Hace cuarenta años, ETA asestaba su primer golpe
El 7 de junio de 1968 Javier Echebarrieta mataba al agente José Pardines, quien fue así en la primera victima de la organización terrorista.
Un SEAT 850 coupé con matrícula falsa se ve obligado a parar en un control de la Guardia Civil cerca de la localidad vasca de Tolosa, en el norte de España. “Si lo descubre, le mato”, dice Javier Echebarrieta a su compañero Iñaki Sarasketa en referencia al agente que trata de verificar la numeración del motor. “Esto no coincide”, asegura en voz alta el guardia civil de la agrupación de tráfico. Echebarrieta, de 22 años, saca la pistola y cumple su amenaza: un tiro en la cabeza y cuatro balazos en el pecho.
Es 7 de junio de 1968. El agente José Pardines, de 25 años, se convierte en la primera víctima mortal de ETA. El primer terrorista en matar es también el primero en morir: los dos etarras son perseguidos por la Guardia Civil y en un intercambio de disparos Echebarrieta es herido de muerte. Su compañero Sarasketa, entonces con 19 años, logra huir, pero es detenido al día siguiente. Muchos años después rememoraría en una entrevista lo sucedido el día en el que a ETA, según la versión radical, se la empezó a tomar en serio.
El sábado se cumplen 40 años del primer atentado con muertos perpetrado por el grupo armado, y el tétrico balance en su pretensión de lograr la independencia del País Vasco asciende hoy a 823 vidas segadas. La del guardia civil Pardines fue la primera y la de otro guardia civil es, hasta el momento, la última : Juan Manuel Piñuel murió el 14 de mayo al explotar una furgoneta bomba frente a la casa cuartel de la localidad vasca de Legutiano, en un momento en el que ETA, tras la tregua de 2006 y el malogrado proceso de diálogo con el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, ha emprendido una nueva ofensiva de muerte y violencia. Debido a esto, el gobierno español busca desarticular a la cúpula militar de ETA
Poco después de los disparos contra el guardia civil de tráfico, ETA perpetró su primer atentado mortal premeditado: el 2 de agosto mató al policía Melitón Manzanas, conocido torturador, temido y odiado. Pero pronto se vio que la organización que tiene como emblema una serpiente enroscada en un hacha no iba a limitar su violencia a nada ni a nadie: agentes de la policía y la Guardia Civil, políticos, autoridades, funcionarios de prisiones, periodistas, gente sin ningún tipo de distinción pública.
Los métodos: coches bomba, disparo por la espalda, tiro en la nuca, además de secuestros y extorsiones a empresarios. Tuvo un plan para matar al rey Juan Carlos y lo llegó a intentar con José María Aznar cuando era jefe de la oposición española. Su mayor matanza fue la provocada por un coche bomba en el centro comercial Hipercor de Barcelona, que dejó el 19 de junio de 1987 el balance de 21 muertos y casi medio centenar de heridos.
ETA continúa, y lo hace pese a golpes como el que acaba de sufrir en Francia, donde fue detenido su presunto “número uno”, Francisco Javier López Peña , alias “Thierry”. “No es el fin”, advirtió el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, los terroristas de ETA todavía “pueden hacer mucho daño”.
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