Por qué no te vas
Por Danilo Arbilla
ABC Digital
“Cuando el general Charles de Gaulle perdió su último plebiscito, en 1969, un caricaturista español lo dibujó frente a un general Francisco Franco minúsculo y ladino que le decía, con un tono de abuelo: ‘Eso te pasa por preguntón’”.
Así comenzó Gabriel García Márquez la columna que el 9 de diciembre de 1980 dedicó al triunfo del No en el plebiscito uruguayo que marcó el principio del fin de la dictadura militar.
“El cuento de los generales que se creyeron su propio cuento” fue el título que el escritor colombiano puso a su artículo, en el que sostuvo que el hecho de que “los gorilas uruguayos” terminaran “por creerse su propio cuento” explicaba el llamado a consulta popular. Según García Márquez, los militares cayeron en la “trampa del poder absoluto” y como les faltaba una “consagración popular”, autoengañados por su visión trataron “de buscar una nueva legalidad ficticia con (ese) plebiscito providencial que les salió por la culata”.
Algo parecido es lo que le pasó a Hugo Chávez: dueño absoluto del poder, cayó en la trampa, se creyó su propio cuento y el tiro le salió por la culata. El comandante bolivariano pensó que aumentando los sueldos, como lo hizo, dando varios aguinaldos extras, prometiendo menos horas de trabajo y llamando traidores a los que optaran por el No se aseguraba el triunfo y la “eternidad” en el sillón de Miraflores. Pero no fue así. Entre tantos “Aló Presidente”, discursos con públicos complacientes y conferencias de prensa sin preguntas, Chávez se creyó que lo que decía era la verdad, y que la gente se lo creía. Se confundió con los aplausos; tanto los de adentro como los “de afuera”, los que, dicho sea al paso, a la hora de votar en Venezuela no sirven para nada.
Pero ¿cómo es posible que se lo haya creído? No puede ignorar que son aplausos financiados, pagos con petrodólares de los venezolanos, pero que no reflejan la realidad.
La realidad fue que el 51,7% de los votantes dijo No.
La “cercanía” entre los porcentajes, que fueron aceptados tan apresuradamente por Chávez, dio pie a su nueva balandronada de que perdió solo “por ahora” y que mantiene su propuesta de la reelección sin límites. En estas horas debe mirar con no poca envidia a su mentor Fidel Castro, a quien nadie podría acusar de “preguntón” y que acaba de ser nominado “por unanimidad” como candidato a diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular, lo que posibilitaría, casi que con toda seguridad su reelección presidencial.
Chávez, sin embargo, no debería caer en la trampa y otra vez creerse su cuento.
Los votos por el Sí ( 49,3%) representan menos del 28% de los habilitados para votar. Se trata de un minoritario porcentaje integrado, sin duda, por gente de los comités bolivarianos y cuadros financiados por el Gobierno y por la “boligarquía” chavista. Nadie se atrevería a negar, en cambio, que hay muy pocos “chavistas” en ese 44,11% que se quedó en su casa y no votó.
La cuestión es que los venezolanos dijeron No a Chávez, al igual que en noviembre del 80 los uruguayos le dijeron No a los militares y en octubre de 1988 los chilenos le dijeron No a Pinochet, quien, como el venezolano, pretendía continuar por un largo tiempo en la Presidencia.
Hubo quienes mirando lo que pasó en Uruguay y en Chile y parafraseando el “por qué no te callas” del Rey, interpretaron el plebiscito del domingo 2 de diciembre como un “por qué no te vas” a viva voz de los venezolanos.
Pero también en este aspecto existe el peligro de caer en la trampa y de confundirse e ignorar la realidad. En Uruguay no bastó con el plebiscito. Fue la unidad de los dos partidos democráticos históricos -Colorado y Blanco-, que cerraron filas frente al enemigo común, lo que propició la vuelta a la democracia. En Chile, la concertación entre socialistas y democratacristianos fue la que posibilitó la derrota final de Pinochet. Lo que ocurra en Venezuela, igualmente que en estos dos casos, dependerá de lo que haga la oposición.
No es errado atribuir el resultado del plebiscito al “ejemplo” de cohesión y desprendimiento que marcó la lucha estudiantil que, con el cierre de RCTV y la aparición del ex ministro de Defensa, Gral. Raúl Baduel como figura unificadora de la oposición, delineó una nueva realidad en la Venezuela chavista.
Hasta ahora, más que el “reparto”, el gran sostén del comandante había sido la ausencia de una oposición fuerte y aglutinada. Eso cambió, pero habrá que ver cuánto dura y si no resurgen nuevamente las rencillas y apetencias alimentadas por un engañoso triunfalismo.
En conclusión, la conducta de los no chavistas será la que determinará en el futuro si prospera el “por ahora no se pudo” o el “por qué no te vas”.
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