más tarde mi agente me llamó y me dijo No sé qué hiciste en esa reunión pero te ofrecen hacer RoboCop".
En la nueva versión, Padilha y el guionista Joshua Zetumer sitúan la acción en una devastada Detroit del futuro cercano (aunque filmaron en Toronto y Vancouver) y mantuvieron el personaje de Alex Murphy, interpretado por Joel Kinnaman. Los androides de seguridad de Omni Consumer Products son enviados a todo el mundo para garantizar la seguridad de EE.UU., pero todavía no pueden diferenciar el bien del mal. La película abre con la "Operación Libertad" en una calle de Teherán, donde un robot confundido ED-209 mata accidentalmente a un niño.
"Ya hay drones que combaten en las guerras", dice Padilha. "Pronto tendremos drones capaces de volar por su cuenta y luego tendremos robots capaces de reemplazar a soldados y policías. Lo que Verhoeven visualizó como una fantasía se está volviendo realidad." En lugar de ser manejada por asesinos traidores, Omni ahora es dirigida por una celebridad, el presidente ejecutivo Raymond Sellars, encarnado por Michael Keaton, que cree que su tecnología tiene efectos positivos.
En una audiencia ante el Congreso estadounidense, Sellars defiende a sus robots de seguridad argumentando que administran justicia sin prejuicios, ira o cansancio. Pero para aplacar las dudas de los legisladores, llega a un acuerdo para construir (en China) máquinas con conciencia humana luego de que Murphy es convenientemente asesinado por maleantes.
Samuel L. Jackson aporta a la película el alivio cómico como un comentarista de televisión de inclinación militarista. Más allá de la política, Padilha explora filosóficamente lo que significa ser humano en una era en la que la tecnología incrementa cada vez más las funciones humanas.
"La conciencia no es más que el procesamiento de información", declara el doctor Dennett Norton (Gary Oldman), el científico que ensambla la cabeza y los pulmones de Murphy en el cuerpo computarizado del robot. Padilha tomó los nombres de los personajes Sellars, Dennett y Dreyfus de filósofos que han pensado sobre la conciencia y la inteligencia artificial. "Traté de infiltrar ideas en la película", señala.
De cualquier modo, se trata de un film de acción, aunque la violencia es apta para menores de 13 años. "La sorpresa y la conmoción de esa violencia extrema (de la original) se perdería en el mundo actual porque ya se ha visto", afirma Glickman, de MGM.
"Mucha gente me pregunta, '¿Cómo puedes hacer RoboCop sin que sea calificada como una película que debe ser vista en presencia de un adulto?,'" cuenta Padilha. "Para mí lo importante es la lógica interna de la trama. Para que se entendieran los temas que intentamos abordar, no necesitaba que explotaran cerebros en pedazos, ni que se desprendieran brazos. Necesitaba hacer otras cosas. Necesitaba ver el interior del organismo humano (en un contexto médico). El cerebro, los pulmones. Para ser franco, nadie sabía" lo que iban a decir quienes se encargan de calificar las películas para distintos públicos.
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