ABC
Esta última operación terrorista debe ser analizada a la luz de los tres niveles de conflicto que existen entre India, Pakistán y los extremistas islámicos en los dos países: (1) el viejo conflicto nacionalista librado por musulmanes separatistas en la Cachemira india, que Pakistán ayudó a transformar en conflicto religioso desde el golpe militar del general Zia ul-Haq en 1977; (2) el apoyo al terrorismo dentro de la India después del 11-S por el servicio de Inteligencia paquistaní (ISI) a través de Lashkar-e-Toiba y otros grupos; (3) y el violento conflicto entre nacionalistas hindúes y extremistas musulmanes, agravado por el asesinato de musulmanes en India y la demolición por integristas hinduistas de la mezquita de Babri (en Ayodhya) en 1992.
Las relaciones entre los dos vecinos se han visto exacerbadas últimamente por dos cuestiones estratégicas: la relación cercana de la India con el Gobierno de Hamid Karzai en Afganistán, un país que Pakistán ve como uno de los principales campos de batalla para el dominio estratégico regional; y el fortalecimiento notable de las relaciones entre la India y los Estados Unidos, especialmente en el campo nuclear, en detrimento de las relaciones entre Washington e Islamabad.
Los ataques de Bombay, en los que por primera vez se ha tomado como rehenes a británicos, estadounidenses y otros occidentales, estaban claramente diseñados para provocar inestabilidad política y económica, agravar las ya tensas relaciones con Pakistán e incrementar la tensión entre musulmanes e hindúes en India. Y desde este punto de vista, la operación ha sido probablemente un éxito.
La decisión de atacar pocos días antes de las elecciones regionales que debían tener lugar la semana que viene recuerda a los atentados que tuvieron lugar el 11 de marzo de 2004 en Madrid.
En los últimos años, paquistaníes o europeos de nacionalidad paquistaní han participado en los atentados en el metro de Londres del 7 de julio de 2005 y han sido detenidos en el Reino Unido y en España por conspirar para cometer atentados. Ante esta situación, los países europeos deben adquirir una mayor conciencia de la amenaza que proviene de Pakistán, cuya enorme inestabilidad política constituye un peligro presente y futuro para sus poblaciones.
El autor pertenece al Instituto Antiterrorista deHerzlyia (ICT)