España va bien, pero ¿por qué?

Por Yolanda Gómez
ABC

Quedan ya pocos días para que acabe 2006 y parece un buen momento para echar la vista atrás y recordar cómo ha transcurrido el año para el equipo económico de Zapatero.

Respecto a la marcha de la economía, los mensajes que estamos oyendo en estos días, y que probablemente repetirá hoy el jefe del Ejecutivo, en su prevista intervención en la rueda de prensa del Consejo de Ministros, no pueden ser más triunfalistas. El «España va bien» que hizo famoso José María Aznar no parece ya suficiente para describir el momento actual. La economía crece más de lo previsto, se crea más empleo y las cuentas públicas arrojarán un superávit mayor del estimado. Incluso la inflación, que estuvo durante ocho meses del año rozando la barrera del 4%, ahora se queda en el entorno del 2,5% y sólo el déficit exterior, que aunque modera su crecimiento sigue en cifras desorbitadas, puede nublar este idílico escenario. Lo cierto es que estas cifras garantizan que el Ejecutivo llegue al final de la legislatura sin graves problemas en materia económica. Zapatero lo sabe y por eso no le duelen prendas en presumir de la situación.

Lo que uno se podría preguntar es si estos datos son fruto de la política económica del Gobierno actual, de la herencia que le dejó el anterior Ejecutivo, de la recuperación de las economías europeas o de la mejora del precio del petróleo. Y probablemente, la conclusión es que hay de todo un poco. Quizás lo más positivo que ha hecho el equipo de Pedro Solbes ha sido mantener la cultura de la estabilidad presupuestaria, porque en materia de reformas económicas, la actividad ha sido bastante escasa. Los cambios en el IRPF y en el Impuesto sobre Sociedades, que entrarán en vigor ya el 1 de enero, son las medidas normativas más importantes aprobadas por el Ejecutivo no sólo en este año que ahora acaba, sino en el conjunto de la legislatura. Y todo hay que decirlo, el Gobierno apenas devolverá una parte de lo recaudado de más en estos años por el efecto de la inflación. Y lo peor de 2006, sin lugar a duda, ha sido el intervencionismo del Ejecutivo en las operaciones empresariales.