Demostrado, señor Correa

El Expreso de Guayaquil

El presidente se burla de la tesis de que, en materia de comunicación, la mejor ley es la que no existe. De eso hace arma contra la oposición.

Pues de eso se trata. La primera enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica prohíbe al congreso hacer ley alguna que de cualquier forma, coarte la libertad de palabra o de imprenta.

Claro, la Constitución norteamericana no rige en el Ecuador. Pero podemos extraer sabias enseñanzas de ella, pues es la que construye la democracia presidencial. Además tiene el mérito de representar una ruptura con los sistemas monárquicos de la época, pues los colonos ingleses que llegaron a las costas de América plasmaron una de las ideas políticas más notables de la historia. Un sistema político que suprimió los privilegios de la realeza y las clases sociales: la democracia presidencialista. No por gusto vino Tocqueville a estudiarla y a escribir su capital obra “La democracia en América”.

Como explica Sartori “Hay democracia cuando…el Estado está al servicio de los ciudadanos y no los ciudadanos al servicio del Estado”. (Ver Sartori Geovanni, Qué es la democracia, Pág. 47).

Pero lo que pretende esta ley es poner el hombre al servicio del Estado, tutelando un inexistente derecho del régimen a dilapidar los recursos públicos saturando con su propaganda a la colectividad; y no el derecho ciudadano a la libertad de prensa como dispone la Constitución que creó la democracia en América.

De ahí que dé risa cuando a Correa se le llena la boca hablando de democracia, pues es repudiable la trampa de sustituir la libertad de prensa del ciudadano por el “derecho de comunicación” del Estado.

Por eso las bancadas de oposición harían muy mal en “hacerle el juego” al gobierno en la Asamblea, prestándose a tratar esta ley. Lo mejor sería que esta no fuese tramitada por la legislatura. Ni con “acuerdo legislativo” ni sin él.

Demostrado, señor Correa. Para la libertad de prensa la mejor ley es la que no existe.