La canciller antipática

 

Algunos pretenden que a la canciller Merkel se le está poniendo cara de Thatcher. Sospecho que pretenden presentarla como antipática y radical. Puede que sea lo primero pero para nada lo segundo. La canciller anda muy lejos de la firmeza de la premier británica. La señora Merkel tenía todos los elementos para liderar Europa: venía del este, con formación científica, con aparente firmeza, parecía auténtica, fiable y llegaba con aclamación del público, incluidos los más exigentes. Pero se va quedando en poco, mera táctica y mucho localismo.

 

Pasados cinco años al frente de la nave alemana y europea el bagaje de la canciller es leve, más expectativas que resultados. Aguanta mal la prueba del algodón de auditar lo obtenido. Le sobran titulares y apariencia y le falta autoridad. Simuló dureza frente al desastre griego, pero se trataba más de táctica electoral local y vacilación o disimulo que de otra cosa. De hecho ha financiado a los griegos, pero tarde y mal.

 

Los anuncios de ajustes presupuestarios de esta semana vienen con más furia y ruido que sustancia. Los 80.000 millones de ajustes suenan a mucho, pero troceados y escalados en cuatro años se quedan en bastante menos. El ajuste para este año es cero, y el del 2011 alcanza el 0,4% del PIB. Las referencias a 2012, 2013 y 2014 me parecen cuento chino.

 

De manera que ajuste de boquilla, de contable sin visión más allá del último número anotado. Me parece más grave la quiebra del eje franco alemán, motor de Europa, que esa exhibición de tijera presupuestaria pero con mal corte. En Alemania el reformador fue Schröder, la señora Merkel vive, en coalición variable, de las rentas del socialdemócrata y de la disciplina de sus paisanos. Compararla con Thatcher es una broma, no se sostiene.