Nazis
Por Luis Chumaceiro
El Nacional, Caracas
La II Guerra Mundial demostró que lo más cercano a un comunista es un fascista. No por casualidad, los dos grandes monstruos del siglo XX fueron Stalin y Hitler, con el perdón del Khramer Rouge y Milosevic por desplazarlos de un lugar que también merecen. ¿Por qué callamos cuando la conducta que censuramos en nuestros adversarios la imitan nuestros aliados? ¿Es tan relativo el mal que se convierte en bien cuando se valora de acuerdo con mis intereses? ¿Cómo se explica esta lógica? Desde hace 9 años se desarrolla en nuestro país un proceso que justifican en los excesos de los 40 años previos.
Pero resulta que ese periodo es excepcional en la línea histórica de dictaduras, caudillismos militares y manipulación constitucional. Que no se me diga que la elección de 6 civiles, dos de ellos reelegidos 10 años después del cese de su primer mandato, y la vigencia de un solo texto constitucional ha sido algo absolutamente normal en esta tierra de desgracia.
Pero ahora tenemos una democracia participativa que sustituyó a la representativa; y a la cual le falta mucho por madurar. Lo insensato es pensar que podíamos llegar a la participación sin pasar por un régimen democrático basado en el hecho electoral. Algo tan irracional como suponer que la consagración de la participación es garantía de su efectiva vigencia. Y si no que se expresen los dedos mágicos que definirán las candidaturas del oficialismo y esos que se dicen de oposición. Porque ya existe la percepción de que los actores del proceso de desintegración nacional no sólo se encuentran en el Gobierno.
Cada vez que agoniza el régimen, aparecen los paramédicos de la oposición. Y no es por casualidad que la legitimación cíclica de la que gozan los rojos sea una gracia de los azules, amarillos y variopintos que no pierden tiempo en eso de montarse en la aventura de acceder al poder antes de que sea demasiado tarde o “antes de que me dejen afuera”, conspiratio dixit. Por algo casi los capturan en la huida de Miraflores, el 13 de abril de 2002.
Las elecciones regionales demuestran el punto. Para el “dedo rojo” lo fundamental es quebrar el juego contrario y lo logra gracias al paisano contralor. Las inhabilitaciones políticas son el mecanismo de fraude para 2008; así como el REP, la ausencia de controles al sistema automatizado, el ventajismo, la violencia, el control sobre el CNE y las morochas, lo han sido en las del 2002, 2004, 2005 y 2006.
La respuesta de algunos factores, unidos a sus aliados mediáticos, fue sustituir a las víctimas de una vez. No existe solidaridad sólo el interés de “recuperar los espacios”, aunque sea el de mi hermano. A la vez, en esa nueva forma de idolatría del siglo XXI, el dios que define quién será el candidato son las encuestas que cada quien pueda pagar.
El único detallito es que el ciudadano no es tanto, tanto, como ustedes asumen. Hay un tufillo extraño en eso de las encuestas en las que sólo aparecen los candidatos de los partidos. Tampoco la unidad la entendemos como un barajo, entre ustedes, en una mano de truco. Ya existe cierta extrañeza por la desaparición, en algunos medios de comunicación, de los candidatos que no responden a la línea oficial.
Lo peor de todo es que han tratado de convencer a la gente de que, con su especialísimo concepto de unidad, la victoria es segura. Y lo que hemos presenciado es un carnaval en el que las máscaras ocultan la ausencia de contenido. Pero el Sol sale para todos.
El peor insulto a un comunista es decirle fascista; igual, en sentido contrario. Algún día se darán cuentan que representan lo mismo.
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