Argentina: Política económica a partir de diciembre
Por Juan Carlos de Pablo
Revista Fortuna
Durante el segundo semestre de este año dicté y dictaré muchas más conferencias que en cualquier segundo semestre desde el abandono de la convertibilidad. No porque me haya convertido en brillante o sea más barato, sino por el entendiblemente vivo interés por saber qué va a pasar, que tiene hoy cualquiera que vive u opera en nuestra tierra.
Interés que deriva de que cada día resulta más difícil saber dónde estamos parados, a raíz de las cada vez menos creíbles estimaciones oficiales sobre precios, producción manufacturera, pobreza, etc., y del inminente cambio de autoridades. En las líneas que siguen sintetizo lo que se sabe, y qué no es posible saber, para elaborar un correcto diagnóstico y tomar decisiones.
El 10 de diciembre de 2007 es una fecha crucial, porque quien ese día comience su período presidencial no tendrá más remedio que “mostrar sus cartas”, pero en serio. Si alguna vez vio una corrida de toros habrá apreciado que ingresan al ruedo los toreros, sus ayudantes, los picadores a caballo, y quizás hasta algún turista que equivocó la puerta. Pero en algún momento suena una trompeta, todos abandonan el ruedo, sólo queda el torero, se abre una puerta e ingresa el toro. Ese es el 10 de diciembre próximo.
Ese día estaremos frente al televisor, para semblantear a quien luego de la ceremonia de juramento se siente en el sillón de Rivadavia. Ese día le prestaremos particular atención, en el discurso que pronunciará en el Congreso Nacional, para ver de qué habla y de qué no habla, de qué habla primero y de qué habla después, si sabe de qué habla, si cree lo que está diciendo, etc. Y también le prestaremos particular atención a si el diagnóstico que tenemos cada uno de nosotros, coincide con el del flamante Presidente.
Pero como la ansiedad nos carcome, porque sí o porque ya tenemos que tomar decisiones que madurarán luego del 10 de diciembre (ejemplo: hoy mismo los heladeros tienen que encargar el chocolate, limones y coco, que van a necesitar para los helados que piensan vender en febrero de 2008), entonces cabe preguntar: ¿qué creemos hoy que vaya a hacer quien ocupe la Presidencia a partir del 10 de diciembre próximo? Las líneas que siguen sintetizan lo que se sabe de Cristina Kirchner y Roberto Lavagna.
La candidata del Frente para la Victoria centra su propuesta económico social en el Pacto Social. En la Argentina, Pacto Social quiere decir Gelbard 1973, por lo menos hasta que Cristina Kirchner no explicite las diferencias. Dicho pacto no tiene nada que ver con el Pacto de la Moncloa.
Esto merece una aclaración. El Pacto de la Moncloa fue firmado en España, en 1977, entre todos los partidos políticos que tenían representación parlamentaria, sin intervención gremial empresaria u obrera. Y se concentró en limitar el gasto público y la emisión monetaria. Por el contrario el Pacto Social fue firmado en Argentina entre la Confederación General Económica, la Confederación General del Trabajo y el Poder Ejecutivo, es decir, fue un pacto corporativo, concentrado en precios y salarios, sin implicancias en materia fiscal y monetaria. Dado que en Argentina Gelbard generó a Celestino Rodrigo, no estaría de más que alguien explicara porqué en la versión 2007 la realidad va a ser diferente.
Lavagna, al tiempo que dice que arrancará su gestión con todo, diagnostica que en nuestro país las cosas funcionaban hasta octubre de 2005, cuando dejó de ser ministro de Economía de Kirchner, por lo cual hay que reencarrilar la gestión. Lo cual implica reponer a los funcionarios desplazados del INDEC, calcular correctamente la tasa de inflación según los precios al consumidor, pagarle a los tenedores de títulos indexados en base a la realidad, pero a la vez seguir con ENARSA, continuar con una política económica discrecional, inclinar la balanza más a favor de la industria que del agro, continuar de manera tensionada la negociación con las empresas privatizadas y concesionadas durante la década de 1990, y que los bonistas que no ingresaron al canje se olviden de sus pretensiones.
Una de verdad de Per O. Grullo, pero muy importante. La política económica nunca se da en el vacío. Se plantea en una circunstancia internacional, en un contexto político, y –en el caso de 2007– particularmente en función de la herencia. Parece razonable apostar a que los chinos seguirán creciendo, seguirán demandando soja, y por consiguiente continuarán las ventas al exterior de un producto que concentra más de la mitad de la producción agrícola argentina y no tiene mercado interno. También parece razonable apostar a que un cambio de gobierno implica una nueva oportunidad.
Pero la cuestión de la herencia es particularmente crucial. La gestión Néstor Kirchner, además de aprovechar una coyuntura internacional notablemente favorable, además de venir luego de la fuerte recesion de mediados de 2001-fines de 2002, se basó en consumir stocks. Otra de Per O. Grullo: se consumen stocks… mientras hay. Esto no es ideología. Nos quedamos sin excedentes energéticos, de capacidad instalada industrial, de beneficio de la duda por parte de los gobiernos extranjeros, etc.
Llegó la hora de reponer stocks. Vienen más malas noticias, las que recibimos cuando vamos al dietista y nos encuentra excedidos de peso, las que recibimos cuando vamos al dentista y nos encuentra caries porque comimos muchos caramelos y no nos lavamos los dientes, etc. Creer que el Pacto Social es un mecanismo de explicitación de las malas noticias, para compartir el costo político de desandar algunas de las cosas que se hicieron entre 2003 y 2007 es, me parece, creer en los Reyes Magos.
La sensación que tenemos hoy los argentinos es que la realidad muestra problemas variados y crecientes, que la candidata del Frente para la Victoria –casi seguramente la próxima presidenta de los argentinos- no tiene respuestas proporcionales a dichos problemas, y que la lamentablemente riquísima historia que tenemos bien presente, ilustra cómo terminan los procesos que se plantean en estas condiciones.
Ojalá el 10 de diciembre próximo nos llevemos una sorpresa agradable. No es en base a esto que hoy estamos tomando las decisiones.
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