Adiós a Václav Havel, un grande
El País, Montevideo
El escritor Václav Havel (quien murió el pasado domingo) fue elegido presidente de Checoslovaquia después de la llamada Revolución de Terciopelo, tras el derrumbe del comunismo. Los intelectuales debieron asumir la responsabilidad de llevar adelante la política democrática porque no había políticos. ¿Cómo podía ser de otro modo, después de cuarenta años de totalitarismo? Luego, fue elegido el primer presidente de la nueva República Checa.
La obra de Havel, como escritor y político, se desarrolló intensamente y en forma paralela. Su lucha libertaria estuvo marcada por los padecimientos y las alegrías. Su presencia, encarnando la libertad, comenzó a crecer tras la caída del muro de Berlín, en 1989, que fue el derrumbe definitivo de la rigidez y la pobreza ideológica que había comenzado a levantarse sin destino setenta años atrás.
Nacido el 5 de octubre de 1936, Havel estudió en colegios ingleses con internado. Luego comenzó sus estudios teatrales; fue escenógrafo, ayudante de director y director, en tanto escribía sus obras. Conoció a Arthur Miller y, así, comenzó a ser representado fuera de su país. Entre sus obras se encuentran: "Una fiesta en el jardín", "No hay manera de concentrarse", "La conspiración" y "La ópera de cuatro cuartos". Hacia 1964, se casó con Olga Splíchalova, quien falleció años después.
Václav Havel es uno de los principales promotores de la llamada "Carta del 77", y fue encarcelado por ello. Puesto en libertad, fundó el Comité de los Injustamente Perseguidos, estudiando los casos de encarcelamiento e informando a organizaciones de derechos humanos. Fue apresado de nuevo y, en 1980, fue trasladado de la cárcel praguense a la de Hermanice, condenado a cinco años. Allí nació su libro "Cartas a Olga", basado en las misivas a su esposa. Es uno de sus libros esenciales: escrito en cautiverio, trata de la libertad.
Cumplida esta condena se integró a la vida pública y política, que promovía cambios en Checoslovaquia. De esta época son sus piezas teatrales "Largo desolato" y "Saneamiento", ésta con la perestroika como telón de fondo. El 22 de noviembre de 1989, Havel se dirigió a la muchedumbre reunida en la Plaza de San Wenceslao, para hablarles sobre el Foro Cívico. Y no pudieron detenerse más las entrevistas entre ese Foro y el gobierno, con Havel como principal portavoz, ante el primer ministro Adamec. En esas reuniones Havel pedía un minuto de silencio y un minuto de risa, y cuentan que: "Reían incluso los del otro lado de la mesa". Era todo un símbolo: el régimen comunista tambaleaba. Y al caer Gustáv Húsak (secretario general del partido comunista y presidente checoslovaco) en 1989, todos se preguntaron quién sería el futuro presidente, mirando a Havel, quien dijo a Olga: "No me lo imaginaba así".
Tuve el placer de conocer a Václav Havel, quien me escribió cuatro meses antes de visitar el Uruguay como presidente (agradecía mi comentario, en esta página, sobre su libro "Cartas a Olga"); cuando vino me obsequió esa obra con su autógrafo y dibujó un corazón junto a su firma.
He mirado con melancolía, mientras escribía este adiós, una foto donde estamos juntos.
Václav Havel murió mientras dormía, a los 75 años. Como diría el escritor minuano Santiago Dossetti: "Pasó del sueño chico al sueño grande". Será recordado por todos los amantes de la libertad.
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