Por qué Cuba socialista prohíbe las redes sociales
The Wall Street Journal Americas
"Existe una razón detrás de la falta de acceso de los cubanos a Internet. Es porque el gobierno (no podría) sobrevivir".
La declaración la hizo el senador estadounidense por el Partido Republicano Marco Rubio, del estado de Florida, la semana pasada en una conferencia en Washington titulada "Cuba necesita una revolución (tecnológica): Cómo Internet puede derretir una isla congelada en el tiempo".
El evento fue patrocinado por Google Ideas, una iniciativa con fines de lucro del gigante de Internet, y la Heritage Foundation, un centro de estudios sin ánimo de lucro.
Se me pidió abrir el debate con una entrevista a Rubio, así que empecé preguntándole qué pensaba de la referencia militar que el gobierno de Cuba utilizó el año pasado para hablar de la tecnología que permite a los jóvenes intercambiar ideas de manera digital, a la que consideró un "campo de batalla permanente".
Rubio contestó que no era la comunicación con el mundo exterior lo que el régimen más temía, sino las conversaciones entre los propios cubanos. "Creo que Raúl Castro entiende muy bien que su régimen no puede sobrevivir una realidad interna donde los cubanos pueden comunicarse entre sí sin restricciones", dijo, agregando que el "acceso sin filtros a Internet y las redes sociales" era la "mejor esperanza" de Cuba para impedir "una dictadura estancada" por "los próximos 50 años que sobreviva incluso las muertes de Raúl y Fidel".
A Rubio le gustaría que Estados Unidos se empeñara en convertir a Cuba en un punto de conexión Wi-Fi, es decir, encontrar la forma de proveer acceso inalámbrico a Internet para que los cubanos puedan recibir y mandar información en tiempo real. "Es en eso en lo que realmente debería concentrarse la política estadounidense, un esfuerzo del siglo XXI", manifestó.
No será fácil dada la tecnología actual. Aunque expertos en Internet me dicen que es posible extender las comunicaciones Wi-Fi bidireccional a las personas a las que el gobierno no les permite acceder a su nuevo cable de fibra óptica, el acceso será bastante limitado. De todos modos, la propuesta de Rubio toca la fibra más fina de la vulnerabilidad del gobierno cubano.
El papa, que inicia hoy una visita a Cuba, verá y escuchará lo que la dictadura militar quiere que vea y escuche, no el tipo de debate público del que hubiera sido testigo en un país normal. No verá lo que Rubio señala, disidentes cubanos envalentonados para quienes una "revolución" de hace medio siglo no les sirve y que, de tener acceso a comunicaciones en tiempo real, unirían fuerzas para derrocar a sus opresores.
"Si los cubanos pudieran comunicarse entre sí, si los cubanos de Santiago (de Cuba) pudieran entender lo qué está pasando en La Habana y viceversa", dice Rubio, habría una verdadera oportunidad de cambio. "Si estos grupos pudieran enlazarse unos con otros y coordinar esfuerzos y conversaciones… el gobierno cubano no duraría mucho. Colapsaría bajo el peso de esa realidad".
Algunos de los comentarios de Rubio sugieren que el legislador es demasiado optimista sobre la posibilidad de que la tecnología pueda crear puntos de conexión a Internet en la isla desde lejos. Pero si se pudiera, y cuando se pueda, no cabe duda de que los medios sociales jugarían un papel en fomentar el cambio, como lo hicieron, para bien o para mal, en el derrocamiento de Mubarak en Egipto.
En EE.UU., destacó Rubio, los medios sociales ya han hecho la diferencia. En referencia al movimiento del Tea Party dijo: "Hace 15 años, si uno quería organizar un grupo de personas para hacer prácticamente cualquier cosa política, necesitaba una organización grande y engorrosa para coordinarlo. Hoy cualquiera con acceso a Facebook y Twitter puede convertirse en un organizador, y está pasando en todo el país, está pasando en todo el mundo y pasará en Cuba".
La crítica tradicional contra el embargo plantea que si una multitud de estadounidenses viaja a la isla, ello socavará el régimen. Los que están a favor del embargo, como Rubio, esgrimen, en cambio, que los extranjeros, al igual que todo en Cuba, están bastante controlados.
Mencioné que miles de estadounidenses ya visitan Cuba cada año en viajes "educacionales", a lo que Rubio respondió secamente: "Clases de conga (y) charlas sobre ética ofrecidas por el gobierno de Castro, ese es el itinerario".
Es un buen punto. Los turistas "educacionales" a Cuba son conducidos como manada a destinos pre-aprobados. Sus gastos durante las vacaciones van directamente a los bolsillos del ejército y regresan a casa encandilados con los campesinos educados que conocieron. Las empresas estadounidenses ahora también hacen negocios con Cuba, vendiéndole toda la comida y medicina que puede pagar. Aun así, este acuerdo no ha hecho nada para promover un cambio.
El régimen puede atacar físicamente muestras públicas de resistencia, como lo ha hecho con las Damas de blanco, que son golpeadas por matones contratados por Castro. Pero sería mucho más difícil aplacar protestas virales. Es por eso que Rubio quiere que nos "imaginemos qué pasaría si de pronto toda La Habana se convierte en una zona Wi-Fi".
No es una mala idea, aunque la tecnología no esté disponible en la actualidad. Como dijo Rubio, si el pueblo de Cuba tiene acceso a la web, "Internet se encargará del resto, lo creo con todo mi corazón".
Los Castro concuerdan, a juzgar por los extremos a los que están dispuestos a legar para evitar que eso suceda.
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