Uruguay: El proyecto socialista
El País, Montevideo
Lo que sigue es un relato que nos envió un amigo, de autoría anónima, y que por su veracidad nos parece interesante divulgarlo.
Un reconocido profesor de economía de una Universidad decía que él nunca había reprobado a ningún alumno hasta que un día tuvo que reprobar a la clase entera.
Se trataba de una clase en la que los alumnos insistían en que "el socialismo sí funciona", y que en ese sistema no hay pobres, ni ricos y que todos son felices. Igualdad total para el pueblo. El profesor les propuso ante esta afirmación extendida entre sus alumnos, realizar durante ese año escolar un experimento sobre el socialismo. Todos aceptaron.
Para que hubiera igualdad entre todos los alumnos de la clase las notas de las pruebas examinatorias serían promediadas y a todos se les daría la misma nota. O sea, que sería una clase socialista.
Hecha la prueba los más estudiosos y capaces sacaron un 12 como calificación, otros sacaron menos y los que no estudiaban, ni atendían las clases sacaron un 2 o un 3. Hecho el promedio dio que les correspondía un 6 a todos por igual. A los mejores no les gustó para nada la cosa y los peores quedaron encantados.
Para la siguiente prueba los mejores alumnos optaron por no prepararse demasiado, ya que sus notas serían parte de un promedio y no valía la pena esforzarse, y los peores continuaron con su menor esfuerzo confiando en que los alumnos responsables les harían sacar otra vez buena nota. Ocurrió, lógicamente, que el promedio bajó. Y la calificación promediada dio un 3, a todos por igual.
Finalmente, en el último examen, se mantuvo la actitud de los estudiantes, y el promedio pasó a ser un 1, por lo que toda la clase perdió el año. ¡ Todos fueron iguales!. Todos reprobaron y repitieron el año sin excepciones. La verdad, ninguno de los estudiantes resultó en algo feliz.
Con el resultado final a la vista el profesor preguntó a la clase si ahora entendían lo que significa "socialismo".
El fracaso del socialismo en el mundo es universal, y en él simplemente los que no hacen se benefician de los que hacen. No hay incentivos para el esfuerzo, y hay premios por los que eluden su labor.
No se compensa la excelencia, por lo que nunca se llega a ella y se empuja siempre para abajo.
Quien trabaja debe pagar sus cuentas y a quien no trabaja se las paga el gobierno. Y las paga con los recursos aportados por quien trabaja. O sea, que el que trabaja paga el doble. Es la garantía más absoluta del fracaso. Todos unidos en la mediocridad.
Esta propuesta socialista o progresista, como se le quiera llamar, trasladada al conjunto de nuestra sociedad, es la del gobierno actual. Es la de Danilo Astori y su IRPF, es las de los dineros y beneficios regalados a quienes no se les exige realicen a cambio esfuerzo alguno. Es el mundo que anhela el Pit-Cnt, y es el mundo del Frente Amplio, de los Mujica, los Carámbula y los Astori.
Si las cosas no han ido peor es porque el país vivió la situación económica internacional más afortunada de su historia. Que se acabó.
Hay 20.000 empleados públicos más en estos cinco años. 250.000 empleados públicos al día de hoy. Regulaciones laborales paranoicas, guerra al empresariado privado y un 40% de trabajadores que se manejan en el informalismo en el sector privado, son algunos de los éxitos alineados con el progresismo frentista.
Socialismo que le dicen.
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