El final de nada y el comienzo de todo
Por Rogelio Núñez
Infolatam
Madrid – La muerte de Tirofijo es, desde un punto simbólico, trascendental. Pero el final de las FARC no depende de la muerte de su líder, y mucho menos en la actual coyuntura. La guerrilla colombiana está lejos de ser una estructura centralizada dependiente de la cúpula. Se parece más a una confederación de “señores feudales”, auténticos sátrapas en su territorio.
El Plan Colombia, y su continuación el Plan Patriota, dentro de la estrategia de Seguridad Democrática del Presidente Álvaro Uribe, han tenido, entre otras virtudes la capacidad de romper la comunicación entre los distintos frentes guerrilleros. Esto ha obligado a que cada jefe haga la guerra por su lado de forma aún más autónoma que lo que tradición en las FARC.
Como aseguraba el pasado 19 de mayo Jorge A. Restrepo, Profesor de la Universidad Javeriana en el diario El Tiempo, “la desmovilización de ‘Karina’ muestra que las FARC se han regionalizado…La desmovilización de mandos medios y el hecho de que las Fuerzas Militares, la Policía y el DAS puedan ejercer presión efectiva -y coordinada- muestran que en algunas zonas la guerrilla está más aislada que nunca, mientras que en otras mantiene su capacidad”.
Esta idea también estaba presente en el artículo de Román Ortiz en el diario El Tiempo, “la cadena de mando de las Farc se encuentra fracturada y el Secretariado ya no controla ni cuestiones políticas vitales, como el destino de los llamados “secuestrados políticos”.
Para destruir a las FARC hay que seguir con la política del gobierno de Uribe: golpear a sus mandos medios, los más difíciles de sustituir. Coordinación y labores de inteligencia son los pilares fundamentales.
La muerte de Tirofijo es importante pero mucho más significativo es que en dos meses el Secretariado de las FARC haya perdido a 3 de sus siete miembros (Raúl Reyes e Iván Ríos precedieron a Manuel Marulanda). En realidad, Tirofijo era ya más un símbolo que un líder efectivo y quien llevaba el peso de la organización y los fluidos contactos internacionales era Raúl Reyes. Por eso, si algo fue realmente clave para acabar con las Farc fue abatir a Reyes el pasado 1º de marzo.
Para muchos ahora se viene un enfrentamiento por el liderazgo entre el Mono Jojoy y Alfonso Cano. Más parece que lo que se acerca es una profundización en la regionalización de las FARC con el nacimiento de numerosos reinos de taifas, algunos de los cuales acabarán pactando su rendición y otros degenerarán en bandas criminales al estilo del actual Sendero Luminoso peruano (en los 90 un grupo maoista y en la actualidad el brazo armando del narcotráfico peruano).
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